Eficacia de su ministerio sacerdotal

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La eficacia de su ministerio sacerdotal
           
                                                                                                                                                             

¿Crees que hay un santuario en el cielo? ¿Cuáles son las evidencias? ¿Qué dice la Biblia al respecto? ¿Se completó la obra de Cristo en la cruz? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? Explique, ¿Por qué se requiere de un sumo sacerdote en el cielo? ¿Qué está haciendo Jesús como sumo sacerdote? Si el sacrificio de Cristo en la cruz  expió el pecado, ¿por qué se necesita un sumo sacerdote?

 “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Hebreos 8:1).
 “Hay un santuario en el cielo, el verdadero tabernáculo que el Señor erigió y no el hombre. En él Cristo ministra en nuestro favor, para poner a disposición de los creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido una vez y para siempre en la cruz. Llegó a ser nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión. En 1844, al concluir el período profético de los 2 300 días, entró en la segunda y última fase de su ministerio expiatorio. Esta obra es un juicio investigador que forma parte de la eliminación definitiva del pecado, tipificada por la purificación del antiguo santuario hebreo en el Día de la Expiación. En el servicio simbólico el santuario se purificaba mediante la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales se purificaban mediante el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El juicio investigador revela a las inteligencias celestiales quiénes de entre los muertos duermen en Cristo, siendo, por lo tanto, considerados dignos, en él, de participar en la primera resurrección. También torna de manifiesto quién, de entre los vivos, permanece en Cristo, guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, estando, por lo tanto, en él, preparado  para ser trasladado a su reino eterno. Este juicio vindica la justicia de Dios al salvar a los que creen en Jesús. Declara que los que permanecieron leales a Dios recibirán el reino. La conclusión de este ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo de prueba otorgado a las seres humanos antes de su segunda venida” (Creencias Fundamentales, No. 24).
¿Qué está haciendo Jesús como sumo sacerdote?
De acuerdo con Hebreos, en su fun­ción de sumo sacerdote, «en cuanto él mismo padeció siendo tenta­do, es poderoso para socorrer a los que son tentados» (Hebreos 2:18); intercede por nosotros (Hebreos 7:25), obra para dar solidez a la lealtad de su pueblo escribiendo sus leyes en sus mentes y corazones (Hebreos 8:3-10); por medio de su sangre limpia nuestras «conciencias de obras muer­tas para que sirváis al Dios vivo» (Hebreos 9:13, 14); y obra para poner fin al larguísimo período de crisis que los adventistas llamamos el conflic­to de los siglos (Hebreos 10:11-13).
¿Cuál es el beneficio práctico y teológico de «nuestro mensaje del Santuario» como  adventistas?
Se puede resumir en dos palabras: lealtad y fidelidad.
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, fiel es el que prometió” (Hebreos 10:19-23).
Seguir a Jesús por la fe hasta el Lugar Santísimo significa, no solo tener nuestra alma purificada por su maravillosa gracia, sino tam­bién experimentar un nuevo aprecio por el pacto eterno, simboliza­do por su inmutable ley colocada dentro del arca sagrada, que anti­guamente estaba en el lugar más sagrado detrás del velo (Hebreos 8:10). Esta transacción, de gran significado en el contexto de lo que los ad­ventistas llamamos «el gran conflicto entre el bien y el mal», define la diferencia que la enseñanza del Santuario hace para nosotros. Por fe podemos entrar con plena seguridad al sagrado lugar donde Jesús ministra en nuestro favor. Y allí, en contra de todas las probabilidades, nos aferramos a aquel cuya infalible promesa está simbolizada por el arca del pacto.
PROPÓSITOS
·         Saber que el santuario terrenal representaba el plan divino de salvación, y señalaba al Santuario celestial y al ministerio de Jesús en el cielo.
·         Sentir una experiencia de paz por creer que Jesús está intercediendo en el Santuario celestial por cada uno de nosotros.
·         Hacer la decisión de ir con valor al Trono de gracia de Dios para obtener el perdón.

