LA BRUTALIDAD IMPLACABLE DE LA PASIÓN

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Lo que más me chocó es la implacable brutalidad de la tortura que se
inflige en el cuerpo de Cristo a lo largo de la película. La
violencia está diseñada, no para inspirar, sino para chocar a la
gente y dejarla emocionalmente exhausta. Gibson logra ese objetivo
con insuperable habilidad y merece mi oscar personal por una
brillante brutalidad.

La brutalidad estremecedora del azotamiento de Jesús, primero con un
palo y después con un látigo de nueve puntas metálicas, es inspirada
no por el relato de los Evangelios, sino por la Pasión Dolorosa de
Emmerich, y la Ciudad de Dios, de María de Agreda. Estos libros
místicos describen la flagelación de Jesús en detalles vívidos e
insufribles. Emmerich vio el cuerpo de Jesús «completamente cubierto
de marcas negras, azules y rojas, la sangre chorreaba hasta el piso …
ellos utilizaron una vara de otra clase, –una especie de rama
espinosa, cubierta de nudos y astillas. Estos bárbaros … desataron a
Jesús, y nuevamente lo sujetaron con su espalda hacia el
pilar. … ellos recomendaron fustigarlo con aún mayor saña que antes …
El cuerpo de nuestro Señor estaba perfectamente convertido en tiras».
Gibson sigue los detalles de esta grotesca descripción al azotar a
Jesús dos veces, por delante y por detrás, primero con una vara y
después con un látigo de nueve puntas.

Aparentemente la brutalidad es el sello que distingue a Mel Gibson.
Al no estar familiarizado con sus películas (mi tiempo es muy valioso
para invertirlo en mirar ficción), no puedo hablar de primera fuente.
Pero los críticos destacan este hecho en sus reseñas. Por ejemplo,
Newsday dice que «la película muestra que la estrella y director de
Corazón Valiente (Braveheart) es hábil para representar la
violencia . . . con detalles macabros y horribles de la mutilación y
tortura físicas de Cristo».

En referencia a lo sangriento de la pasión, Eugene Habecker,
Presidente de la Sociedad Bíblica Americana, dijo: «Es Mel Gibson. Si
ves Corazón Valiente, eso es Mel Gibson». Jeff Strickler escribe en
la Star Tribune: «Por más que se anuncie ‘La Pasión de Cristo’ como
una película religiosa, es, sobre todo, una película de Mel Gibson.
Seguro, el director ganador del Oscar en Corazón Valiente introduce
un poco de dogma [demasiado desde mi punto de vista], pero lo que
realmente te planta en la cara es brutalidad. La sangre salpica. La
piel se raja y se abre. Los ojos se hinchan. La tesis de Gibson es
que Jesús sufrió por los pecados de la gente, y su enfoque es en el
sufrimiento».

«La implacable brutalidad es probable que defraude a muchos
espectadores, pero también le da a la película un poder tenaz. Las
imágenes son difíciles de sacar de tu mente. Abandonarás el cine
sintiéndote emocionalmente exhausto y probablemente estarás las
próximas horas procesando lo que has visto» (Star Tribune, 25 de
febrero de 2004). Por supuesto, me pasé la noche preguntándome cómo
puede cualquier persona sana producir tal exageración horrible y
sangrienta de la Pasión de Cristo. No pude dejar de poner en duda la
sanidad mental de Gibson.

La Brutalidad Implacable de la Película

En su crítica publicada en el Tri-City Herald, Christy Lemire
escribe: «La película es aterradora – no por su dogma [desde mi punto
de vista el dogma es igualmente aterrador], sino por lo incesante de
su brutalidad. Gibson, como director, productor y coautor, es
fetichista en su descripción del dolor que sufrió Jesús durante las
últimas 12 horas de su vida. Los golpes y azotes y ruptura de la piel
es tan repetitivo, que dejarán a la audiencia emocionalmente agotados
y paralizados…. Los soldados romanos, hablando latín, lo desnudan a
prácticamente nada, lo encadenan a una roca y lo azotan hasta que se
derrumba en una pila sangrienta de carne molida» (Tri-City Herald, 24
de febrero de 2004).

Lemire continúa con la observación de que «la idea de que los niños
deben ver La Pasión como método de aprendizaje –que las iglesias
estén organizando proyecciones y viajes al cine para sus miembros y
clases de catecismo– es verdaderamente chocante. Los adultos –aún los
creyentes verdaderos– tendrán dificultad para permanecer sentados
durante la película. Sólo piense en el trauma que infligirá a los
niños». Chocante como pueda sonar, esto es exactamente lo que algunos
predicadores, padres y maestros están haciendo, sin considerar el
trauma emocional y espiritual que la película producirá en las mentes
más jóvenes.

En el análisis publicado en The New Yorker, David Denby llama a La
Pasión «un viaje repugnante de la muerte, una sombría procesión nada
iluminadora de traición, golpes, sangre y agonía … ¿Cómo manejarán
los padres el dolor, terror e ira que los niños sentirán sin duda
mientras ven a un hombre desollado y destrozado hasta la muerte?»

En líneas parecidas, Ty Burr escribe en el Boston Globe: «Una
película profundamente medieval, sí. Brutal casi más allá de la
capacidad de descripción, sí. Más obsesionado en captar cada sagrada
gota de sangre y cada sagrado jirón de carne mártir que con cualquier
mensaje de amor cristiano, sí. Más que nada, La Pasión de Cristo
parece ser exactamente la película que Mel Gibson quería hacer como
fiel testimonio de su fe católica tradicionalista. En ese sentido es
todo un éxito». (24 de febrero de 2004). Estoy completamente de
acuerdo con Burr. Gibson ha hecho un trabajo maestro al producir una
recreación brutal y horripilante de la Pasión de Cristo en total
acuerdo con su fe católica tradicional.

