Lección 3 de Deuteronomio: El pacto eterno

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Dios ama a la humanidad con «un amor eterno» (Jer. 31:3) e hizo un pacto eterno
con su pueblo (Jer. 32:40; Eze. 37:26; Heb. 13:20). En Deuteronomio, Dios
reconfirmó el pacto que inició y renovó con Israel (Éxo. 19:4-6; 24:3-7). Dios actúa
de esta manera porque quiere profundizar, renovar y ratificar el pacto entre él y su
pueblo, animándolos a serle fieles en medio de todas las circunstancias que
enfrentarán en la Tierra Prometida.
El libro del Deuteronomio está escrito con una compleja estructura literaria (para
más detalles, ver el apéndice al final de este libro). Me sorprendió gratamente
descubrir que todo el documento se presenta en forma de pacto. Quedé más
sorprendido todavía al saber que en el libro se mezclan tres estructuras. Esto es
extremadamente significativo, porque no conozco ningún otro libro de las
Escrituras en el que tres estructuras literarias desempeñen papeles clave dentro de
un mismo libro.
En primer lugar, una estructura retórica une los tres discursos de Moisés (Deut.
1:6-4:43; 4:44-28:68; 29:l-30:20).1 En segundo lugar, la estructura del pacto une
todo el libro en seis partes: el preámbulo (Deut. i:i-6a), el prólogo histórico (Deut.
i:6b-4:43), las estipulaciones (Deut. 4:44-26:19), las bendiciones y maldiciones
(Deut. 27:1-30:20), los testigos (Deut. 30:19; 31:19) y las disposiciones especiales del
pacto (Deut. 3i:9-i3).2 Finalmente, la exposición de cada uno de los mandamientos
del Decálogo se presenta en la parte central del libro en el segundo sermón. Esto
se logra de la siguiente manera: primero, se aclaran los principios de la ley en los
capítulos 5 al 11, y luego se explica cada mandamiento en los capítulos 12 al
26.2
Esta triple estructura literaria añade belleza al texto, subraya la intencionalidad
de Moisés y ayuda al lector a percibir el panorama general del libro. Además,
certifica la unidad del libro, lo que hace evidente que una sola mente maestra,
guiada por el Espíritu Santo (2 Tim. 3:16; 2 Ped. 1:20,21), está detrás de esta
extraordinaria composición.
LA ELABORACIÓN DEL PACTO
¿Qué es un pacto? La respuesta a esta pregunta clave es bastante sencilla. Un
pacto es un documento que describe el establecimiento de un vínculo estrecho, o
un convenio, que une a dos partes. Debido a que la relación de confianza entre
Dios y su pueblo se había estropeado, Dios tomó la iniciativa de poner por escrito
los fundamentos de esta relación entre dos partes desiguales. De este
modo, Deuteronomio fue el documento legal que contenía los elementos,
condiciones y pormenores de una relación significativa. El libro explica cómo debía
funcionar el pacto, que luego se ratificó con el pueblo.
Hay que establecer un acuerdo por escrito cuando hay desconfianza entre dos
partes que necesitan hacer algo juntas. Por ejemplo, si quiero comprar un
automóvil a mi colega, y confío en él porque sé que es una persona íntegra, no
necesitamos hacer un papeleo complicado; Yo confío en él, y él confía en mí. En
virtud de la fiabilidad de nuestras palabras, tenemos suficiente confianza para
proceder a una simple transacción entre nosotros. Pero si no confío en mi colega, o
él tiene dudas sobre mi capacidad para pagarle a tiempo, necesitaríamos proteger
esta transacción con un acuerdo por escrito. La falta de confianza exige un
procedimiento legal oficial para establecer un contrato sólido. Cuanta menos
confianza hay, más se necesita de una garantía. Estas precauciones resguardan la
seguridad de la relación.
Cuando el pueblo de Dios no cultiva una relación de confianza con su Señor, él
establece un pacto de misericordia con ellos para asegurarles que está a su favor,
que siempre es fiel y digno de confianza, y que cumple su palabra. ¡Qué grandioso
es nuestro Dios, que anhela una relación más estrecha con sus criaturas! Él da el
primer paso para restaurar un pacto quebrantado, como hizo en el jardín de Edén
cuando Adán y Eva pecaron contra él (Gén. 3:9). Del mismo modo, nuestro Dios
establece un pacto con su pueblo.
En Génesis 6:18 se presenta por primera vez la palabra pacto en la Biblia. En
aquella ocasión, Dios prometió a Noé que establecería un pacto con él y su familia
a fin de preservar a un remanente fiel (Gén. 7:23). Después del Diluvio, Dios
estableció su pacto con todo el mundo: Noé, sus descendientes y todo ser viviente
sobre la Tierra (Gén. 8:21,22; 9:8-17). Este pacto con Noé posterior al diluvio es
unilateral, ya que Dios mismo declara lo que hará, independientemente de la
respuesta de la humanidad. Él cumplirá fielmente su promesa de no volver a
destruir la tierra con un diluvio. El arco iris es la señal visible de la fidelidad
incondicional de Dios a su palabra (Gén. 9:13-17).
En el pacto adámico, Dios declaró que enviaría a la Simiente prometida para
redimir a la humanidad caída (Gén. 3:15; Mat. 1:21). Su palabra garantizaba su
cumplimiento porque Dios cumple lo que promete (Sal. 33:6, 9). De este modo,
cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a Jesucristo al mundo para
salvarnos (Dan. 9:24-27; Juan 3:16; Gál. 4:4). Nuestro Dios siempre ha estado
comprometido con nosotros y ha hecho todo lo posible para atraer a la humanidad
a sí mismo, pues está a favor de nosotros y nunca en nuestra contra (Rom. 8:31-39).
En el pacto abrahámico, Dios le aseguró a Abraham que lo cortaría en pedazos
como animales de sacrificio si quebrantaba el pacto con él (Gén. 15:7-19).3
¡Este fue
un evento impresionante! Dios se manifestó a Abraham mediante una antorcha de
fuego y un horno humeante (como en Éxodo 19:18) que «pasaba»
(hebreo abar) entre los pedazos de los sacrificios de animales, confirmando su
promesa de dar la tierra a los descendientes de Abraham (Gén. 15:17). Pasar es un
concepto importante, ya que este término también se utilizó en la época del Éxodo,
cuando el Señor pasó (abar) por Egipto para herir a los que no estaban
resguardados por la sangre del cordero pascual (Éxo. 12:12,21-23). Poco después
de ese acontecimiento, Israel pasó (abar) triunfalmente el mar Rojo (Éxo. 14:21; Sal.
66:6).
Un aspecto importante del pacto de Dios con Abraham es que no era un acuerdo
bilateral, un pacto entre dos partes. Por el contrario, dependía únicamente de la
acción de Dios. Dios haría lo que prometió a pesar de la incredulidad de Israel. J.
Nicholas Reid afirma acertadamente: «En Génesis 15, el Señor asume todas las
obligaciones. Que sea maldito; que muera si se viola el pacto. Como enseña el
Nuevo Testamento, lo impensable ocurrió en el Calvario, cuando Dios tomó sobre
sí la maldición y murió por su pueblo (Hech. 20:28)».s
No hay muchos pactos en el Antiguo Testamento, solo hay un pacto eterno de
gracia. Este pacto tiene siete fases o formas diferentes en la historia: el pacto
adámico (Gén. 1-3), el pacto con Noé (Gén. 6-9), el pacto abrahámico (Gén. 12:1-3;
15:1-21; 17:1-27), el pacto mosaico o sinaítico (Éxo. 19-24), el pacto con Finees
(Núm. 25:10-13), el pacto davídico (2 Sam. 7:5-16) y el nuevo pacto (Jer. 3i:3i-33).4
La estructura del pacto mosaico y algunos de los otros pactos bíblicos se basan en
el patrón de los tratados de vasallaje de la soberanía hitita, que también se
utilizaban en Egipto.5 Para comunicarse de manera efectiva, Dios utilizó un estilo
que Israel podía entender, y Moisés comunicó el mensaje de la fidelidad del pacto
de Dios en este patrón bien conocido.6
El asiriólogo Viktor Korosec publicó un estudio de sus hallazgos sobre los tratados
entre los reyes hititas y sus vasallos. En su análisis, descubrió varias partes bien
definidas y distintas que tenían una secuencia bastante regular.7
Entonces, George
Mendenhall, de la Universidad de Michigan, comparó el estudio de Korosec con los
pactos bíblicos.8 Como resultado, los estudiosos de la Biblia se sorprendieron al
darse cuenta de que se utilizaba un patrón similar al describir el establecimiento de
pactos de Dios con su pueblo. ¡Qué descubrimiento tan sorprendente!
¿Cómo se elaboraron los antiguos pactos de la época de Moisés?
Las estructuras se construyeron siguiendo el modelo de los tratados de vasallaje de
los hititas, por lo que algunas partes de los pactos bíblicos eran similares:

