Los dos testigos

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Los dos testigos

La Batalla entre la Biblia y el Ateísmo

Urías Smith

Apocalipsis 11

VERS. 1, 2: Y me fué dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Y echa fuera el patio que está fuera del templo, y no lo midas, porque es dado a los Gentiles; y hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

CONTINUAN aquí las instrucciones que el ángel empezó a dar a Juan en el capítulo precedente; de ahí que estos versículos pertenezcan en realidad a dicho capítulo, y no debieran estar separados por la división actual. En el último versículo de Apocalipsis 10 el ángel dió una nueva comisión a Juan como representante de la iglesia. En otras palabras, como ya se ha demostrado, este versículo es una profecía del mensaje del tercer ángel. El mensaje se relaciona con el templo de Dios en el cielo, y está destinado a preparar cierta clase de personas como adoradores.

La vara de medir.–Aquí el templo no puede significar la iglesia, porque ésta se presenta en relación con este templo como «los que adoran en él.» El templo es, pues, el templo literal que hay en el cielo, y los adoradores son la verdadera iglesia en la tierra. Por supuesto, la medición de estos adoradores no es la de su estatura u otras dimensiones corporales en pies y pulgadas. Han de ser medidos como adoradores, y el carácter puede medirse únicamente por alguna norma de justicia, una ley o principio de acción. Llegamos así a la conclusión de que el Decálogo, la norma que Dios dió para medir el «todo del hombre,» constituye una parte de la vara de medir que el ángel puso en las manos de Juan. En el cumplimiento de esta profecía bajo el mensaje del tercer ángel, esta misma ley ha sido puesta en forma especial en las manos de la iglesia. Es la norma por la cual han de ser probados ahora los adoradores del verdadero Dios.

Al percibir lo que significa medir a los que adoran en el templo, preguntamos: ¿Qué significa la medición del templo? Para medir cualquier objeto se requiere dedicar atención especial a ese objeto. La invitación a levantarse y medir el templo de Dios es una orden profética que insta a la iglesia a que examine en forma especial el tema del templo o santuario. Pero, ¿cómo se ha de hacer esto con la vara de medir dada a la iglesia? Con los diez mandamientos solos no podríamos hacerlo. Pero cuando aceptamos todo el mensaje, nos vemos inducidos por él a examinar el santuario celestial, juntamente con los mandamientos de Dios y el ministerio de Cristo. Por esto concluímos que la vara de medir, considerada en conjunto, es el mensaje especial que se da a la iglesia y que abarca las grandes verdades peculiares para este tiempo, inclusive los diez mandamientos.

Este mensaje llamó nuestra atención al templo celestial, y de ello brotó la luz y la verdad sobre este tema. Así medimos el templo y el altar, o sea el ministerio relacionado con el templo, la obra y el cargo de nuestro gran Sumo Sacerdote; y medimos a los adoradores con aquella parte de la vara que se relaciona con el carácter: el Decálogo.

«Echa fuera el patio que está fuera del templo.» Esto debe interpretarse como significando que la atención de la iglesia se dirige ahora al interior del templo y al servicio que se realiza allí. Los asuntos que se refieren al atrio son de menor importancia ahora. Ha sido dado a los gentiles. El atrio designa esta tierra, pues en relación con el santuario el atrio era el lugar donde se inmolaban las víctimas cuya sangre había de ser llevada al interior. La víctima antitípica debía morir en el atrio antitípico, y murió en el Calvario, en Judea. Al introducir los gentiles aquí, se llama la atención del profeta al importante detalle de la apostasía gentil, que iba a pisotear la santa ciudad durante cuarenta y dos meses. Así se nos hace retroceder al pasado por una transición fácil y natural, y se llama nuestra atención a una nueva serie de acontecimientos.

VERS. 3: Y daré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos y sesenta días, vestidos de sacos.