Burr describe vívidamente lo que quizás sea la escena más grotesca de
La Pasión: «En las escenas de la película en tiempo presente, Cristo
ya le han golpeado el rostro, pero eso es apenas un preludio. Ahora
es atado a un poste en el patio romano, y la cámara hace un amoroso
paneo de la bandeja de instrumentos: el látigo, las puntas metálicas.
Ahí sigue una secuencia de 10 minutos en la cual, primero el Salvador
es golpeado con una vara hasta que su espalda está en carne viva.
Luego es azotado con el látigo de nueve colas que tiene puntas
metálicas al final de cada cola; en un cuadro vemos los ganchos
penetrando la carne y arrancándola. Posteriormente le dan vuelta a
Cristo y es azotado por el frente. Más tarde, después de la larga
marcha al Gólgota, es clavado en la cruz en cámara lenta con
acercamientos en los cuales cada martillazo saca una gota fresca de
sangre. … Para Gibson cada gota es sagrada, así que mientras más
mejor. Cada pedazo de carne que extrae el látigo es el sacrificio de
Cristo en toda su belleza, así que saquémosle. Sin embargo, el efecto
acumulativo trae sólo entumecimiento» (Globe, 24 de febrero de 2004).

En su editorial de la Adventist Review, William Johnsson da como
primera razón para elegir no ver La Pasión, su «pasmosa violencia».
Escribe: «No he visto la película. No critico a nadie que la haya
visto, pero no tengo intenciones de verla. Aquí está el porqué. Todo
lo registra la película es pasmosamente gráfico. Mel Gibson ha
protagonizado películas violentas: ahora ha hecho la máxima película
violenta. El artículo de la revista Newsweek llama la violencia de la
película clasificada para adultos ‘al principio impresionante,
después paralizante’. Rechazo la violencia y no puedo estar mirando
escenas de violencia. No necesito ver esta película».

¿Deben los Jóvenes Ver La Pasión?

La reacción de Johnsson de optar por no ver la película, hace surgir
la pregunta: ¿deben los padres llevar a sus jóvenes a ver esta
chocante y terrible película? La respuesta es obvia. Es irresponsable
exponer a los jóvenes adventistas a escenas de violencia brutal. La
misma opinión me expresaron en privado dos profesores de Seminario a
quienes se les pidió dar una crítica sobre la película. En su reseña
de la película en el Boston Globe, Ty Burr dio una inequívoca
respuesta: «Cualquier padre –no importa cuán devoto o bien
intencionado sea– que lleve a su niño a ver esta película es culpable
de abuso». Y concuerdo plenamente con el veredicto de Burr y podría
añadir que inclusive los adultos que son emocionalmente débiles no
deberían ver la película.

Varios informes señalan que algunos espectadores fueron
hospitalizados después de ver la película. Por ejemplo, Peggy Law
Scott, una mujer de 57 años de Wichita, Kansas, se desmayó durante la
escena final y sangrienta de la crucifixión. Mientras la gente
trataba de ayudarla, se prendieron las luces y se condujo a la gente
hacia la salida. Ella murió más tarde en el hospital.

En vista de su brutalidad y efectos devastadores en los espectadores,
fue una sorpresa saber que algunas iglesias y escuelas adventistas
están promocionando la película, incluso entre las personas jóvenes.
Una dama profesional adventista me envió electrónicamente este
mensaje: «Me han interesado especialmente sus comentarios sobre la
película La Pasión de Cristo. No veré esta película, pero tengo una
hija de 16 años que asiste a la Academia de Loma Linda. Su profesor
de Biblia ha ofrecido puntaje adicional a cualquiera de su clase que
vea la película. Él mismo se llevó un vehículo lleno de estudiantes
para verla esta semana. Mi hija lo escuchó y ha expresado interés en
ver la película con su clase. La puse a leer de nuevo los relatos de
la muerte de Jesús en los cuatro evangelios y ahora está leyendo su
Boletín también. Pienso que ella verá las cosas bajo otra luz.
También estoy reenviando su boletín tanto al profesor de Biblia como
al director de la Academia de Loma Linda».

Además de la chocante brutalidad, hay otra importante razón para que
los adventistas no vean esta película, a saber, el hecho de que La
Pasión personifica a Cristo, especialmente su sufrimiento y muerte
expiatoria por nuestra redención. Históricamente, los adventistas han
aceptado que cualquier película que personifique a Cristo no debería
ser vista por ellos. Esta recomendación es dada por el Departamento
de Jóvenes de la Asociación General. Bajo el título de «Recreación y
Entretenimiento», el Departamento de Jóvenes ofrece lineamientos
sobre películas «aceptables» y «no aceptables». La primera
recomendación sobre «presentaciones inaceptables» es sobre «Películas
personificando a Cristo» (Seventh-day Adventist Encyclopedia, p.
1187). Ninguna razón se da para tal recomendación, principalmente
porque la mayoría de los adventistas han comprendido históricamente
que hacer el papel de un ser divino es bíblica y éticamente
incorrecto. Este punto será discutido brevemente más adelante.

¿Cómo pueden algunos predicadores y maestros adventistas promover una
película que contiene errores notorios, brutalidad implacable y
herejías católicas tales como el papel prominente de María en nuestra
redención? Se me ocurren dos posibles respuestas. Primero, algunos de
ellos no han visto la película y de esa manera la promueven basándose
en los brillantes informes que han oído o leído. Un pastor que hizo
arreglos para que su congregación y las personas de la comunidad
pudieran ver La Pasión en un cine local, me dijo por teléfono que él
nunca pensó que la película sería tan mala. Si él hubiera visto la
película antes, no habría organizado la proyección privada.


¿La Chocante Brutalidad de La Pasión Conducirá a las Personas a
Cristo?