I. EL SERVICIO SIMBÓLICO CON LA REALIDAD
1. ¿Por qué se realizaban sacrificios de animales limpios en el santuario terrenal? ¿Qué actividades realizaba el sacerdote durante el año y cuál en el día de la expiación?
Los servicios del santuario y los sacrificios señalaban al Cordero de Dios y su obra como mediador
Los servicios simbólicos eran el vínculo que unía a Dios con Israel. Las ofrendas de sacrificios tenían el propósito de prefigurar el sacrificio de Cristo, preservando así en el corazón de la gente una firme fe en el Redentor venidero. Por lo tanto, a fin de que el Señor pudiera aceptar sus sacrificios y continuara morando con ellos y, por otro lado, para que el pueblo pudiera tener un conocimiento correcto del plan de salvación y un recto entendimiento de su deber, era de la máxima importancia que, en todas las personas relacionadas con el santuario hubiera santidad de corazón y pureza de vida, reverencia para Dios y estricta obediencia a sus requerimientos (EGW, citado en CBA, tomo 3, p. 26)

 

Los servicios que se realizaban en el tabernáculo hebreo apuntaban la muerte Cristo y su ministerio sacerdotal en el cielo.

a) El altar de los holocaustos

En  la entrada del atrio estaba un altar recubierto de bronce, el «altar de los holocaustos».  El “altar de los holocaustos” o el altar de sacrificio simboliza la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario (Efesios 5:2).

b) El cordero del sacrificio
El cordero del sacrificio. Representa Cristo, en el evangelio según San Juan dice: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Sólo en virtud de que el Cordero de Dios no tenía pecado (Hebreos 4:15; 1 Pedro 2:22) él podía «quitar (la palabra griega, airo) nuestros pecados»  (1 Juan 3:5). 
Debido a que la carga de pecado era demasiado pesada para que la lleváramos nosotros, Jesús vino para levantar la carga de nuestras vidas destrozadas. El profeta Isaías antes que Daniel ya lo había profetizado:
“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.  Más él fue por nuestra rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, por su llaga fuimos nosotros curados.  Todos nosotros nos descarriamos como oveja, cada cual se apartó, por su camino; mas Jehová cargó en él pecado de todos nosotros.  Angustiado él y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53:3-7).
c) El lavacro o la pila de bronce con agua
 Luego se localizaba  la «pila de bronce», un recipiente lleno de agua para las abluciones ceremoniales. La “pila de bronce” o lavacro simboliza la sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado (1 Juan 3:5; Juan 1:7). También es un símbolo del bautismo, el apóstol se expresa:“Por que somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”. (Romanos 6:4).

d) El altar del incienso

Más allá de la pila, se veía una  columna de humo era el incienso que se desprendía  desde el «altar del incienso”. El “altar del incienso” representa las oraciones de todos los hijos de Dios. En Apocalipsis 5:8, dice: “… se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”.

e) El candelabro de siete brazos
El «candelabro» de siete brazos que estaba a la  izquierda, era de oro macizo y que algunas de sus lámparas siempre ardían. El “Candelabro” simboliza  a Cristo la luz del mundo. “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).  Jesús no sólo es la luz; también es la vida (Juan 11:25; 14:6; 1:4).  El que lo recibe, recibe vida.  «El que tiene al Hijo, tiene la vida» (1 Juan 5:12).  En Jesús «hay vida original, que no proviene ni deriva de otra» (DTG 489).  Vino a esta tierra para que los hombres «tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10).  «Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo» (1 Juan 5:11).
f) La mesa de los panes de la presencia
Junto a la pared del norte se localizaba la «mesa de los panes de la Presencia», un mueble recubierto con oro.  Doce panes, uno por cada tribu de Israel, eran puestos allí cada sábado. La mesa de los panes representa a Jesús el Pan de Vida. Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre…” (Juan 6:51).
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave (Efesios 5:2).
«El pan de la proposición se conservaba siempre ante la presencia del Señor como una ofrenda perpetua…y se llamaba ‘el pan de la proposición’ o el pan de la presencia, porque estaba siempre ante el rostro, del Señor. (Éxodo25:30.) Era un reconocimiento de que el hombre depende de Dios tanto para su alimento temporal como para el espiritual, y de que se lo recibe únicamente en virtud de la mediación de Cristo.
Al presentar la ofrenda del incienso, el sacerdote se acercaba más directamente a la presencia de Dios que en ningún otro acto de los servicios diarios.  Como el velo interior del santuario no llegaba hasta el techo del edificio, la gloria de Dios, que se manifestaba sobre el propiciatorio, era parcialmente visible desde el lugar santo.  Cuando el sacerdote ofrecía incienso ante el Señor, miraba hacia el arca; y mientras ascendía la nube de incienso, la gloria divina descendía sobre el propiciatorio y henchía el lugar santísimo. . . . Así como en ese servicio simbólico el sacerdote miraba por medio de la fe el propiciatorio que no podía ver, así ahora el pueblo de Dios ha de dirigir sus oraciones a Cristo, su gran Sumo Sacerdote, quien invisible para el ojo humano, está intercediendo en su favor en el santuario celestial.
«El incienso, que ascendía con las oraciones de Israel, representaba los méritos y la intercesión de Cristo, su perfecta justicia, la cual por medio de la fe es acreditada a su pueblo»(PP 367, 365).
g) El  velo

Del “lugar santo” al “lugar santísimo” lo separaba un velo. Mientras Cristo moría en la Cruz, el velo se rasgaba. “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron” (Mateo 27:51). La cortina que separaba el lugar santo del santísimo (Éxodo 26:31-33; 2 Crónicas 3:14). Únicamente el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santísimo, y eso, sólo una vez en el año. Al desgarrarse el velo quedó expuesto el lugar que había sido hasta ese momento sacrosanto. Así el cielo indicó la terminación del servicio simbólico: el símbolo se había encontrado con la realidad simbolizada. Esto ocurrió a la hora del sacrificio vespertino regular, como a las 3 de la tarde, o en torno a la hora «novena», según el cómputo Judío; cuando el sacerdote estaba a punto de degollar el cordero del holocausto diario (DTG 704-705; CS 450).

Los sacrificios habrían de terminar, la profecía indicaba: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda…” (Daniel 9:27). La mitad de la semana sería la temporada de la pascua del 31 d. C., 3 1/2 años después del bautismo de Cristo.

Los sacrificios hallaron su cumplimiento en el sacrificio voluntario de Cristo, al que habían simbolizado. La ruptura del velo del templo hecha por una mano invisible en el instante de la muerte de Cristo fue el anuncio del cielo de que los sacrificios y las oblaciones habían perdido su significado.

h) El arca del Testimonio

 En el centro del “lugar santísimo” estaba el «arca del Testimonio», una caja recubierta de oro que contenían las tablas de piedra sobre las cuales Dios grabó los Diez Mandamientos. La tapa del arca, llamada «propiciatorio», era de oro macizo. Sobre esa tapa, y labrados con el mismo trozo de oro, había  dos ángeles llamados «querubines», cuyos rostros miraban hacia abajo.   Generalmente una luz brillante y sobrenatural, que representaba la presencia de Dios, resplandecía entre los querubines.  (Génesis 3:24; Éxodo 25:17- 22; 1 Timoteo 6:16; Éxodo 40:34-38; Números 3:14-39)
El arca del Testimonio son las dos tablas de piedra que contenían los Diez Mandamientos (Éxodo 30:6; 31:18; 32:15, 16).  La principal  finalidad del arca era la de servir como repositorio de la santa ley de Dios.  Puesto que las tablas de piedra contenían la transcripción del carácter y de la voluntad de Dios, habiendo sido escritas por la misma mano de Dios, se las honraba como el objeto más sagrado del santuario.  Por esta razón, este último era llamado el «tabernáculo del testimonio» (Éxodo 38:21; Núm. 9:15). También se conocía la ley con el nombre de «pacto» (Deuteronomio 4:12, 13; 9:9-15); de ahí que el arca fuese comúnmente llamada «arca del pacto» (Deuteronomio 31:26; Hebreos 9:4).
g) El  arca y el propiciatorio.
El Propiciatorio era la tapa del arca, este vocablo así traducido se deriva de una raíz que significa «cubrir», es decir, «perdonar» el pecado.  Representaba la misericordia divina.  En forma significativa, el propiciatorio estaba hecho de oro puro, lo que implicaba que la misericordia es el más precioso de los atributos divinos.  Estaba ubicado por encima de la ley, así como la misericordia sobrepuja a la injusticia (Salmo 85:10; 89:14).  Eran necesarios tanto el arca como su justicia como el propiciatorio con su misericordia para revelar plenamente la manera como Dios procede con los hombres.  La misericordia sin la justicia es sentimentalismo débil, que subvierte todo orden moral.  Por otra parte, la injusticia sin la misericordia es severidad moral, impecable en la teoría, pero repugnante a Dios y a los hombres.
El arca y el propiciatorio eran el corazón mismo del santuario.  Por encima del propiciatorio reposaba la Shekinah, el símbolo de la presencia divina. Las tablas de la ley dentro del arca testificaban que el reino de Dios está fundado sobre las normas inmutables de la justicia (Salmo 97:2), la cual debe ser respetada aun por la gracia divina.  La gracia no puede concederse de manera que invalide la ley (Romanos 3:31).  Cuando se perdona el pecado, deben también satisfacerse las exigencias de la ley en contra del pecador.
El propósito mismo del Evangelio es conseguir para el pecador el perdón de sus pecados por la fe en un medio que no «invalida» la ley, sino que la «establece».  Si bien las tablas dentro del arca testificaban en contra del pueblo, el propiciatorio mostraba un camino por el cual podían satisfacerse las exigencias de la ley y el pecador podría ser salvo de la muerte, el castigo decretado por la ley.  Basándose solamente en la ley, Dios y el hombre no pueden volver a unirse, puesto que el pecado nos separa de él (Isaías 59:1, 2).  Debe intervenir el propiciatorio rociado de sangre pues sólo podemos acercarnos a Dios gracias a la mediación de Cristo en nuestro favor (Hebreos 7:25).

II. ARGUMENTACION Y JUSTIFICACION DEL PRINCIPIO DIA POR AÑO EN LAS PROFECIAS  DE TIEMPO
1. ¿Cuáles son los argumentos para establecer como norma bíblica, el principio día por año en la interpretación de las profecías de tiempo? (Daniel 7:25; 8:14; 9:24-27)
1. El principio día por año es bíblico.
Argumentación: El primer argumento básico para afirmar la idea de “día por año” es bíblico: “un año por cada día” (Números 14:34) y “día por año te lo he dado” (Ezequiel 4:6).
 Justificación: En Números 14:34, el texto dice:“Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo”, aquí aparece el primer uso de las palabras «día» y «año», juntas en un sentido correlativo, dentro de un marco profético. Los espías habían pasado 40 días escudriñando la tierra de Canaán y habían informado desfavorablemente en cuanto a las perspectivas de ocuparla.  Al proceder así habían demostrado una falta de fe en las promesas de Dios y en su poder para cumplir esas promesas.  Sin embargo, su informe fue aceptado por el pueblo, “Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto” (Números 14:4).  Como resultado de esta decisión, la nación fue sentenciada a 40 años de sufrimiento en el desierto.  Los 40 días literales se convirtieron así en una profecía de 40 años literales: un año de peregrinaje reparador en el desierto por cada día desprovisto de fe pasado recorriendo la tierra prometida.  Que éste no es un ejemplo aislado del uso del principio del día año en la profecía, resulta evidente por Ezequiel 4:6, categóricamente se expresa así:»Cumplidos éstos, te acostarás sobre tu lado derecho, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado”, donde se aplica otra vez el mismo principio.  Dios específicamente le dijo a Ezequiel:»Día por año te lo he dado», y al hacer eso confirmó el principio establecido en Núm. 14:34. En estas declaraciones se encuentran las primeras insinuaciones de la escala profética que más tarde sería tan importante en la interpretación de las grandes profecías de tiempo, tales como la del «tiempo, y tiempos, y medio tiempo» (Daniel 7:25) y la de «dos mil trescientas tardes y mañanas» (Daniel 8:14).
2. La profecía de los de los 1260 días, (Daniel 7:25).
Argumentación: Esta profecía de tiempo tiene sentido solamente cuando se la interpreta siguiendo el principio día por año.
Justificación: Los registros históricos revelan que el poder papal dominó el mundo y persiguió a la Iglesia de Dios, no durante 1260 días literales, sino durante 1260 años, desde el 538 hasta 1798 d.C.
3. Los cuatro eventos de Daniel 8 son simbólicos (el carnero, el macho cabrío, el cuerno pequeño y la purificación del santuario) y, abarcan un período de muchos siglos.
Argumentación: La interpretación de la visión en Daniel 8 es correcta, sí y sólo sí, los cuatro eventos que  se describen son simbólicos, a saber: el carnero, el macho cabrío, el cuerno pequeño y la purificación del santuario. Entonces, los 2300 días es una profecía simbólica, es decir  se aplica el principio día por año, de esta manera se acomoda la pieza perfectamente, no a capricho, con los registros históricos de Daniel 8.
Justificación: La visión de Daniel 8 incluía el carnero, el macho cabrío y las actividades desoladoras del cuerno pequeño (Daniel 8:1-12).  ¿Cuál fue la pregunta de un santo hacia el otro santo? “¿Hasta cuándo durará la visión del continuo….y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?”(Daniel 8:13). ¿Sobre qué le estaba preguntando un santo al otro santo? Le estaba preguntando cuánto tiempo pasaría desde el reinado del carnero (Medo-Persia) hasta el tiempo del cuerno pequeño (el papado). ¿Cuál fue la repuesta del otro santo? “Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado” (Daniel8:14), es decir, el santuario se purificaría en algún momento, después de las obras infames del cuerno pequeño, cuando terminara el período de los  2300 días o sea 2300 años. Sería absurdo insistir entonces, que desde Medo-Persia hasta el papado fue de 2300 días literales.
4. La profecía de las 70 semanas es un período que llega hasta el tiempo de Cristo.
Argumentación: La Profecía de las 70 semanas tiene sentido lógico solamente cuando se la interpreta por el principio día por año.
Justificación: El período de las 70 semanas o 490 días (70 x 7 = 490 días), comenzaría en los días de Medo-Persia con el decreto de  Artajerjes (Daniel  9:25), continuaría hasta el ministerio (Daniel 9:24) y crucifixión de Cristo (Daniel 9:26) y, concluyendo con la muerte de Esteban / la predicación de los gentiles por el apóstol Pablo.  Por lo tanto, los 490 días deben comenzar (457 a.C.) en el siglo V  a.C. y concluir (34 d.C.) en el siglo I d.C.

5. La profecía de los 2300 días es un período que llega hasta “el tiempo del fin”.
Argumentación: Esta profecía de tiempo por si sola exige que los días se interpreten como años.
Justificación: Los 2 300 días, el ángel Gabriel dijo que ese período llegaría hasta “el tiempo del fin” (Dan 8:17). Si consideramos los 2300 días como literales nos llevaría solamente hasta el 451 a.C., es decir 2300 ÷360 = 6 años aproximadamente; luego restamos de 457  a.C. –  6 = 451 a.C., pero en esta fecha no corresponde “el tiempo del fin”. Sin embargo, el problema se soluciona si se agregan 2 300 años al 457 a.C. nos llevan hasta 1844, que si está en el tiempo del fin.

III. UN VISTAZO DE LAS PROFECIAS DE TIEMPO
1. ¿Cuáles son los pasos para  determinar cuándo comienza el juicio previo al advenimiento?
1.      Identificar al cuerno pequeño (Daniel 8).
2.      Reconocer que los 2 300 días no pueden ser días literales.
3.      Reconocer que Daniel 9 explica la visión de Daniel 8.
4.      Identificar la fecha cuando comenzaron las 70 semanas (490 días).
5.      Reconocer que las 70 semanas son simbólicas, representan 490 años.
6.      Encontrar el fin de los 490 años.
7.      Reconocer que el fin de Daniel 9 se refiere a los eventos que ocurrirían después de los 490 años, pero aún dentro de los 2 300 días.
8.      Reconocer que los 2 300 días, como los 490 días, representan años.
9.      Los 490 años  es  la primera parte de los 2 300 años.
10.  Encontrar el final de los 2 300 años.

 

IV. PROPOSITOS DE LA PROFECIA DE LOS  2 300 DIAS

1. ¿Cuáles son los elementos básicos  para entender e interpretar correctamente la profecía de los 2300 días?

·      La profecía de las 2300 tardes y mañanas de Daniel 8:14 y las 70 semanas de Daniel 9:24-27, forman parte de una misma profecía, y en consecuencia las 2300 tardes y mañanas, no son días literales sino proféticos, como también lo es la profecía de las 70 semanas. En resumen, diríamos que los 2300 días abarcan un período de 2300 años y  las 70 semanas abarcan un período de  490 años.
·      Es importante señalar que: el santuario terrenal y sus servicios, proveen para nosotros una oportunidad especial para comprender el papel que cumple el santuario celestial.  Los acontecimientos que sucedían durante el Día de la Expiación  ilustran las tres fases del juicio final de Dios. Son a saber:(1) El “juicio premilenario” (o “juicio investigador”), es decir el juicio anterior al advenimiento de Cristo (Daniel 8:14), o también “juicio preadvenimiento”. (2) El “juicio milenario” (Apocalipsis 20:4; 1 Corintios 6:2, 3) y (3) El “juicio ejecutivo”, que ocurre al final del milenio. (Apocalipsis 20:3, 5,7-9).
·      El Período de los 2300 años inició en el año 457 a.C. con el decreto de Artajerjes y concluyó al iniciar  la primera fase del Juicio final, este ocurrió en 1844.
·      Creer que existe un Santuario Celestial, en donde  Cristo realiza la última fase de su ministerio expiatorio. Llevando  a cabo una obra de  investigación judicial;  para revelar y vindicar la justicia de Dios ante los demás seres del universo,  quiénes serán dignos de su reino eterno antes de su segunda venida.
2. En el siguiente esquema se representa la profecía de los  2300 días, de acuerdo los siguientes datos que menciona la Biblia:
·         (1). La orden de Artajerjes, rey de Persia, para restaurar y reedificar Jerusalén, fue dada en 457 a.C. (Daniel 9:25; Esdras 6:1; 6-12.)
·         (2). La reconstrucción y restauración de Jerusalén se terminó al fin de los primeros 49 años de la  profecía de Daniel, en 408 a.C. (Daniel 9:25.)
·         (3). Jesús fue ungido del Espíritu Santo en ocasión de su bautismo, en el año 27 d.C. (Mateo 3:16; Hechos 10:38.) De 457 a.C. hasta el Ungido hubo 483 años.
·         (4).  El Mesías Príncipe fue cortado a la mitad de la semana, cuando fue crucificado, en el año 31 de nuestra era. (Daniel 9:27; Mateo 27:50, 51.)
·         (5). Desde la muerte de Esteban en el año 34 d.C., el Evangelio fue a las gentiles. (Daniel 9:24; Hechos 7:54-56; 8:1.) De 457 al tiempo de los gentiles: 490 años.
·         (6). Al fin de los 2.300 años, en 1844, celestial, o sea la hora del juicio. (Daniel 8:14; Apocalipsis 14:7.)
·         (7).  El triple mensaje de Apocalipsis 14:6-12 es proclamado a todo el mundo antes de la segunda venida de Cristo a esta tierra.
     457 a.C.               408 a.C.                                  27 d.C.       31 d.C.       34 d.C.                                      1844 d.C.

        1                            2                                          3               4                 5                                                          6-7

V. EL MINISTERIO SACERDOTAL DE CRISTO EN EL CIELO
«Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal Sumo Sacerdote el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. El es ministro del Santuario y de aquel verdadero Tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre» (Hebreos 8:1,2).

1. ¿Qué es el santuario? ¿Cuáles eran las funciones del sacerdote en el tabernáculo terrenal? (Hebreos 9:1-14)

La palabra «santuario», tal cual la usa la Biblia, se refiere, en primer lugar, al tabernáculo que construyó Moisés, como figura o imagen de las cosas celestiales; y, en segundo lugar, al «verdadero tabernáculo» que está en el cielo, hacia el cual señalaba el santuario terrenal. Dios le dio instrucciones a Moisés para que construyera el primer santuario que funcionó bajo el primer pacto, el apóstol Pablo dice lo siguiente:

“Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; y sobre ellas los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Hebreos 9:1-14)

 El santuario era una estructura o un edificio sobre la tierra que marcaba el lugar donde Dios descendía para encontrarse con su pueblo. Puesto que Dios es santo, y los seres humanos son pecadores, en el santuario los pecados del pueblo eran limpiados, a fin de que ellos sean aceptables en la presencia de Dios. Los servicios del santuario en los tiempos bíblicos tenían como propósito mostrar cuan ansioso estaba Dios por quitar los pecados de Su pueblo para que ellos pudieran ser uno con Él. El santuario terrenal  y sus servicios proveen para nosotros una oportunidad especial para comprender el papel que cumple el santuario celestial, el apóstol sigue diciendo:

“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueren una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”(Hebreos 9:22- 28)

El mensaje del santuario era un mensaje de salvación. Dios usó sus servicios para proclamar el Evangelio. Los servicios del santuario terrenal eran un “símbolo para el tiempo presente”, hasta la primera venida de Cristo. Por medio de símbolos y ritos,  Dios le enseño al Pueblo de Israel  que enfocaran su fe  sobre el sacrificio y el ministerio sacerdotal del Redentor del mundo, el “Cordero de Dios” que quitaría el pecado del mundo. (Gálatas 3:23; Juan 1:29).

2. ¿Cuáles son las fases del ministerio de Cristo que ilustraba el santuario terrenal y sus servicios?

El sacrificio substitutivo

Cada sacrificio del santuario simbolizaba la muerte de Jesús para el perdón de los pecados, revelando así la verdad según el cual “sin derramamiento de sangre no se hace remisión de pecado” (Hebreos 9:22).

La muerte expiatoria de de nuestro Señor sucedió en el Calvario de una vez para siempre. En la Cruz, la pena que merecía el pecado de la humanidad fue plenamente pagada. La justicia divina se mostró satisfecha. Desde una  perspectiva legal, el mundo fue restaurado al favor de Dios, el apóstol Pablo dice: “Pues si por la  transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y de la justicia” (Romanos 5:18). La expiación o reconciliación, se completó en la cruz tal como lo predecían los sacrificios, y el pecador penitente puede confiar en esa obra que nuestro señor completó.

La mediación sacerdotal

Si el sacrificio de Cristo expió el pecado, ¿por qué se necesitaba un sacerdote?

La mediación sacerdotal (de Cristo) revela cuán serio es el pecado, y la separación que causó entre el Dios inmaculado y sus criaturas pecaminosas. Tal como cada sacrificio señalaba la muerte futura de Cristo, así también cada sacerdote apuntaba al ministerio mediador de Cristo como Sumo sacerdote del Santuario Celestial.

«Pues hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre» (1 Timoteo 2:5).

La universidad del cristianismo se amplía con el reconocimiento de la soberanía divina de Dios sobre todo el universo, “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho.  Porque linaje suyo somos” (Hechos 17:28). El pecador puede ser reconciliado con Dios sólo mediante Jesús. El dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).  Dios no necesita ser reconciliado con el hombre, pues su voluntad fue la que inició el plan de salvación. En ningún lugar de la Biblia se presenta a Dios como reconciliándose con el hombre por estar enemistado con él.  Más bien tomó la iniciativa para reconciliar al mundo consigo (2 Corintios 5:18 -19).  La muerte de Cristo hizo posible que Dios hiciera por el hombre lo que no podría haber hecho de otra manera (Romanos 3:24-26).  Al llevar el castigo de las transgresiones (Isaías 53:3,6), Cristo abrió un camino por el cual el hombre pudiera ser restaurado a su favor  y volver a su hogar edénico (PP 56).  Si no hubiera sido por el sacrificio de Cristo, todos los hombres habrían cosechado los resultados inevitables del pecado y de la rebelión al ser finalmente destruirlos por la ira de Dios (Romanos 2:5; 3:5; 5:9; 1 Tesalonicenses 1:10).

«Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo» (1 Juan 2:1).

El sacerdocio levítico ilustra el ministerio salvador que Cristo ha estado llevando a cabo desde su muerte. Nuestro Sumo Sacerdote, “el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre” (Hebreos 8:1,2). El Santuario Celestial es el gran centro de control desde el cual Cristo conduce su ministerio sacerdotal a favor de nuestra salvación. Se nos dice:“Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo”(Hebreos 7:24-27)

Por otra parte, Pablo excluye claramente la necesidad de mediadores humanos y el supuesto valor que algunos han atribuido a esa supuesta mediación o intercesión.
El juicio final
Los acontecimientos que sucedían durante el Día de la Expiación  ilustran las tres fases del juicio final de Dios.
(1) El  juicio previo al advenimiento de Cristo (Daniel 8:14)
 La remoción de los pecados del santuario, está relacionada con la primera fase: la investigadora o anterior al advenimiento del juicio. Se dirige a los nombres registrados en el Libro de la vida, tal como el Día de la Expiación enfocaba el acto de quitar del santuario los pecados confesados por los penitentes. Los falsos creyentes serán echados fuera; la fe de los verdaderos creyentes y su unión con Cristo será confirmada ante el universo leal, y los registros de sus pecados serán borrados.

Argumentación: En el  Santuario Celestial, Cristo realiza la última fase de su ministerio expiatorio. Esta llevando  a cabo una obra de  investigación judicial (CS 533-545) en base a los registros que se encuentran en los libros (libro de la vida Apocalipsis 20:12, libro de memoria Mal.3:16 y libro de los pecados Isaías 65:6,7).

Justificación: Con el propósito de: revelar y vindicar la justicia de Dios ante los demás seres del universo (su carácter y su gobierno); para restaurar las verdades eternas en los corazones y las mentes de los hijos de Dios, que por muchos siglos el cuerno pequeño(el papado) ha hecho que “el lugar de su santuario” fuera “echado por tierra” y “el santuario y el ejercito para ser pisoteados”; para vindicar  a su pueblo quiénes serán dignos de su reino eterno antes de su segunda venida(debe ser un privilegio para nosotros como pueblo, porque no hay nada que temer, si hacemos la voluntad de Dios) y expiar o purificar el pecado de este mundo, obviamente los que acepten a Cristo como su Salvador y Redentor. La esencia misma del evangelio es el juicio, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna»(Juan 3:16). “El sacrificio de animales fue ordenado por Dios para que fuese para el hombre un recuerdo perpetuo, un penitente reconocimiento de su pecado y una confesión de su fe en el Redentor prometido.  Tenía por objeto manifestar a la raza caída la solemne verdad de que el pecado era lo que causaba la muerte.  Para Adán el ofrecimiento del primer sacrificio fue una ceremonia muy dolorosa.  Tuvo que alzar la mano para quitar una vida que sólo Dios podía dar…Mientras mataba a la inocente víctima temblaba al pensar que su pecado haría derramar la sangre del Cordero inmaculado de Dios.  Esta escena le dio un sentido más profundo y vívido de la enormidad de su transgresión, que nada sino la muerte del querido Hijo de Dios podía expiar…Pero el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y profundo que el de salvar al hombre.  Cristo no vino a la tierra sólo por este motivo; no vino meramente para que los habitantes de este pequeño mundo acatasen la ley de Dios como debe ser acatada; sino que vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo.  A este resultado de su gran sacrificio, a su influencia sobre los seres de otros mundos, así como sobre el hombre, se refirió el Salvador cuando poco antes de su crucifixión dijo:»Ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.  Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo.» (Juan 12:31, 32.) El acto de Cristo de morir por la salvación del hombre, no sólo haría accesible el cielo para los hombres, sino que ante todo el universo justificaría a Dios y a su Hijo en su trato con la rebelión de Satanás.  Demostraría la perpetuidad de la ley de Dios, y revelaría la naturaleza y las consecuencias del pecado” (PP 54, 55)
(2) El “juicio milenario” (Apocalipsis 20:4; 1 Corintios 6:2,3)
El destierro del chivo emisario en el desierto, simboliza la prisión, milenaria de Satanás en este mundo desolado, el apóstol Juan dice: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo”(Apocalipsis 21:1-3), comienza en ocasión de la Segunda Venida de Cristo y coincide con la segunda fase del juicio final, la cual se desarrollará en cielo, el apóstol nos dice:“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”(Apocalipsis 20:4). “La obra de juicio a la que se refiere Juan es sin duda la misma de la cual habla Pablo:»¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?… ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?» (1 Corintios 6:2-3). Este juicio milenario abarca la revisión de la sentencia de los malvados, y beneficiará a los redimidos al proveer para ellos la comprensión de la forma como Dios trata con el pecado y con los pecadores que no fueron salvos. Responderá todas las preguntas que los redimidos puedan tener acerca de la misericordia y la justicia de Dios   La obra de juicio sin duda implicará una cuidadosa investigación de los registros de los impíos, para que todos queden completamente convencidos de la justicia de Dios cuando destruya a los impíos (DTG 40; CS 718-719).
(3) El “juicio ejecutivo”, que ocurre al final del milenio. (Apocalipsis 20:5,7-15)
El campamento limpio simboliza los resultados de la tercera fase del juicio, es decir su aspecto ejecutivo, cuando el fuego destruye a los malvados y Satanás. La tierra entonces es purificada, donde ya no habrá pecado, ni pecadores. Donde  finalmente será el hogar de los redimidos para siempre jamás, así lo afirma el profeta: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.  Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está.  Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.  Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:1-8).