El período de «mil doscientos y sesenta días» se menciona de diversas maneras en las Escrituras. Se presenta bajo estas tres formas:

Como 1.260 días en este versículo y en Apocalipsis 12:6. 

Como 42 meses en Apocalipsis 11:2 y 13:5. 

Como 3 1/2 tiempos en Daniel 7:25; 12:7; y Apocalipsis 12:14.  Todos estos pasajes se refieren al mismo período y pueden calcularse con facilidad. Un tiempo es un año, según se evidencia en Daniel 11:13, nota marginal. Un año tiene doce meses, y un mes bíblico contiene 30 días. De manera que tenemos lo siguiente:

1 año de 12 meses, a 30 días por mes . . . . . . . . . 360 días

3 1/2 años o tiempos, de 360 días . . . . . . . . . . . 1.260 días

42 meses de 30 días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.260 días

Todos reconocerán sin duda que el año tiene doce meses, pero que el mes tenga 30 días es algo que necesita tal vez ser demostrado. En ello nos ayudará el relato del diluvio en Génesis 7 y 8. Allí aprendemos lo siguiente:

1. Que el diluvio se inició el día 17 del segundo mes. (Génesis 7:11.)

2. Que las aguas empezaron a bajar el día 17 del mes séptimo. (Génesis 8:4.)

3. Que el diluvio duró cinco meses, desde el segundo mes hasta el séptimo.

La lectura de Génesis 7:24 nos revela que «prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento y cincuenta días.» Nuestro cálculo arrojaba cinco meses. Ese texto menciona 150 días; de ahí que 5 meses sean iguales a 150 días, o sean 30 días por mes.

Tenemos así una medida definida para calcular los períodos proféticos, si tenemos en cuenta que en la profecía un día es igual a un año literal.

Los dos testigos.–Durante este plazo de 1.260 años los testigos están vestidos de saco, o en la obscuridad; y Dios les da poder para subsistir y continuar dando su testimonio a través de ese período obscuro y lóbrego. Pero ¿quiénes o qué son estos testigos?

VERS. 4: Estas son las dos olivas, y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.

Se alude evidentemente aquí a Zacarías 4:11-14, donde se implica que las dos olivas representan la Palabra de Dios. David testifica: «El principio de tus palabras alumbra;» y «lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.» (Salmo 119:130, 105.) El testimonio escrito tiene más fuerza que el oral. Jesús declaró acerca de las Escrituras del Antiguo Testamento: «Ellas son las que dan testimonio de mí.» (Juan 5:39.)

Dice Jorge Croly: «Los dos testigos son el Antiguo Testamento y el Nuevo. . . . El propósito esencial de las Escrituras es dar testimonio de la misericordia y verdad de Dios. Nuestro Señor ordena: ‘Escudriñad las Escrituras, . . . porque ellas dan testimonio de mí.’ Esto lo dijo a los judíos, y con ello describió el carácter y papel del Antiguo Testamento. Pero el Nuevo Testamento es igualmente destinado a dar testimonio. ‘Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los gentiles.’ (Mateo 24:14.)»[1]

Estas declaraciones y consideraciones bastan para apoyar la conclusión de que el Antiguo y el Nuevo Testamento son los dos testigos de Cristo.

VERS. 5: Y si alguno les quisiere dañar, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos: y si alguno les quisiere hacer daño, es necesario que él sea así muerto.

Dañar la Palabra de Dios es oponerse a su testimonio, corromperlo o pervertirlo, y desviar a la gente de él. De su boca sale fuego para devorar a aquellos que hacen esa obra, es decir que en esa Palabra se pronuncia un juicio de fuego contra los tales. Declara que recibirán su castigo en el lago ardiente de fuego y azufre. (Malaquías 4:1; Apocalipsis 20:15; 22:18, 19.)

VERS. 6: Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no llueva en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quisieren.