Segundo, algunos pastores, maestros, y padres creen que la violencia
chocante, la sangre vívida y la brutalidad repulsiva pueden usarse
legítimamente para ayudar a las personas a ver cuánto sufrió Cristo
por ellos. Bob Lepine de Family Life enfatiza este punto cuando
dice: «La Pasión puede ser la película más violenta de Gibson hasta
la fecha y merece su calificación de reservada para adultos. En más
de una ocasión mientras veía esta película, tenía que dejar de mirar
la pantalla. Recuerdo pensar en un momento dado: ‘Basta. Esto es más
que suficiente’. Y casi inmediatamente tuve un segundo
pensamiento: ‘Eso es cierto’, pensé. ‘Esto es más que suficiente,
porque la muerte de Cristo fue realmente bárbara y violenta’. Quizás
lo que todos necesitamos no es una versión de Hollywood limpia y
aséptica de su muerte, sino una mirada más exacta y gráfica de cómo
sufrió por nosotros. (Febrero de 2004, artículo en sitio web).

¿Provee la chocante brutalidad de Gibson del sufrimiento y muerte de
Cristo una descripción «más exacta» y efectiva de la Pasión que uno
puede encontrar en los Evangelios? ¿Se necesita una presentación tan
chocante para convertir personas hoy en día? Lepine y otros como él,
parecen olvidar que los Evangelios fueron escritos en una época
cuando las escenificaciones dramáticas con asombrosa brutalidad eran
cotidianas. Se nos dice que cuando el Coliseo fue inaugurado en Roma
(alrededor del 80 D.C.), 9000 bestias y 3000 gladiadores perdieron
sus vidas durante los primeros 100 días para dar un continuo
espectáculo sangriento para los romanos.

La brutalidad chocante era la distinción de los shows de Broadway de
la antigua Roma. Sólo Dios sabe cuán poderoso y efectivo hubiese sido
difundir el Evangelio a través de descripciones y dramatizaciones
gráficas de los eventos que llevaron a la Crucifixión. Pensaríamos
que las escenificaciones de la Pasión presentadas en los anfiteatros
dispersos por todas las principales ciudades del mundo romano,
pudiera haber conducido a los muchos gentiles a aceptar a Cristo como
su Salvador personal.

¿Debe el Evangelio Ser Proclamado a Través del Teatro?

Pero Dios escogió proclamar las Buenas Nuevas de salvación, no a
través de la escenificación, sino por la locura de la predicación (1
Cor. 1:21). Él escogió incluir en los Evangelios, no detalles
gráficos, sangrientos del juicio y la crucifixión de Cristo, sino un
relato sobrio de cómo se ofreció a sí mismo como sacrificio por
nuestra salvación. La razón es que la fe viene, no viendo
escenificaciones, sino «por el oír, y el oír, por la palabra de Dios»
(Rom. 10:17). Tom Holts observa perceptivamente que
«el hombre puede utilizar la conmoción y la violencia para evocar
empatía y emoción extremas y unir a los espectadores en
una ‘experiencia compartida’ de dolor, horror y ultraje, pero este no
es el camino de Dios a la fe salvadora revelada en el Nuevo
Testamento, ni tampoco es un medio para una mayor devoción e
intimidad con Dios entre el pueblo de Dios» (Bible Discernment
Ministries 2/2004).

Los líderes evangélicos que apoyan a Gibson creen que su
reconstrucción brutal de la Pasión es fiel a los Evangelios y llevará
a mucha gente de nuestra generación a aceptar a Cristo como su
Salvador personal. En una entrevista con la revista The New Yorker,
Gibson dijo: «Quería que fuese fiel a los Evangelios. Eso jamás se ha
hecho antes. No quería que Jesús se viera muy bonito. Quería romperle
uno de los ojos, destruírselo» (Septiembre, 2003).

¿Es esto lo que significa ser fiel a los Evangelios para Gibson?
¿Acaso alguno de los Evangelios describe a Cristo con un «ojo
destruido» y con su cuerpo desollado vivo tal como se muestra en La
Pasión? Los relatos bíblicos del azotamiento y crucifixión de Jesús
son tan mínimas como pudieran ser. Los Evangelios Sinópticos nos
dicen esencialmente lo mismo: «habiendo azotado a Jesús, [Pilato] le
entregó para ser crucificado», . . . «Y cuando llegaron al lugar
llamado de la Calavera, le crucificaron allí» (ver Mateo 27:26, 33;
Marcos 15:20, 22; Lucas 23:25, 33). Unos pocos versos más tarde Jesús
está muerto. Éste es el relato breve, sobrio y críptico de los
sufrimientos y muerte de Jesús.

Los escritores del Evangelio no se detuvieron mucho en los detalles
del sufrimiento de Cristo y promovieron la imitación católica de su
Pasión como una forma de salvación. Los evangelistas no eran místicos
católicos mentalmente desequilibrados y obsesionados con imitar el
sufrimiento de Cristo como forma de salvación, sino hombres prácticos
que aprendieron a los pies de Jesús a imitar la belleza de su
carácter en su vida diaria. Ellos reportaron el sufrimiento de Jesús
en los términos más breves, porque entendían que lo que era
importante para nuestra salvación, no está en concentrarnos en el
SUFRIMIENTO de Cristo, sino en el hecho de que JESÚS se ofreció a sí
mismo como un sacrificio expiatorio por nuestra redención.


Meditación Sobre la Humildad y Nobleza del Carácter de Cristo

En ninguna parte el Nuevo Testamento sugiere que nosotros debamos
meditar en los detalles sangrientos del azotamiento y tratamiento
brutal de Cristo que recibió a lo largo de 14 paradas en camino al
Calvario. La razón es que, contrariamente a las enseñanzas católicas,
somos salvados, no por imitar en pequeña escala el sufrimiento que
Cristo experimentó a escala mayor, sino aceptando el suministro de su
gracia para nuestra salvación a través de su sacrificio expiatorio.

El Nuevo Testamento invita a concentrarnos en la vida de obediencia
de Cristo, su muerte expiatoria, su gloriosa resurrección, su
constante intercesión, su retorno victorioso como Rey de Reyes y
Señor de Señores. En el texto clásico de Filipenses 2:5-9, Pablo
exhorta a los creyentes a mirar, no los detalles sangrientos del
sufrimiento de Cristo, sino la totalidad de su misión redentora: su
encarnación, humillación, sufrimiento y glorificación.

