El pacto de Noé

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EL PACTO CON NOE ANTERIOR AL DILUVIO


Diccionario Bíblico Adventista. Arco iris (heb. qesheth, “arco”; gr. í­ris, “arco iris”). Fenómeno atmosférico. Arco de colores que se ve en el cielo, del lado opuesto al sol, producido por la refracción de la luz en las gotitas de agua suspendidas en la atmósfera. Como la lluvia no se conocí­a mientras funcionaba el plan original para regar la tierra (Gen 2:5, 6), no pudo aparecer un arco iris antes que se abrieran “las ventanas de los cielos” durante el diluvio. Por eso es probable que el 1er arco iris fuera visto después del diluvio, cuando el sol se abrió paso a través de las nubes mientras Noé ofrecí­a su sacrificio al Señor luego de salir del arca. Dios hizo entonces del arco iris la señal de garantí­a de la promesa del pacto de que nunca más habrí­a un diluvio para destruir la tierra (9:13, 14, 16). Dos profetas separados por muchos siglos, Ezequiel y Juan, describieron este arco que vieron en visión alrededor del trono de Dios (Eze 1:28; Rev 4:3). También aparece un arco iris sobre la cabeza del ángel poderoso que descendió del cielo con un librito en la mano (10:1,2).

Hemos notado antes que la primera referencia explícita en las Escrituras con respecto a hacer un pacto, aparece en Génesis 6:18: “Más establecerá mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo”. Una comparación cuidadosa de las palabras con otras declaraciones de pactos en el Antiguo y el Nuevo Testamentos revela que contiene los puntos esenciales del pacto bíblico. Definidamente un pacto entre Dios y el hombre es el pacto que Dios hizo con Noé.
Encontramos que aquí se mencionan las partes que hacen el pacto: Dios y el hombre. En los pactos bíblicos, Dios y el hombre se relacionan, y Dios toma la iniciativa. Aquí también encontramos esta situación.
El mandato: “Entra tú en el arca”, revela que el pacto de Dios con Noé estipulaba una obligación. La idea del pacto aquí está lejos de la idea de un contrato, alianza, unión o acuerdo entre Dios y Noé. De hecho, es el pacto de Dios (“mi pacto”), y Noé y su familia fueron los receptores y los beneficiarios de la bendición del pacto como resultado de su obediencia.
La declaración de Génesis 6: 18, aunque breve, contiene conceptos profundos. Predice provisiones para el futuro de la humanidad. Al establecer este pacto con el superviviente del diluvio y su familia, Dios otorga su abundante gracia y misericordia. La seguridad de la humanidad en el presente y la seguridad de la salvación en el futuro surgen de la gracia de Dios y del acto divino en favor de ellos. Dios mismo se muestra como un Dios misericordioso y lleno de gracia, constante en su amor por la humanidad.
La expresión típica del establecimiento de un pacto no aparece en este pasaje, específicamente, la que se usa en ochenta lugares del Antiguo Testamento: “cortar un pacto”, o en la expresión típica y apropiada de “hacer un pacto”. Aquí el término usado es establecer (heqím). Una investigación cuidadosa de este término en relación con el establecer un pacto, revela la importancia de “mantener” o “confirmar” (comparar Deut. 9:5; 27:26; 1Sam. 15:11; 2 Sam. 7:25; 2 Rey. 23:3, 24; etc.). Este descubrimiento nos da la impresión de que el establecimiento divino del pacto implica el mantenimiento de un compromiso en el que Dios se ha empeñado con anterioridad.
Aun cuando Génesis 6:18 es la referencia más temprana a un pacto en la Biblia, el uso de este término hebreo específico en relación con él implica que Dios había hecho previamente un pacto con la humanidad. En este sentido, el pacto de Dios con Noé puede considerarse como una renovación de su pacto con Adán, al que la Biblia se refiere implícitamente en Génesis 3:15.
Obviamente, Noé respondió con fe y obediencia a la invitación de Dios de hacer en un pacto con él al entrar en el arca. Noé y su familia demostraron la clase de obediencia que surge de una confianza total y completa en Dios, en lugar de la obediencia que tiene la intención de ganar méritos ante Dios.
Génesis 9:8 al 17 describe el pacto posterior al diluvio que Dios hizo con Noé y su familia. Es amplio pues incluye los animales también, y demuestra que la provisión de la gracia de Dios no depende necesariamente de la comprensión o la obediencia de parte de los beneficiarios del pacto. Es importante notar que el pacto de Génesis 9:8 al 17 es el primero y el único pacto bíblico que en su alcance es totalmente universal.
El pacto posdiluviano que Dios hizo con Noé se describe, a veces, como un pacto incondicional porque no menciona ninguna condición u obligación específica impuesta a los seres humanos. No resulta completamente claro si las instrucciones en los siete versículos anteriores deben considerarse como las obligaciones del pacto. Algunos eruditos las han entendido como que están relacionados, y por eso sugieren que este pacto es condicional. De cualquier manera, aun si no hay obligaciones explícitas observables fácilmente, se supone que debe estar implícita, porque son parte de todos los pactos.
En el pacto hecho con Noé después del diluvio, Dios prometió que nunca más un diluvio universal destruiría toda la tierra. Esta promesa no implica, sin embargo, que Dios está obligado a no destruir al mundo otra vez por otros medios que no sean el agua. Su plan revelado es usar un gran fuego destructor para terminar con toda la maldad al fin de la historia humana (2 Ped. 3:7, 10, 11; Apoc. 20:9). Esta  intención de ninguna manera contradice la promesa que Dios hizo a Noe y sus descendientes. “Así destruirá Dios a los impíos de la tierra. Pero los justos serán protegidos en medio de estas conmociones, como lo fue Noé en el arca. Dios será su refugio y tendrán confianza bajo sus alas protectoras”.
Sólo tres pactos bíblicos incluyen señales explícitas del pacto. En el pacto posterior al diluvio hecho con Noé, la señal es el arco iris (Gén. 9:12, 13), producido por la refracción de la luz solar a través de las gotas de lluvia.
Por cuanto las señales bíblicas cumplen funciones importantes, resulta útil comprender la naturaleza de la señal ligada a este pacto. Por definición, las señales apuntan a algo más allá de sí mismas, proveyendo una garantía o un compromiso. Pueden impartir conocimiento, servir como protección, producir fe, o hacer recordar y con confirmar:
La mayoría de estos aspectos aparecen en la señal del arco iris. En contraste con las otras dos señales del pacto (que serán consideradas más tarde), el arco iris es una señal física, externa en las nubes que le hace recordar a Dios su pacto (Gén. 9:15, 16) de que nunca destruirá otra vez la tierra con un diluvio. Aunque el arco iris nos recuerda que Dios una vez castigó la maldad con un diluvio universal, garantiza que cuando las nubes traen lluvia, no necesitamos temer otro diluvio. Nos recuerda que Dios ha cumplido y cumplirá su promesa de nunca volver a traer un diluvio para destruir la tierra. El arco iris, como un recordativo de la fidelidad de Dios a su promesa, debiera hacer surgir fidelidad en nosotros, y servirnos como un poderoso factor disuasivo de una vida de pecado.

Patriarcas y Profetas, páginas  97-98: ¡Cuán grandes fueron la condescendencia y compasión que Dios manifestó hacia sus criaturas descarriadas al colocar el bello arco iris  en las nubes como señal de su pacto con el hombre! El Señor declaró que al ver el arco iris recordaría su pacto. Esto no significa que pudiera olvidarlo, sino que nos habla en nuestro propio lenguaje, para que podamos comprenderle mejor. Quería el Señor que cuando los niños de las generaciones futuras preguntasen por el significado del glorioso arco que se extiende por el cielo, sus padres les repitiesen la historia del diluvio, y les explicasen que el Altísimo había combado el arco, y lo había colocado en las nubes para asegurarles que las aguas no volverían jamás a inundar la tierra. Así sería el arco iris, de generación en generación, un testimonio del amor divino hacia el hombre, y fortalecería su confianza en Dios.

En el cielo una semejanza del arco iris rodea el trono y nimba la cabeza de Cristo. El profeta dice: “Cual parece el arco del cielo que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor [del trono]. Esta fué la visión de la semejanza de la gloria de Jehová.” Ezequiel 1:28. Juan el revelador declara: “Y he aquí, un trono que estaba puesto en el cielo, y sobre el trono estaba uno sentado…. Y un arco celeste había alrededor del trono, semejante en el aspecto a la esmeralda.” Apocalipsis 4:2, 3. Cuando por su impiedad el hombre provoca los juicios divinos, el Salvador intercede ante el Padre en su favor y señala el arco en las nubes, el arco iris que está en torno al trono y sobre su propia cabeza, como recuerdo de la misericordia de Dios hacia el pecador arrepentido.

A la seguridad dada a Noé respecto al diluvio, Dios mismo ligó una de las más preciosas promesas de su gracia: “Juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré. Porque los montes se moverán, y los collados temblarán; mas no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.” Isaías 54:9, 10.Maravillosa Gracia de Dios, página 159: Se dice que hay un arco iris en el cielo circundando el trono, como asimismo sobre la cabeza de Cristo, como un símbolo de la misericordia de Dios que circunda la tierra. Cuando el hombre provoca la ira de Dios debido a su gran maldad, Cristo, el intercesor del hombre, ruega por él y señala el arco en la nube como evidencia de la gran misericordia de Dios y de su compasión por el hombre sujeto a error.—Spiritual Gifts 3:74, 75


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