¿En qué sentido tienen estos testigos poder para cerrar el cielo, trocar las aguas en sangre, y hacer caer plagas sobre la tierra? Elías cerró el cielo de manera que no llovió por tres años y medio, pero lo hizo a la orden de Jehová. Moisés por la palabra de Jehová trocó las aguas de Egipto en sangre. Como se han cumplido estos juicios registrados en su testimonio, así también se cumplirá toda amenaza y juicio que hayan pronunciado contra cualquier pueblo.

«Cuantas veces quisieren» significa que tan a menudo como se indique en sus páginas que caigan los juicios, ello acontecerá. Un ejemplo de esto ha de experimentar todavía el mundo cuando le sean infligidas las siete postreras plagas.

VERS. 7, 8: Y cuando ellos hubieren acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará. Y sus cuerpos serán echados en las playas de la grande ciudad, que espiritualmente es llamada Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fué crucificado.

«Cuando ellos hubieren acabado su testimonio;» es decir el que dieron «vestidos de sacos.» Terminó el plazo en que debían estar vestidos de sacos; o, como se expresa en otra parte, fueron acortados los días de la persecución (Mateo 24:22) antes que expirase el plazo mismo. «En la profecía, una ‘bestia’ representa un reino, o potencia. (Véase Daniel 7:17, 23.) Se suscita ahora la pregunta: ¿Cuándo dejaron los testigos de estar vestidos de saco? Y ¿les hizo la guerra en el tiempo mencionado un reino como el descrito? Si es correcto decir que en 538 empiezan los testigos a estar vestidos de sacos, y los 42 meses son 1.260 días proféticos, o años, este plazo nos lleva a 1798. ¿Les hizo la guerra, más o menos en ese tiempo, un reino como el descrito? Notemos que esta bestia o reino sale del abismo; es decir, no tiene fundamento. Es una potencia atea, ‘espiritualmente es . . . Egipto.’ (Véase Exodo 5:2: ‘Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.’) Esto es ateísmo. ¿Manifestó algún reino el mismo espíritu hacia 1798? Sí, Francia; como nación negó la existencia de Dios, e hizo la guerra contra la Monarquía del cielo.»[2]

 «En el año 1793, . . . por un acto solemne de la legislatura y del pueblo, el Evangelio fué abolido en Francia. Los ultrajes infligidos a los ejemplares de la Biblia no tuvieron ya importancia; su vida está en sus doctrinas, y la extinción de las doctrinas es la extinción de la Biblia. Por el decreto del gobierno francés que declaraba que la nación no reconocía a Dios, el Antiguo Testamento y el Nuevo fueron muertos en todos los confines de la Francia republicana. Pero no podían faltar las injurias a los libros sagrados en el saqueo general de todo lugar de culto. En Lyón fueron arrastrados atados de la cola de un asno en una procesión por las calles. . . .

«El primero de noviembre de 1793, Gobet, con los sacerdotes republicanos de París, había arrojado la sotana y abjurado la religión. El 11 se celebró un ‘gran festival,’ dedicado a la ‘Razón y la Verdad’ en la catedral de Nuestra Señora que había sido profanada y denominada ‘Templo de la Razón.’ Se erigió en el centro de la iglesia una pirámide coronada por un templo que llevaba la inscripción ‘A la Filosofía.’ La antorcha de ‘la Verdad’ estaba sobre el altar de ‘la Razón’ difundiendo luz, etc. La Convención Nacional y todas las autoridades asistieron a esta burlesca e insultante ceremonia.»[3]

Sodoma espiritual.– » ‘Espiritualmente’ esta potencia ‘es llamada Sodoma.’ ¿Cuál era el pecado característico de Sodoma? La licencia. ¿Tuvo Francia este carácter? Lo tuvo; la fornicación fué establecida por ley durante el período aludido. ‘Espiritual-mente’ el lugar fué ‘donde también nuestro Señor fué crucificado.’ ¿Se aplica esto a Francia? Sí, en más de un sentido. Primero, en 1572 hubo un complot para destruir a todos los piadosos hugonotes; y en una noche, 50.000 de ellos fueron asesinados a sangre tría, y en las calles de París corrió literalmente la sangre. Así fué crucificado espiritualmente nuestro Señor en sus miembros. Luego, el santo y seña de los incrédulos franceses fué ‘APLASTAD AL INFAME,’ con lo que querían designar a Cristo. De manera que con verdad se puede decir, ‘donde nuestro Señor fué crucificado.’ El espíritu mismo del abismo se manifestó en aquella nación.