«Haya, pues, entre vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en
la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó
hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre» (Fil 2:5-
9).

Pablo sabía qué eran sufrimientos porque fue azotado cinco veces,
golpeado con varas tres veces, apedreado una vez, naufragado tres
veces, etc. (2 Cor. 11:24-29), sin embargo él realza para la
meditación cristiana, no los detalles sangrientos de la tortura y
ejecución de Cristo, sino la nobleza del carácter de Cristo como se
revela en su encarnación, humillación, sufrimiento y subsiguiente
exaltación.Éstos son los temas que pueden estimular nuestra
imaginación, sin tener que recurrir a los detalles gráficos y
sangrientos de su sufrimiento.

En las mismas líneas, la pluma inspirada nos aconseja «invertir una hora de
meditación cada día contemplando la vida de Cristo. Deberíamos
hacerlo punto por punto, y dejar que la imaginación se apodere de
cada escena, especialmente las finales. A medida que consideramos su
gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más
constante, nuestro amor se desarrollará, y estaremos más imbuidos en
su Espíritu. . . . Contemplando la belleza de su carácter,
seremos «transformados de gloria en gloria en la misma imagen’ (2
Cor. 3:18)» (El Deseado de Todas las Gentes, p. 83).


LA TEOLOGÍA DE «LA PASIÓN»

El espectador promedio de La Pasión puede no darse cuenta de que la
película no es una recreación de las últimas 12 horas de la muerte de
Cristo, sino una poderosa propaganda del punto central del culto
católico: LA MISA. Los católicos van a la iglesia, no para oír la
proclamación de la Palabra de Dios, sino para ser testigos de la
repetición del sacrificio de Cristo. La corta homilía que el
sacerdote hace durante la misa, ha sido influenciada principalmente
por la predicación protestante. Las pocas misas a las que asistí
cuando muchacho en Roma, Italia, y después como estudiante
doctoral en la Pontificia Universidad Gregoriana, normalmente no
tenían ninguna homilía. En la misa, los creyentes católicos ven al
sacerdote recrear el sacrificio de Cristo, de la misma manera que los
espectadores lo ven en La Pasión de Gibson.

¿Por qué el sacrificio de Cristo se repite en la misa? Porque cada
vez que Cristo es ofrecido en el altar, los beneficios de su
sacrificio son renovados para el creyente católico. Tales beneficios
pueden ser aplicados no sólo a los creyentes vivos sino también a las
almas de los seres queridos en el purgatorio. Recuerdo vívidamente la
visita de sacerdotes o monjas a nuestra casa en Roma, para invitarnos
a pagar misas perpetuas a favor de nuestros seres queridos en el
purgatorio. Se supone que estas misas reducen el tiempo de
sufrimiento en el purgatorio y aceleran su transición al Paraíso.

La concepción católica de la misa como escenificación del sacrificio
de Cristo como un medio de salvación, nos ayuda a entender por qué
Gibson, un católico muy devoto, ha invertido 25 millones de dólares
para producir La Pasión. Su película está diseñada para ayudar a las
audiencias modernas a entender, tal como declaró Gibson en una
entrevista con la Eternal Word Television Network, «la yuxtaposición
entre el sacrificio de la cruz y el sacrificio del altar [la misa] –
que son la misma cosa».

La Pasión de Gibson y la Misa Católica

La película de Gibson es una escenificación a gran escala de la
Pasión que tiene lugar a escala más pequeña en cada celebración de la
misa. En la misa, los católicos buscan a Cristo, no arriba en el
cielo, sino en el ostensorio, la caja que contiene la hostia que es
elevada durante la misa para su consagración. De manera similar, en
el cine [una caja de película] la gente verá a Cristo, no arriba en
el cielo, sino en una sangrienta escenificación de su Pasión.

El guión de La Pasión de Cristo fue específicamente escrito para
resaltar el enlace entre el sufrimiento y la muerte de Cristo en la
Cruz, y la escenificación de su sacrificio en el altar durante la
celebración de la misa. La intención de Gibson es mostrar que el
sacrificio de la Cruz y el sacrificio en el altar (la misa) son la
misma cosa.

La creencia católica de que Cristo puede ser sacrificado una y otra
vez, y en cada ocasión beneficiarse de su fresca expiación, está en
abierta contradicción con las Escrituras. Hebreos enseña que Cristo,
nuestro Sumo Sacerdote, no necesita repetir su sacrificio,
porque «esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo»
(Heb 7:27). Los protestantes han rechazado históricamente
como «abominable» la idea de que el sacerdote en el altar tenga el
poder para sacrificar a Cristo una y otra vez. Pero la amplia
aceptación de La Pasión por los cristianos evangélicos es una
indicación clara de que el abismo entre el catolicismo y el
protestantismo se está acortando, a expensas de este último.

El Abismo Se Está Acortando

En su reseña de La Pasión, Andrews J. Webb observa agudamente que «el
comentario de Gibson sobre el sacrificio del altar y el sacrificio de
la cruz muestra el vínculo indispensable que en esta película se da
entre la concepción católica del sacrificio de Cristo y el cuadro de
la Crucifixión en La Pasión de Cristo. El hecho que los Evangélicos
la hayan respaldado acríticamente nos dice mucho sobre cuán lejos la
comprensión evangélica protestante de la muerte de Cristo y el tema
relacionado de la Justificación, se han distanciado desde la Reforma.
En la teología católica romana, el intenso sufrimiento físico de la
Crucifixión de Cristo es el punto central junto con el énfasis del
sacrificio físico. Ésta es una de las razones del por qué en la
iconografía católico romana tenemos tantas imágenes relacionadas con
el dolor físico de Cristo y que los crucifijos lo muestren sufriendo
en la cruz. Este énfasis en la agonía física de Cristo se repite en
el material devocional católico romano, oraciones, y, naturalmente,
en La Pasión de Cristo. La teología de la Biblia, sin embargo,
resalta como punto principal que la gran importancia de la
crucifixión de Cristo no está en su sufrimiento físico, sino en que
una vez se dio en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10)».

