La Humanidad de Cristo – Parte 2

Publicado por - en

La Humanidad de Cristo – Parte 2

 

¿Tenía Cristo, entonces, amor natural por el pecado, una inclinación a pecar, una inclinación al mal, cuando El nació?
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. –Luc. 1:35.

La humanidad de Cristo es llamada «ese santo ser» – Signs of the Times, 16 de enero de 1896.

Cristo es llamado el segundo Adán. En pureza y santidad, en conexión con Dios y amado por Dios, comenzó donde el primer Adán comenzó. – Youth Instructor, 2 de junio de 1898. No había principios corruptos en el primer Adán ni propensiones corruptas o tendencias al mal.(1) Adán era tan impecable como los ángeles que están delante del trono de Dios. – Comentario Bíblico, tomo1, 1097

El tenía que ocupar su posición a la cabeza de humanidad al tomar su naturaleza pero no la pecaminosidad del hombre. – Signs of the Times, 29 de mayo de 1901.

No debiera existir la más ligera duda respecto a la perfecta carencia de pecaminosidad en la naturaleza humana de Cristo. — Manuscrito 143, 1897.

Cristo no poseía la misma desleatad pecaminosa, corrupta y caída que nosotros poseemos. — Mensajes Selectos, tomo 3, 131.

Su inclinación hacia lo correcto era una constante satisfacción para sus padres. . . . Nadie que mirara el rostro infantil radiante de animación, podría decir que Cristo era exactamente como los otros niños. Era Dios en carne humana. – Comentario Bíblico, tomo 5, 1091

Se hermana en nuestras flaquezas, pero no alimenta pasiones semejantes a las nuestras. Como no pecó, su naturaleza rehuía el mal. Soportó luchas y torturas del alma en un mundo de pecado. – Joyas de los Testimonios, tomo 1, 218.

No debemos pensar que la posibilidad [capacidad] de Cristo de ceder a las tentaciones de Satanás degradó su humanidad y que él poseyó las mismas propensiones corruptas y pecaminosas que el hombre.

La naturaleza divina, combinada con la humana, lo hizo a él capaz de ceder a las tentaciones de Satanás. En esto la prueba para Cristo fue mucho más grande que la de Adán y Eva, porque Cristo tomó nuestra naturaleza, caída pero no corrupta, y no sería corrompida a menos que él recibiese las palabras de Satanás en lugar de las palabras de Dios. — Manuscritos 57, 1890; Manuscritos Liberados 1211.

Sed cuidadosos, sumamente cuidadosos en la forma en que os ocupáis de la naturaleza de Cristo. No lo presentéis ante la gente como un hombre con tendencias al pecado. El es el segundo Adán. El primer Adán fue creado como un ser puro y sin pecado, sin una mancha de pecado sobre él; era la imagen de Dios. Podía caer, y cayó por la transgresión. Por causa del pecado su posteridad nació con tendencias inherentes a la desobediencia. Pero Jesucristo era el unigénito Hijo de Dios. Tomó sobre sí la naturaleza humana, y fue tentado en todo sentido como es tentada la naturaleza humana. Podría haber pecado; podría haber caído, pero en ningún momento hubo en él tendencia alguna al mal. Fue asediado por las tentaciones en el desierto como lo fue Adán por las tentaciones en el Edén.

Evitad cualquier cuestión que se relacione con la humanidad de Cristo que pueda ser mal interpretada. . . Nunca dejéis, en forma alguna, la más leve impresión en las mentes humanas de que una mancha de corrupción o una inclinación hacia ella descansó sobre Cristo, o que en alguna manera se rindió a la corrupción. Fue tentado en todo como el hombre es tentado, y sin embargo él es llamado «el Santo Ser». Que Cristo pudiera ser tentado en todo como lo somos nosotros y sin embargo fuera sin pecado, es un misterio que no ha sido explicado a los mortales. – Comentario Bíblico, tomo 5, 1102, 1103; Carta 8, 1895.