«Pero ¿guerreó Francia contra la Biblia? Sí; y en 1793 la Asamblea Constituyente Francesa promulgó un decreto para prohibir la Biblia, y en cumplimiento de ese decreto se juntaron las Biblias y se quemaron con toda manifestación posible de desprecio, y se abolieron todas las instituciones de la Biblia. El día de reposo fué abolido, y se lo reemplazó por cada décimo día para entregarse a la alegría y a la profanidad. Se suprimieron el bautismo y la comunión. Se negó la existencia de Dios; y la muerte fué declarada sueño eterno. Se ensalzó a la diosa de la Razón, en la persona de un mujer vil, y se la adoró publicamente. Esta es ciertamente una potencia que responde con exactitud a la profecía.»[4] Este punto se desarrollará aun más en los comentarios sobre el versículo siguiente.

VERS. 9: Y los de los linajes, y de los pueblos, y de las lenguas, y de los Gentiles verán los cuerpos de ellos por tres días y medio, y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en sepulcros.

«El lenguaje de este versículo denota los sentimientos de las otras naciones más bien que los de la que cometía el ultraje contra los testigos. Veían que la Francia incrédula había hecho la guerra a la Biblia, pero no quisieron dejarse inducir nacionalmente a participar de esta obra impía, ni quisieron dejar sepultar a los testigos asesinados, ni esconderlos entre sí, aunque estuvieron muertos tres días y medio, o sea tres años y medio, en Francia. No; esta misma tentativa de Francia sirvió para incitar a los cristianos por doquiera a esforzarse nuevamente en favor de la Biblia, según veremos en seguida.»[5]

VERS. 10: Y los moradores de la tierra se gozarán sobre ellos, y se alegrarán, y se enviarán dones los unos a los otros; porque estos dos profetas han atormentado a los que moran sobre la tierra.

«Esto denota la alegría que sintieron quienes odiaban la Biblia, o eran atormentados por ella. Grande fué el gozo de los incrédulos por doquiera durante un tiempo. Pero ‘la alegría de los impíos es breve,’ y así fué en Francia, porque su guerra contra la Biblia y el cristianismo los engolfó casi por completo. Habían emprendido la destrucción de los dos testigos de Cristo, pero llenaron a Francia de sangre y terror, de manera que se quedaron horrorizados por el resultado de sus acciones impías, y con gusto apartaron sus manos perversas de la Biblia.»[6]

VERS. 11: Y después de tres días y medio el espíritu de vida enviado de Dios, entró en ellos, y se alzaron sobre sus pies, y vino gran temor sobre los que los vieron.

Los testigos restaurados.–«En 1793, promulgó la Asamblea Francesa el decreto que suprimía la Biblia. Exactamente tres años más tarde se introdujo en la Asamblea una resolución de abrogar ese decreto y conceder tolerancia a las Escrituras. Esta resolución estuvo encarpetada seis meses, después de lo cual fué considerada y aceptada sin un voto disidente. De modo que a los tres años y medio exactos, los testigos ‘se alzaron sobre sus pies, y vino gran temor sobre los que los vieron.’ Unicamente los resultados espantosos del rechazamiento de la Biblia pudieron inducir a Francia a apartar sus manos de estos testigos.»[7]

 «En 17 de junio, Camilo Jourdán, en el ‘Consejo de los Quinientos,’ presentó el informe memorable sobre la ‘revisión de las leyes relativas al culto religioso.’ Consistía en unas cuantas propuestas, que abolían por igual las restricciones republicanas al culto papal, y las restricciones papales al protestante. Dichas propuestas eran éstas:

«1. Que todos los ciudadanos podían comprar o alquilar edificios para el libre ejercicio religioso.