Al concentrarse exclusivamente en la brutalidad de los sufrimientos
físicos de Cristo, Gibson ignora el dolor mucho mayor de la angustia
mental experimentada por Cristo al llevar los pecados del mundo sobre
él. Ni siquiera los peores tormentos físicos infligidos a Cristo por
judíos y romanos, se comparan con la angustia de sentirse separado de
Dios mientras muere para pagar completamente la pena de nuestros
pecados. Satisfacer la justicia romana en una cruz era
comparativamente fácil, como miles de hombres y mujeres, incluyendo
algunos de los apóstoles, lo hicieron. Pero fue muchísimo más difícil
satisfacer la justicia de Dios al ofrecerse a sí mismo como el
sacrificio perfecto para nuestra salvación.

Cristo el Sobreviviente

La fundamental importancia de la Resurrección de Cristo para la fe
cristiana, es ampliamente ignorada en La Pasión. Al final de la
película se ve la silueta de Cristo por pocos segundos cuando la
piedra de la tumba es quitada. Gibson minimiza la Resurrección porque
el énfasis de la película está en la capacidad de Cristo para
sobrevivir la más brutal tortura. Él puede soportarlo todo y nosotros
también podemos ser sobrevivientes como él.

En su reseña publicada en el Boston Globe, James Carroll anota: «No
hay ninguna resurrección en esta película. Se mueve una piedra, se ve
un Jesús-zombi de perfil por uno o dos segundos, y eso es todo. Pero
hay una razón para ello. En la teología de Gibson, la resurrección ha
sido considerada innecesaria por la infinita capacidad de Jesús para
resistir el dolor. No el Jesús Resucitado, sino el Jesús
Sobreviviente. Las fantasías de violencia de Gibson, tan ingeniosas
como perversas, son en el fondo, una fantasía de infinita reciedumbre
masculina» (Globe, 24 de febrero de 2004).

El Cristo bíblico no es un invencible Supermán, sino el Hijo divino
de Dios, que tomó sobre sí nuestras limitaciones de naturaleza humana
y «debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser
misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere,
para expiar los pecados del pueblo» (Heb 2:17).


¿ES BÍBLICAMENTE CORRECTO PERSONIFICAR A CRISTO?

¿Es bíblicamente correcto que un actor de cine personifique y
escenifique las últimas doce horas del sufrimiento de Cristo al
representar su cuerpo ensangrentado en el camino al Calvario? ¿Puede
esta escenificación justificarse bíblicamente? ¿O por el contrario
representa una acción sacrílega condenada por el segundo mandamiento
y por la reverencia bíblica hacia la santidad de Dios?

La cuestión de la legitimidad ética y bíblica de dramatizar en una
película las horas finales de la agonía y muerte de Cristo, no ha
sido abordada en las reseñas que he leído. Los comentarios de
críticos de películas y líderes de iglesias que han visto previamente
la película, se centran básicamente en las cualidades artísticas y la
precisión histórica de ella. El problema es que una película sobre la
agonía y muerte de Cristo, puede ser artísticamente brillante pero
bíblicamente errónea.

No hay obras de La Pasión en la Biblia. El único drama que se parece
a una obra de la Pasión fue el sistema de sacrificios. Observe que
los animales ofrecidos como el sacrificio de Cristo no fueron
torturados al ser llevados al matadero. En el Antiguo Testamento Dios
manifestó su gloria no su rostro. En el Monte Sinaí la cara de Dios
fue ocultada por una nube. En el santuario su presencia fue
manifestada como la shekinah entre los querubines, pero no hubo
retrato visual de Dios. La reverencia por la santidad de Dios impide
cualquier intento de representar a los seres divinos de la Deidad.
Incluso un objeto sagrado como el Arca del Pacto que se encontraba en
el Lugar Santísimo del Santuario (símbolo del trono de Dios), no
podía ser tocado o visto por dentro por la gente común.

Leemos en 1 Samuel 6:19 que Dios eliminó 70 hombres de Beth-semes
porque miraron dentro del arca de Dios: «Entonces hirió Dios á los de
Beth-semes, porque habían mirado en el arca de Jehová; hirió en el
pueblo cincuenta mil y setenta hombres. Y el pueblo puso luto, porque
Jehová le había herido de tan gran plaga. . . . Y dijeron los de Beth-
semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? ¿y a quién
subirá desde nosotros?» (1 Sam 6:19-20). Más tarde cuando el arca fue
llevada a Jerusalén: «Y cuando llegaron a la era de Nachôn, Uzza
extendió la mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes
daban sacudidas. Y el furor de Jehová se encendió contra Uzza, y lo
hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí
muerto junto al arca de Dios». (2 Sam 6:6-7).

Estos trágicos episodios nos enseñan una importante lección. Ningún
ser humano puede darse el lujo de tratar ligeramente lo que esté
asociado con Dios. El arca fue el lugar donde Dios manifestó su
presencia (Shekinah). Así que, jugar con él o tratarlo
irreverentemente, era sacrílego. El pueblo de Dios comprendió esta
importante verdad. Esto explica porque no habían pinturas de la
Divinidad en el Templo, sinagogas o primeras iglesias cristianas.

En las catacumbas, Cristo está representado no por imágenes, sino por
símbolos como el pez, el ancla o el Buen Pastor. La razón es que los
primeros cristianos entendieron que ningún ser humano puede bajar a
Dios al nivel humano sin violar su trascendente Majestad y pureza.
Esta es una sencilla verdad bíblica, que muchos hoy encuentran
difícil aceptar.

REPRESENTAR A DIOS O JUGAR CON DIOS ES SACRÍLEGO. Dios no es un
producto de consumo para que nuestra sociedad lo use y disfrute. Se
ha estimado que La Pasión ha hecho más dinero que ninguna película
anterior, habiendo recaudado más de 250 millones de dólares en sus
primeras dos semanas. Es difícil comprender como una brutal
escenificación del sufrimiento de Cristo puede ser explotada para
hacer millones de dólares.

