Los arcángeles de Elena White

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El Deseado de todas las Gentes, página 773: Allí están los querubines y los serafines. Los comandantes de las huestes angélicas, los hijos de Dios, los representantes de los mundos que nunca cayeron, están congregados. El concilio celestial delante del cual Lucifer había acusado a Dios y a su Hijo, los representantes de aquellos reinos sin pecado, sobre los cuales Satanás pensaba establecer su dominio, todos están allí para dar la bienvenida al Redentor.

Hijos e Hijas de Dios, página 297: Los ángeles y los arcángeles se maravillan de este gran plan de redención; admiran y aman al Padre y al Hijo cuando contemplan la misericordia y el amor de Dios; no hay ninguna manifestación de envidia cuando se presenta este nuevo templo, renovado a la imagen de Cristo, y en toda su belleza, para permanecer alrededor del trono de Dios.—Carta 31, 1892.

En los Lugares Celestiales, página 373: Escuchad sus voces cuando cantan potentes hosannas mientras agitan las palmas de la victoria. Una música hermosa llena el cielo cuando sus voces entonan estas palabras: “Digno, digno es el Cordero que fue inmolado y resucitó para siempre. Salvación a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”. Y la hueste angélica, ángeles y arcángeles, querubines cubridores y gloriosos serafines repiten el estribillo de aquel canto gozoso y triunfal diciendo: “Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos”. Apocalipsis 7:12.—Carta 71, 1878.

Sermones Escogidos, tomo 1, página 213: Los querubines y serafines, los ángeles y arcángeles, están contemplando la batalla que se desarrolla en la actualidad. ¿Entre quiénes? Entre el Príncipe de la vida y los poderes de las tinieblas. ¿Y qué hace Dios? Nos muestra cómo tenemos que actuar, cómo tenemos que librar la batalla. Dejó las cortes reales, dejó a un lado su vestidura real, y revistió su divinidad con la humanidad. Se hizo un hombre entre los hijos de los hombres y anduvo por el mundo. ¿Cómo qué? Como representante del amor de Dios, un ejemplo que podemos estudiar. Un carácter que podemos imitar en todos sus aspectos, para que podamos comprobar que no vivió para glorificarse a sí mismo, sino que vivió para exaltar a Dios. Vino a vivir la ley de Dios, porque Satanás estaba ejerciendo su poder para influir sobre los hombres, y sus sofismas mentirosos estaban continuamente acosándolos.

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