«2. Que todas las congregaciones podían reunirse al toque de las campanas.

«3. Que ninguna prueba ni promesa de ninguna clase que no se exigiese a otros ciudadanos fuese exigida a los ministros de aquellas congregaciones.

«4. Que cualquier persona que intentase impedir o de cualquier manera interrumpir el culto público fuese multada hasta en 500 libras, y no menos de 50; y que si la interrupción procedía de autoridades constituídas, las tales autoridades fuesen multadas en una suma doble.

«5. Que sea libre para todos los ciudadanos la entrada a las asambleas con propósito de culto religioso.

«6. Que todas las demás leyes concernientes al culto religioso sean abrogadas.

 «Estos reglamentos, por abarcar toda la condición de los cultos en Francia fueron, de hecho, una bendición particular para el protestantismo. El papismo estaba ya en plena vía de restauración. Pero el protestantismo, aplastado bajo las leyes de Luis XIV, y sin apoyo en la fe popular, necesitaba el apoyo directo del Estado para ponerse de pie. El informe parece haber tenido especialmente en vista los agravios de la iglesia; las viejas prohibiciones de celebrar culto público, de poseer lugares de culto, de tener ingresos, etc.

«Desde aquella época la iglesia ha estado libre en Francia. . . .  «La iglesia y la Biblia habían estado muertas en Francia desde noviembre de 1793 hasta junio de 1797. Habían transcurrido los tres años y medio; y la Biblia, que fuera reprimida durante tanto tiempo y con tanta severidad, ocupó un lugar de honor, y fué abiertamente el libro del protestantismo libre.»[8]

VERS. 12: Y oyeron una grande voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron.

«‘Subieron al cielo.’-Para comprender esta expresión, véase Daniel 4:22: ‘Creció tu grandeza, y ha llegado hasta el cielo.’ Vemos aquí que la expresión significa una gran exaltación. ¿Han llegado las Escrituras a tal estado de exaltación como el que se indica aquí, desde que Francia les hizo la guerra ? Sí, en verdad. Poco después, se organizó la Sociedad Bíblica Británica(1804); luego siguió la Sociedad Bíblica Americana (1816); y ellas, con sus auxiliares casi innumerables, están difundiendo la Biblia por doquiera.»[9] Antes de 1804 la Biblia se había impreso y hecho circular en cincuenta idiomas

. «A fines de diciembre de 1942, la Biblia había sido traducida en total o parcialmente en 1.058 idiomas y dialectos.»

Ningún otro libro se compara con la Biblia por su poco costo y el número de ejemplares puestos en circulación. La Sociedad Bíblica Americana informó que había impreso y hecho circular 7.696.739 tomos de la Biblia completa o partes de ella en 1940; 8.096.069 en 1941; y 6.254.642 en 1942. La Sociedad Bíblica Británica y Extranjera tuvo durante el año que terminaba a mediados de 1941 una circulación de 11.017.334 ejemplares; y en 1942, de 7.120.000 ejemplares.

Un cálculo moderado hace ascender a seis millones el número de Biblias impresas anualmente por las casas comerciales. De ahí que la producción anual de ejemplares de la Biblia o porciones de ella haya alcanzado el enorme total de veinticinco a treinta millones de ejemplares por año.

Desde su organización hasta 1942 inclusive, la Sociedad Bíblica Americana había producido 321.951.266 ejemplares; y la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera había sacado, hasta marzo de 1942, 539.664.024 ejemplares, o sea un total de 861.600.000 ejemplares producidos por estas dos sociedades solamente. En mayo de 1940 la Sociedad Bíblica Americana dijo: «Se calcula que nueve décimas de los dos mil millones de habitantes del mundo podrían ahora, si quisieran, leer la Biblia en un idioma que entienden.» La Biblia es exaltada por encima de todo precio, porque es, después de su Hijo, la bendición más valiosa que Dios haya dado al hombre, y da un glorioso testimonio acerca de aquel Hijo. Sí; las Escrituras han sido realmente exaltadas «al cielo en una nube,» pues una nube es emblema de la elevación celestial.

VERS. 13: Y en aquella hora fué hecho gran temblor de tierra, y la décima parte de la ciudad cayó, y fueron muertos en el temblor de tierra en número de siete mil hombres: y los demás fueron espantados, y dieron gloria al Dios del cielo.

«¿Qué ciudad? Véase Apocalipsis 17:18: ‘Y la mujer que has visto, es la grande ciudad que tiene reino sobre los reyes [reinos] de la tierra.’) Esa ciudad es la potencia romana papal. Francia es uno de los ‘diez cuernos’ que dieron ‘su potencia y autoridad a la bestia [papal ]’ o es uno de los diez reinos que salieron del Imperio Occidental de Roma, según lo indicado por los diez dedos de los pies de la imagen de Nabucodonosor, la bestia de diez cuernos de Daniel 7:24, y el dragón de diez cuernos que vió Juan. [Apocalipsis 12:3.] Francia era pues ‘una décima parte de la ciudad,’ y fué uno de los más enérgicos ministros de la venganza papal; pero en esta revolución ‘cayó,’ y con ella cayó el último ejecutor civil de la ira papal. Y ‘fueron muertos en el temblor de tierra en número de siete mil hombres [original, nombres de hombres].’ Francia hizo la guerra, en su revolución de 1789 en adelante, a todos los títulos y a la nobleza. . . . ‘Y los demás fueron espantados, y dieron gloria al Dios del cielo.’ Su tentativa de deshonrar a Dios y desafiar al cielo llenó a Francia de tales escenas de sangre, carnicería y horror, que hizo temblar a los incrédulos mismos y los espantó; y ‘los demas’ que escaparon a los horrores de aquella hora ‘dieron gloria a Dios,’ no voluntariamente, sino que el Dios del cielo hizo que esta ira del hombre le alabase al permitir que todo el mundo viese que los que guerrean contra el ciclo cavan su propia tumba; y así los mismos medios que los hombres impíos empleaban para empañar la gloria de Dios redundaron en favor de ella.»[10]

VERS. 14: El segundo ¡Ay! es pasado: he aquí, el tercer ¡Ay! vendrá presto.

 Se reanudan las trompetas.–Se reanuda aquí la serie de las siete trompetas. El segundo ay terminó con la sexta trompeta, el 11 de agosto de 1840, y el tercer ay se presenta bajo el sonido de la séptima trompeta, que se inició en 1844.

¿Dónde estamos entonces? «He aquí,» es decir notadlo bien, «el tercer ¡Ay! vendrá presto.» Han pasado las terribles escenas del segundo ay, y estamos ahora en el tiempo en que resuena la trompeta que trae el tercer y último ay. ¿Buscaremos paz y seguridad, un milenario temporal, mil años de justicia y prosperidad en la tierra? Reguemos más bien fervientemente al Señor que despierte a un mundo que dormita.

VERS. 15-17: Y el séptimo ángel tocó la trompeta, y fueron hechas grandes voces en el ciclo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser los reinos de nuestro Señor, y de su Cristo: y reinará para siempre jamás. Y los venticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus sillas, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu grande potencia, y has reinado.