Cualquier intento por un artista de actuar el sacrificio de Cristo,
en última instancia puede llevar a los creyentes sencillos a venerar
al Cristo cinematográfico que han visto, antes que al Cristo bíblico
que no han visto. La tentación de adorar un Cristo visible y tangible
puede verse en los países mayoritariamente católicos, donde el Cristo
que los católicos devotos conocen y adoran es Aquél que pueden tocar,
ver y a menudo llevar como alhaja. Las estatuas, crucifijos y
pinturas del Salvador sangrante, abundan en los hogares católicos
devotos. En lugar de adorar al Señor invisible en Espíritu y en
Verdad, ellos adoran un ídolo que pueden ver, tocar y sentir.

La Precaución de Dios de Evitar la Objetivación de Cristo

Difícilmente podemos culpar a Dios por los intentos de objetivar a
los tres miembros de la Deidad a través de películas, estatuas,
pinturas, estatuillas y joyas religiosas. El Señor tomó toda clase de
precauciones para evitar que los seres humanos materialicen y
objetiven su naturaleza espiritual. Esto se evidencia, por ejemplo,
en el hecho de que cuando la segunda Persona de la Deidad se hizo Ser
Humano por cerca de 33 años, él se abstuvo de dejar una sola marca
material que pueda ser identificada como suya. Cristo no construyó o
poseyó una casa; no escribió libros o tuvo una biblioteca; no dejó la
fecha exacta de su nacimiento o su muerte; no dejó descendientes.
Dejó una tumba vacía, pero incluso su ubicación está en discusión.. No
dejó ninguna «cosa» suya, sino sólo la seguridad de su presencia
espiritual: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo» (Mateo 28:20).

¿Por qué Cristo pasó por este mundo de esa manera misteriosa, sin
dejar ningún retrato físico o pistas materiales de sí mismo? ¿Por qué
la Deidad perdió la oportunidad dorada dada por la Encarnación de
dejar una evidencia material permanente y un recuerdo de la
apariencia del Salvador, su vida, sufrimiento y muerte en este
planeta? ¿Por qué los autores de los Evangelios minimizan el
sufrimiento de Cristo en sus horas finales? ¿Por qué el
factor «sangre», el cual es tan sobresaliente en la Pasión de Gibson,
es claramente puesto de lado en la narración bíblica de la Pasión?
¿No es clara evidencia de la preocupación de Dios de proteger a la
humanidad de la constante tentación de reducir una relación
espiritual a una «adoración de objetos»?

Fue debido a la misma preocupación por la que Dios escogió el Sabbath
(Sábado) –un día antes que un objeto– como el símbolo de la relación
de pertenencia divino-humana. Siendo el tiempo un misterio que
desafía al intento humano de definirlo, el Sabbath proporciona una
constante protección contra la adoración de objetos y es un digno
recordatorio de la naturaleza espiritual del pacto entre Dios y su
pueblo. Si Gibson aceptara el mensaje del Sabbath respecto a la
naturaleza espiritual de Dios, debería considerar retirar la película
antes de su estreno. Tan valiente decisión podría evitar que millones
de cristianos se lleven una distorsionada visión del sufrimiento y
muerte de Cristo –una visión que, como hemos mostrado brevemente,
está condicionada por las enseñanzas católicas respecto a la
imitación de la Pasión de Cristo, antes que por el registro bíblico
del Gólgota.

No Había Teatro, Representaciones de la Pasión o Pinturas en la
Iglesia Primitiva

Durante los primeros cuatro siglos, los cristianos no utilizaron
pinturas o retratos de Jesús o escenificaciones de la Pasión para sus
esfuerzos evangelísticos, a pesar del hecho de vivir en culturas
altamente visuales. Los templos paganos estaban atestados de estatuas
de dioses. Las religiones místicas como el mitraísmo, Cibeles e Isis,
tenían su propia obra teatral de la Pasión. Una obra popular se la
conocía como el taurobolium (baño de sangre) –o sea, la imitación de
la muerte y resurrección del dios Attis al matar a un toro y cubrir
al nuevo creyente con su sangre.

El pueblo de Dios no adoptó las prácticas visuales religiosas paganas
para comunicar el Evangelio. De acuerdo al segundo mandamiento,
ninguna representación pictórica de Dios se permitió jamás en el
Templo, las sinagogas o las primeras iglesias cristianas. Aún el
nombre de YHWH no se pronunciaba por respeto a la santidad de Dios.
Como resultado no sabemos cómo leer las cuatro letras hebreas del
nombre de Dios, debido a que fueron sustituidas por el nombre
genérico ADONAI, que significa «Señor».

Esta situación cambió gradualmente a medida que los gentiles
cristianos trajeron a la iglesia sus creencias y prácticas paganas.
Pronto pinturas, estatuas y obras teatrales de la Pasión se hicieron
comunes. Durante la Edad Media se montaron obras de la Pasión primero
en las iglesias, más tarde en los patios de iglesia y finalmente en
anfiteatros especiales al aire libre. Las obras de la Pasión se han
convertido en una atracción turística importante en diferentes
países. La Pasión de Oberammergau en Bavaria del norte, Alemania,
atrae turistas cada año de muchas partes del mundo. En Estados Unidos
también hay populares dramatizaciones de la Pasión en lugares
como Eureka Springs, Arkansas, Black Hills, Dakota del Sur, y Lake
Wales, Florida.

La Tentación de Adorar un Cristo Visible

En tiempos de la Reforma, los protestantes en su gran mayoría
rechazaron el uso de imágenes, estatuas, reliquias, dramas de la
Pasión, como una violación del segundo mandamiento. En lugar de la
imaginería visual, ellos dependieron de la predicación de la Palabra
para salvar almas y el Evangelio hizo avances significativos.

No estoy proponiendo las eliminaciones de todas las pinturas de
Cristo. Cuadros sencillos de Cristo pueden ser una fuente de
inspiración, sin que se conviertan en un objeto de adoración. El
problema surge cuando los cuadros se diseñan y se usan para mostrar y
fomentar enseñanzas no bíblicas como la devoción a la Pasión de
Cristo o al Sagrado Corazón de María. En estos casos, los cuadros
estimulan una forma idólatra de culto.

La triste realidad es que muchos cristianos se han condicionado de
tal manera por la industria del entretenimiento, que representar a
Dios o jugar con Dios a través del teatro, pinturas, películas y
música rock se ha convertido en una forma aceptada de adoración. Al
aceptar estas cosas y respaldar películas como La Pasión del Cristo,
corremos el riesgo hoy de regresar a la falsa adoración medieval
contra la cual los protestantes lucharon y murieron por reformar.


¿OFRECE LA PASIÓN UNA OPORTUNIDAD ÚNICA PARA DIFUNDIR EL EVANGELIO?

¿Ofrece La Pasión una oportunidad única para difundir el Evangelio?
Este es el sentimiento de muchos líderes evangélicos. «‘Esta es una
ventana de oportunidad que tenemos. Aquí hay una persona que está
poniendo su dinero en una película que tiene todo que ver con lo que
nosotros hacemos’, dijo el pastor Cory Engel de la Iglesia
Comunitaria de Harvest Springs, en Great Falls, Montana. ‘Las
iglesias acostumbraban comunicar por medio del espacio de una pequeña
charla los domingos por la mañana. La gente ya no interactúa más de
esa manera. Aquí hay una oportunidad para que usemos una técnica de
la era moderna para comunicar la verdad de la Biblia’, dijo el Rev.
Engel» («Las Iglesias Dan ‘Sorprendente’ Muestra de Apoyo a ‘La
Pasión’ de Gibson», Newsmax, Jueves, 5 de febrero de 2004).

Es verdad que vivimos en una sociedad altamente visual y
antiliteraria donde las personas prefieren mirar una película antes
que leer un libro. ¿Pero significa esto que debamos reemplazar la
predicación con películas o representaciones teatrales? Necesitamos
recordar que durante la Edad Media las enseñanzas religiosas eran
comunicadas con presentaciones visuales como las escenificaciones de
la Pasión, las estatuas, íconos y reliquias. Ellas tomaron el lugar
de la Biblia que la iglesia católica rechazó traducir a las lenguas
comunes de las gentes. Estas cosas fueron diseñadas para estimular
una respuesta emocional. El resultado fue la decadencia gradual de la
iglesia que se hundió en profunda superstición.

La capacidad de las imágenes, estatuas, reliquias y representaciones
teatrales para evocar una respuesta emocional, no garantiza una
transmisión exacta del Evangelio. A menudo conducen a la idolatría.
De hecho, ya están a la venta «souvenirs» religiosos de La Pasión en
sitios de internet. La gente ya puede comprar reproducciones de los
clavos o de la cruz de La Pasión y ponérselas como aretes (zarcillos)
o collares. Los católicos devotos se ponen lo que adoran y adoran lo
que se ponen. Por esto Dios ordenó la comunicación del Evangelio a
través de la predicación, en lugar de a través de presentaciones
visuales como el teatro, las escenificaciones de la Pasión e
imágenes. Las últimas pueden conducir a la idolatría.

Ya en tiempo de los apóstoles habían opciones para la representación
teatral cuando ellos llevaban el Evangelio a ciudades equipadas con
anfiteatros y actores entrenados para mostrar temas religiosos y
morales al pueblo. Pero el Señor instruyó a los apóstoles a que
proclamaran las Buenas Nuevas de salvación a través del medio de la
predicación: «¡Que prediques la palabra!, que instes a tiempo y fuera
de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y
doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina;
antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a
sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído, y se
volverán a las fábulas». (2 Tim 4:2-4).

¿Proporciona La Pasión una Oportunidad para Testificar?

¿Proporciona La Pasión una oportunidad para testificar a aquellos que
ven la película? Mi respuesta es «SÍ». El hecho de que la película
golpea a la gente con una brutal visión católica de la Pasión de
Cristo, a la vez ofrece una oportunidad única para ayudar a la gente
a apreciar la verdadera versión bíblica del sacrificio expiatorio de
Cristo por nuestra redención.

Podemos ayudar a la gente a entender que la continuada violencia del
castigo, la flagelación y las heridas en la piel de Cristo, tal como
se muestra en la película, es ajena a los Evangelios. Está inspirada
por la literatura mística católica diseñada a promover la imitación
del sufrimiento de Cristo como una forma de salvación.

Podemos explicar a la gente que no hay detalles sangrientos en las
narraciones bíblicas de la flagelación y crucifixión de Jesús. Los
Evangelios Sinópticos simplemente nos dicen: «Y habiendo azotado a
Jesús, Pilato le entregó para ser crucificado», . . . «Y como
vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí»
(ver Mat 27:26, 33; Mar 15:20, 22; Luc 23:25, 33). La razón para tal
brevedad es porque somos salvados por la vida perfecta y la muerte
expiatoria de Cristo por nuestros pecados, y no por la intensidad de
su sufrimiento.

Aún más importante, podemos indicar que el papel prominente de María
en la película es totalmente no bíblica. Está inspirada por la
creencia católica de que María es copartícipe con Cristo en nuestra
salvación. En la Biblia María aparece sólo una vez en la Cruz cuando
Cristo la encarga al cuidado de Juan, diciendo: «Mujer, ¡he ahí tu
hijo!» (Juan 19:26). Tal expresión impersonal difícilmente respalda
la visión católica de María como coredentora de la humanidad.

Finalmente, podemos compartir las Buenas Nuevas de que no necesitamos
repetir el sacrificio de Cristo una y otra vez como el sacerdote
católico lo hace en el altar, para asegurar nuestra salvación,
porque «esto lo hizo una sola vez, ofreciéndose a sí mismo» por
nuestra salvación eterna (Heb 7:27). Podemos experimentar cada día
los beneficios del sacrificio de Cristo porque nuestro Salvador está
obrando resueltamente en el santuario celestial para traer a su
consumación su misión redentora en el Día glorioso de su Venida.

EL POTENCIAL DE LA PASIÓN PARA EL EVANGELISMO CATÓLICO

La iglesia católica necesitaba urgentemente un estímulo para limpiar
su imagen que se había manchado por escándalos sexuales. La Pasión de
Cristo de Mel Gibson provee ese muy necesitado impulso. La película
demostrará ser una poderosa herramienta evangelística para la iglesia
católica. Muchos líderes evangélicos han apoyado a Mel Gibson, pero
ellos no lo controlan a él. Él está bajo la sujeción de la iglesia
católica romana a la que él sirve como un verdadero apóstol. Puede
muy bien demostrar ser el evangelista católico más influyente de
nuestros tiempos.

El Catholic Daily, abiertamente reconoce el papel evangelístico de
Gibson, diciendo: «Muchos ven a Gibson como una estrella de cine de
Hollywood, pero los católicos verdaderos lo ven como un evangelista
en el sentido más puro. Un verdadero apóstol para las Verdades y
Tradiciones de la Iglesia que Cristo fundó. Mel ha puesto en la
pantalla lo que siempre ha estado puesto en la piedra: el permanente
recordatorio de por qué murió Cristo por cada uno y todos nosotros.
Tenemos ese recordatorio diariamente en la misa latina en el Alter
Cristus –el sacerdote lo ofrece diariamente como sacrificio
propiciatorio de una manera no sangrienta al Padre por nosotros.
Devotamente, esta película moverá los corazones y las almas de
millones para que regresen a las Verdades y Tradiciones de la
Verdadera Iglesia de Cristo. (Daily Catholic, 17 de enero de 2004).

No sorprende que la revista internacional Inside the Vatican [Dentro
del Vaticano] haya escogido a Mel Gibson como su «Hombre del Año»
para 2003. ¿Por qué no? Al millón de no católicos que están viendo La
Pasión en muchos países, se les presentará en forma convincente la fe
católica de su productor, Mel Gibson. En una entrevista con
CHRISTIANITY TODAY, el mismo Gibson reconoce su sorpresa ante la
adhesión de los Evangélicos hacia su película, a pesar de su
exaltación de María. El dice: «He estado realmente sorprendido por la
manera en que podría decir que el público evangélico ha respondido a
esta película más que ningún otro grupo cristiano. La cosa más
sorprendente para mí es que siendo la película tan Mariana (centrada
en María). Pero pienso que la forma en que la película la muestra ha
sido una manera de abrir los ojos a los evangélicos quienes
usualmente no ven este aspecto. Ellos entienden la realidad de una
madre y un hijo». (Christianity Today, 2/23/04).

El mismo Gibson está asombrado de cómo los evangélicos están
absorbiendo la mariolatría católica. Hemos estado prediciendo el
desarrollo de estos acontecimientos de acortarse la separación y
tenderse las manos por un siglo, y ahora está sucediendo y parece que
no lo estamos reconociendo.

Los líderes evangélicos que entusiastamente promueven La Pasión,
puede ser que no se den cuenta que el beneficiario último es la
iglesia católica. A aquellos a quienes les guste la película pueden
ser atraídos a la fe católica de Gibson, que se refleja a lo largo de
la película. Un siglo atrás la pluma inspirada advirtió que «Los
protestantes de los Estados Unidos serán los primeros en tender las
manos a través de un doble abismo al espiritismo y al poder romano».
(El Conflicto de los Siglos, p. 645). El aferramiento de manos entre
el catolicismo y el protestantismo está ocurriendo hoy de muchas
maneras. El respaldo mutuo y la promoción conjunta de La Pasión –una
poderosa representación de la visión católica del sacrificio de
Cristo– sirve como un recordatorio convincente de que se está
tendiendo un puente sobre el abismo y de que las manos se están
aferrando y de que los protestantes están siendo llevados a la red
católica.

NUESTRA PREOCUPACIÓN POR MEL GIBSON

Terminando, deseo compartir la preocupación por Mel Gibson expresada
por el Prof. Paul Pichot, Presidente de la recientemente establecida
French-Speaking Adventist University en África. El termina su extenso
mensaje, diciendo: «Mi preocupación –es por Mel Gibson, una pobre,
perdida y engañada alma. ¿Quién de nosotros podrá alcanzarlo y
sacarlo de esa enmarañada telaraña espiritual en que ha sido
atrapado? Él no conoce nada mejor. Él ha estado en el lugar
equivocado y en el momento equivocado. Necesita ver, escuchar, tocar
la verdad, ¿pero quién podrá alcanzársela? ¿Quién se preocupará lo
suficiente para señalarle al Jesús real, el Mesías, el amante y
Salvador del mundo? ¿Será un colportor adventista? ¿Quién colocará en
sus temblorosas manos el bello libro, El Deseado de Todas las Gentes,
para que él pueda conocer a Dios, y a Jesús a quien él ha enviado? En
lugar de condenarlo, podemos encontrar maneras de alcanzarlo y
sacarlo del cenagal espiritual en el que está hundiéndose justamente
ahora. Que esa sea nuestra principal preocupación».

De hecho, que esta sea la preocupación de cada uno de nosotros,
alcanzar a Gibson y a millones de sinceras personas como él que están
cegadas por las supersticiosas creencias católicas. Que Dios nos dé
la sabiduría y gracia para compartir con ellos las Buenas Nuevas que
el divino Hijo de Dios tomó sobre sí mismo nuestra naturaleza humana,
vivió una vida perfecta, murió como el perfecto sacrificio por
nuestros pecados, está intercediendo en el santuario celestial a
nuestro favor, y pronto retornará para consumar su misión redentora.

Categorías: Religiones

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