  1. Preámbulo (el Señor se presenta, dice quién es).
  2. Prólogo histórico (se explica la relación pasada entre el Señor y su pueblo).
  3. Estipulaciones (se formulan órdenes, se estimula la obediencia).
  4. Bendiciones y maldiciones (los que obedezcan recibirán bendiciones; los
    desobedientes recibirán maldiciones).
  5. Testigos (los testigos pueden ser personas, la tierra, el cielo).
  6. Señales del pacto o disposiciones especiales (el arco iris, la circuncisión, la lectura
    de la ley en ocasiones especiales, los monumentos, etc.).
    Los siguientes son ejemplos de estas estructuras:
  7. El Decálogo (Éxo. 20:1-17). Aunque solo refleja una parte de este formato, el
    Decálogo demuestra cómo funciona este modelo: preámbulo (vers. 2a), prólogo
    histórico (vers. 2b), estipulaciones (vers. 3-17), testigos (vers. 18-21), bendiciones y
    maldiciones (Lev. 27) y disposiciones especiales (Deut. 6:6-9).
  8. El libro de Deuteronomio. Deuteronomio tiene un preámbulo (1:1-6a), un prólogo
    histórico (i:6b-4:43), estipulaciones (4:44-26:19), bendiciones y maldiciones (27:1-
    30:20), testigos (30:19,20) y una disposición especial (31:9-13).
  9. Josué 24

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