Parecería que desde el vers. 15 hasta el fin del capítulo, se nos hace recorrer tres veces distintas todo el trayecto desde el toque del séptimo ángel hasta el fin. En los versículos aquí citados, el proteta mira hacia adelante al pleno establecimiento del reino de Dios. Aunque la séptima trompeta empezó a tocar, puede ser que todavía no se oyen las grandes voces del cielo que han de proclamar que los reinos de este mundo han llegado a ser los reinos de nuestro Señor y de su Cristo, a menos que sea en anticipación del rápido cumplimiento del suceso. Pero la séptima trompeta, como las seis precedentes, abarca un plazo de tiempo, y la transferencia de los reinos de las potencias terrenales a Aquel cuyo es el derecho a reinar, es el acontecimiento principal que ha de ocurrir durante los primeros años en que toque. De ahí que este acontecimiento, con exclusión de todo lo demás, requiere la atención del profeta. (Véanse las observaciones sobre el vers. 19.) En el versículo siguiente, Juan retrocede y considera acontecimientos intercalados.

VERS. 18: Y se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el tiempo de los muertos, para que sean juzgados, y para que des el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeñitos y a los grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra.

 «Se han airado las naciones.»–Principiando con el estallido espontáneo de las revoluciones en Europa en 1848, la ira de una nación contra otra ha ido constantemente en aumento. Los celos y los odios entre las naciones han sido la regla más bien que la excepción. Esto se ha manifestado particularmente en las dos guerras mundiales del siglo XX, cuando parecía que los hombres estaban dispuestos a aniquilar naciones enteras en el fuego de su ira.

Estas son las palabras exactas de un profesor de la Universidad de Harvard:

 «Lo que ha transcurrido del siglo XX ha sido el período más sangriento y uno de los más turbulentos, y por lo tanto uno de los más crueles y menos humanitarios, en toda la historia de la civilización occidental y tal vez en las crónicas de la humanidad en general.»[11]

«Tu ira es venida.»–La ira de Dios hacia la generación actual se completa en las siete últimas plagas (Apocalipsis 15:1), a las cuales debemos referirnos por consiguiente, y que pronto han de ser derramadas sobre la tierra.

«El tiempo de los muertos, para que sean juzgados.»–La gran mayoría de los muertos, es decir los impíos, siguen en sus tumbas después de haber caído las plagas, y haberse clausurado la era evangélica. Una obra de juicio, destinada a asignar a cada uno el castigo que merece por sus pecados, es realizada por los santos juntamente con Cristo durante los mil años que siguen a la primera resurrección, (1 Corintios 6:2: Apocalipsis 20:4.) Por cuanto este juicio de los muertos sigue a la ira de Dios, o las siete últimas plagas, parece que es necesario referirse a él como al juicio de los impíos durante los mil años, que ya se ha mencionado; porque el juicio investigador se realiza antes que las plagas sean derramadas.

«Que des el galardón a tus siervos los profetas.»-Ellos entrarán en su recompensa cuando se produzca la segunda venida de Cristo, porque él trae su galardón consigo. (Mateo 16:27; Apocalipsis 22:12.) Pero los santos no recibirán su recompensa completa hasta que entren en posesión de la nueva tierra. (Mateo 25:34.)

El castigo de los impíos.–«Para que destruyas los que destruyen la tierra,» se refiere al tiempo en que todos los impíos, que han asolado literalmente vastas regiones y destruído innumerables vidas humanas, serán para siempre devorados por aquellos fuegos purificadores que Dios manda del cielo. (2 Pedro 3:7; Apocalipsis 20:9.) Así llega a su fin la séptima trompeta a la terminación de los mil años. Es un pensamiento que nos llena de gozo, pero también de pavor. La trompeta que ahora suena llega hasta la destrucción final de los impíos, y hasta el momento en que los santos, revestidos de la inmortalidad gloriosa, se hallarán establecidos y seguros en la tierra renovada.

VERS. 19: Y el templo de Dios fué abierto en el cielo, y el arca de su testamento fué vista en su templo. Y fueron hechos relámpagos y voces y truenos y terremotos y grande granizo.