¿En que estado espiritual nacen todos los descendientes de Adán (excepto Cristo)?
Por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres. — Rom. 5:18.

He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. — Sal. 51:5.

Y éramos por naturaleza hijos de ira. — Efe. 2:3.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. — Juan 3:18.

Nadie hereda la santidad por nacimiento. — Mensajes Selectos, tomo 1, 364.

Nuestros corazones son depravados por naturaleza. – En los Lugares Celestiales, 165.

Por naturaleza, el corazón es malo, y «¿quién hará limpio de inmundo? Nadie.» Job 14:4.

El orgullo está labrado en nuestro propio ser. Ha llegado a nosotros como una herencia, y ha sido protegido por muchos como un precioso tesoro. – Historical Sketches, 138, 139.

En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir. – La Educación. 29.

Es imposible para el hombre por sí sólo vencer las propensiones naturales al mal. – Signs of the Times, 4 de abril de 1895.

Por el pecado el hombre completo está descompuesto, la mente está pervertida, la imaginación corrompida. El pecado ha degrado las facultades del alma. Las tentaciones externas hallan una respuesta afín en lo interno del corazón, y los pies se deslizan imperceptiblemente hacia el mal. – Testimonies, tomo 8, 312.

La naturaleza humana fue corrompida en su misma fuente. – Review and Herald, 16 de abril de 1901.

Debido a su relación con el primer Adán, los hombres sólo reciben culpabilidad y la sentencia de muerte. – Conducción del Niño, 448.

Adán pecó, y los descendientes de Adán comparten su culpa y las consecuencias. – Fe y Obras, 91.

¿Podía Adán, en su pureza original, haber obedecido al Señor con los poderes que Dios le dio?

Era posible para Adán, antes de la caída, desarrollar un carácter justo por la obediencia a la ley de Dios. Mas no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una naturaleza pecaminosa y no podemos hacernos justos a nosotros mismos. Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa. No tenemos por nosotros mismos justicia con que cumplir lo que la ley de Dios demanda. – Camino a Cristo, 62.

Hemos concluido que Cristo nació con una perfecta naturaleza espiritual pero con una naturaleza física y mental degradada. ¿Pudo él, con la humanidad que aceptó, haber obedecido a su Padre celestial sin ayuda sobrenatural?

No puedo yo hacer nada por mí mismo. –Juan 5:30.

Jesús dijo de su Padre, «Yo confiaré en él». –Heb. 2:13.

Como hombre, hizo frente a la tentación, y venció en la fuerza que Dios le daba. – Conflicto de los Siglos, 16.

La salvación del hombre estaba en la balanza, y debía decidirse por la aflicción de Cristo en el desierto. Si Cristo salía victorioso con referencia al apetito, entonces había una chance para el triunfo del hombre. Si Satanás ganaba la victoria a través de su astucia, el hombre estaba atado por el poder del apetito en eslabones de indulgencia que no tendría poder moral para romper. La sola humanidad de Cristo nunca podría haber soportado la prueba; pero su poder divino, combinado con la humanidad, ganó en nombre del hombre una victoria infinita. – Signs of the Times, 24 de octubre de 1878.

¿Qué provisión hizo Cristo por nosotros para que nosotros, también, podamos obedecer al Señor?
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. — Eze. 36:26.

Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo. –Heb. 8:10.

Era imposible para el pecador guardar la ley de Dios, que era santa, justa, y buena; pero esta imposiblidad fue quitada por la comunicación de la justicia de Cristo al alma arrepentida y creyente. – Signs of the Times, 20 de junio de 1895.

Jesús no reveló cualidades ni ejerció facultades que los hombres no pudieran tener por la fe en él. Su perfecta humanidad es lo que todos sus seguidores pueden poseer si quieren vivir sometidos a Dios como él vivió.—Deseado de Todas las Gentes, 619, 620.

Vino para destruir las obras del diablo, y ha hecho provisión para que el Espíritu Santo sea impartido a toda alma arrepentida, para guardarla de pecar. – Deseado de Todas las Gentes, 277.


0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *