Efeso, ciudad

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Efeso (gr. Efesos, “permitido”). Ciudad del Asia Menor occidental, cerca de la desembocadura del rí­o Cayster. Estaba situada en la unión de varias rutas de intercambio dentro del mundo griego, y sobre el camino principal de Roma hacia el Oriente. Adquirió importancia por su posición estratégica; su gran templo, el centro del culto a Diana* (Artemisa); sus famosos libros de magia, los Efesia grammata (cf Act 19:19); y el poder económico de su asociación bancaria.

Fue fundada por los griegos jónicos (s XI a.C.), y llegó a ser la capital de la confederación jónica de 12 ciudades. En el s VI a.C. el rey Creso de Lidia la conquistó. Después de su caí­da ante Ciro, se integró al Imperio Persa. Dos siglos más tarde cayó ante Alejandro Magno, y luego cambió de dueño varias veces 348 durante los primeros años de sus sucesores. Después estuvo en manos seléucidas, de quienes los romanos la tomaron luego de derrotar a Antí­oco el Grande, en Magnesia (190 a.C.). La ciudad pasó entonces al reino de Pérgamo. Cuando Atalo III de ese reino la legó a Roma (133 a.C.), Efeso se convirtió en el centro más importante de la provincia romana de Asia.

Como en la mayorí­a de las grandes ciudades del Imperio Romano, en Efeso habí­a una comunidad judí­a con su sinagoga (Act 18:19; 19:8, 17). Pablo, como de costumbre, al llegar comenzó su predicación en ella. La primera vez lo hizo brevemente (en viaje de Corinto hacia Jerusalén, durante su 2o viaje misionero), y otra vez durante 3 meses en su 3er viaje (Act 18:18; 19:8). Después de ser expulsado de la sinagoga, Pablo tuvo reuniones en una escuela por más de 2 años (vs 9, 10) hasta que el tumulto, incitado por el platero Demetrio, hizo aconsejable que saliera de la ciudad (20:1). Para ese entonces, habí­a estado 3 años en Efeso (v 31), y probablemente habí­a establecido un sólido centro cristiano desde donde se podí­a proclamar el mensaje a otras ciudades de la provincia de Asia. Esto parece evidente por el hecho de que, sólo unos pocos años más tarde, habí­a iglesias cristianas en la mayorí­a de las grandes ciudades de esa provincia (Col 4:13-16; Rev 2:1-3:22). A su regreso a Jerusalén, como un año después de haber salido de Efeso, Pablo fue visitado por dirigentes de esa iglesia en Mileto (Act 0:16-38). Durante su 1er encarcelamiento en Roma, Pablo escribió la Epí­stola a los Efesios, y probablemente hizo otra visita a la iglesia después de su liberación (1 Tit 1:3). Efeso sufrió mucho por un terremoto (29 d.C.), pero fue reconstruida por Tiberio. A esta ciudad reconstruida llegaron Pablo y Juan. Durante el s III d.C. sufrió una invasión de los godos, quienes destruyeron el famoso templo de Diana. Sin embargo, se recuperó, y en el 431 d.C. fue el asiento del 3er concilio general de la Iglesia. En él se hicieron declaraciones importantes con respecto a la naturaleza de Cristo, y Marí­a fue oficialmente declarada la “madre de Dios”. Gradualmente la ciudad perdió su importancia por causa del constante relleno del puerto con el limo del rí­o Cayster, y se convirtió en ruinas. Cerca de ellas hay una aldea insignificante. Las primeras excavaciones fueron hechas por una expedición británica bajo la dirección de J. T. Wood (1863 a 1874), que tuvo éxito en descubrir los restos del antiguo templo de Diana. Los alemanes, con J. Keil a la cabeza (1926 a 1935), sacaron a luz las iglesias y el gimnasio de Efeso, y desde 1954 una expedición austro-germana estuvo trabajando en el lugar. Una de las ruinas más impresionantes es el gran teatro construido en la falda occidental del monte Pión. Su auditorio semicircular tiene un diámetro de unos 150 m, y el foso de la orquesta unos 33 m. El escenario tení­a un ancho de casi 7 m, y gradas con 66 hileras de asientos con una capacidad para 24.500 personas. Este fue el escenario del tumulto contra Pablo y sus enseñanzas registrado en Act 19:23-41 La calle principal que conectaba el teatro con el puerto se llamaba Arcadiana. Su extensión de 530 m estaba pavimentada con losa de mármol, y a ambos lados habí­a locales comerciales con columnatas. De noche, la calle estaba iluminada, algo poco común en una ciudad antigua. Otras zonas de Efeso que fueron expuestas incluyen el ágora, la biblioteca de Celso, gimnasios, baños, varias iglesias del perí­odo cristiano (entre ellas la gran iglesia doble en la que se celebró el concilio del año 431) y la iglesia monumental que se construyó en honor del apóstol Juan (de acuerdo con una fuerte tradición, el apóstol pasó muchos años de su vida en Efeso y fue un dirigente reconocido por las iglesias del Asia Menor occidental; la 1a de las 7 cartas escritas durante su exilio en la isla de Patmos fue dirigida a la iglesia de Efeso [Rev 3:1-7; véase CBA 7:93-96, 759-762]).

Nada queda del gran templo de Diana* (Artemisa), sino una depresión que en la estación seca revela algunas de las piedras que formaron su fundamento (fig 175). Tení­a 4 veces el tamaño del Partenón de Atenas, y estaba entre las 7 maravillas del mundo. Dentro de la estructura del templo habí­a 117 columnas (Plinio equivocadamente dice 127), de unos 20 m de altura, 36 de las cuales tení­an esculturas de tamaño natural en su parte inferior. Era el centro de grandes festividades que atraí­an a muchos visitantes, especialmente durante el mes artemisios (marzo-abril), mes en que se habrí­a producido el tumulto contra Pablo. 349 También era el lugar donde se guardaban los tesoros de la gran asociación bancaria que hací­a famosa a Efeso. Su objeto principal de culto era una imagen de la diosa Diana hecha de madera negra de olivo, de acuerdo con ciertos eruditos, o de hierro meteórico según otros (cf Act 19:35). Como se la consideraba una diosa de la fertilidad, su imagen mostraba muchos pechos (fig 163). El templo estuvo originalmente en el centro de la ciudad, construida sobre el suelo aluvial de la ribera del rí­o Cayster. Sin embargo, como con frecuencia la ciudad se inundaba por las crecidas del rí­o, Lisí­maco la trasladó a un lugar más alto, libre de inundaciones y fuera del alcance de las crecidas (286 a.C.). El templo de Diana no se trasladó -quedó fuera de los muros de la ciudad- y fue destruido por los godos (c 260 d. C.); nunca fue completamente reconstruido. Sus columnas se usaron para decorar iglesias cristianas en sitios tan lejanos como Constantinopla (Estambul), y las ruinas del templo fueron una cantera de la que se extrajeron materiales de construcción hasta no quedar nada de él. Bib.: M. M. Parvis y F. V. Filson, BA 8 (1945):62-80.

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