El templo abierto.–Una vez más el profeta nos hace volver al comienzo de la trompeta. Después de introducir la séptima trompeta en el versículo 15, el primer gran acontecimiento que se presenta al vidente es el traslado del dominio del reino terrenal al gobierno celestial. Dios asume su gran poder, y aplasta para siempre la rebelión de esta tierra, y establece a Cristo en su propio trono, y permanece como el poder supremo sobre todos. Luego se nos hace regresar a la condición de las naciones, el juicio que ha de caer sobre ellas, y el destino final tanto de los santos como de los pecadores. (Vers. 18.) Después que se ha recorrido este campo de la visión, nuestra atención es invitada nuevamente a retroceder en el versículo que consideramos, a la terminación del sacerdocio de Cristo, la última escena de la obra de misericordia en favor de un mundo culpable.

El templo está abierto, y se entra en el segundo departamento del santuario. Sabemos que es el lugar santísimo el que está abierto aquí, porque se ve el arca; y solamente en ese departamento se depositaba el arca. Esta apertura sucedió al fin de los 2.300 días, cuando el santuario había de ser purificado. (Daniel 8:14.) En ese momento terminaron los períodos proféticos y empezó a tocar su trompeta el séptimo ángel. Desde 1844, el pueblo de Dios ha visto por la fe la puerta abierta en el cielo, y el arca del testamento de Dios en el interior. Está procurando observar todo precepto de la santa ley escrita en las tablas depositadas allí. Que las tablas de la ley están allí, como estaban en el arca del santuario erigido por Moisés, es evidente por los términos que Juan usa al describir el arca. La llama el «arca de su testamento.» El arca se llamaba el arca del pacto, o testamento, porque fué hecha con el propósito expreso de contener las tablas del testimonio o diez mandamientos. (Exodo 25:16; 31:18; Deuteronomio 10:2, 5.) No tenía otro uso, y debía su nombre tan sólo al hecho de que contenía las tablas de la ley. Si no contuviese las tablas, no sería el arca del testamento de Dios, y no podría llamarse así con verdad. Sin embargo, Juan, contemplando el arca en el cielo mientras está tocando la séptima trompeta, la sigue llamando «el arca de su testamento,» con lo cual nos proporciona una prueba irrefutable de que la ley está todavía allí, sin que se haya alterado una jota o tilde de la copia que por un tiempo fué entregada al cuidado de los hombres en el arca típica del tabernáculo durante el tiempo de Moisés.

Los discípulos de la palabra profética han recibido también la vara y están midiendo el templo y el altar y los que adoran allí. (Apocalipsis 11:1.) Están proclamando su última profecía ante las naciones, pueblos y lenguas. (Apocalipsis 10:11.) No tardará en clausurarse el drama con los relámpagos, truenos, voces, y terremotos, y el grande granizo que constituirán la última convulsión de la naturaleza antes que todas las cosas sean hechas nuevas al final de los mil años. (Apocalipsis 21:5.) (Véanse los comentarios sobre Apocalipsis 16:17-21.)

Bibliografía:

 [1] Jorge Croly, «The Apocalypse of St. John,» pág. 164. 

[2] Jorge Storrs, «Midnight Cry,» 4 de1 mayo, 1843, tomo 4, Nos. 5, 6, pág.

 [3] Jorge Croly, «The Apocalypse of St. John,» págs. 175-177. 

[4] Jorge Storrs, «Midnight Cry,» 4 de mayo, 1843, tomo 4, Nos. 5, 6, pág. 47.

[5] Ibid. 

[6] ibid.

[7]  Ibid.

[8] Jorge Croly, «The Apocalypse of St. John,» págs. 181-183.

[9] Jorge Storrs, «Midnight Cry,» 4 de mayo, 1843, tomo 4, Nos. 5, 6, pág. 47.

[10] Id., pág. 48. [11] Pitirim A. Sorokin, «Social and Cultural Dy


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