VI. UN ABOGADO REVESTIDO CON NUESTRA NATURALEZA

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).

·         Son ilimitados los decretos y dádivas de Dios en nuestro favor.
·         El mismo trono de gracia está ocupado por Aquel que nos permite que lo llamemos Padre.
·         Ha colocado a su diestra a un Abogado revestido con nuestra naturaleza.
·         Como nuestro Intercesor, la obra de Cristo es presentarnos ante Dios como a sus hijos e hijas. 
·         Intercede a favor de los que lo reciben.
·         Con su propia sangre ha pagado el precio de su rescate.
·         Por virtud de sus propios méritos les da poder para llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. 
·         Y el Padre demuestra su infinito amor por Cristo al recibir y dar la bienvenida a los amigos de Cristo como a sus amigos. 
·         Está satisfecho con la expiación efectuada.  Es glorificado con la encarnación, la vida, la muerte y la mediación de su Hijo.

Nuestras peticiones ascienden al Padre en el nombre de Cristo.  El intercede en nuestro favor, y el Padre abre todos los tesoros de su gracia a nuestra disposición para que los disfrutemos y los impartamos a otros.
·         Cristo es el vínculo entre Dios y el hombre.
·         Coloca toda la virtud de su justicia del lado del suplicante.
·         Ruega por el hombre, y el hombre que necesita ayuda divina suplica por sí mismo en la presencia de Dios usando la influencia de Aquel que dio su vida por la vida del mundo. 
·         Cuando reconocemos delante de Dios nuestro aprecio por los méritos de Cristo, se añade fragancia a nuestras intercesiones. 
·         Cuando nos acercamos a Dios mediante la virtud de los méritos del Redentor, Cristo nos coloca muy cerca de su lado, rodeándonos con su brazo humano, mientras su brazo divino se aferra del trono del Infinito.  Pone sus méritos, como dulce incienso en el incensario de nuestras manos a fin de animar nuestras peticiones (8T177-179).

REFLEXIONES Y APLICACIONES PARA LA VIDA

Mí querido(a) amigo(a), hermano(a): ¿Cuán importante es para nosotros como adventistas la doctrina del Santuario? ¿Qué ventajas tienes  que conocen a Jesús no sólo como tu Salvador sino también como Sumo Sacerdote? ¿Qué desventajas tienen aquellas personas que sólo conocen a Jesús como su Salvador?

 

 
1. ¿Cuáles son los datos básicos para entender el tema del Santuario?
   490 años + 1810 años = 2 300 años.

2. Como Adventista del Séptimo Día, ¿Qué significa para ti el 22 de octubre de 1844?
3. ¿Cuándo comenzó el “Juicio previo al Advenimiento” de Cristo?

Daniel 7

Daniel 8

Aplicación

León

—————-

Babilonia

Oso

Carnero

Medo-Persia

Leopardo

Macho cabrío

Grecia

Bestia  terrible y espantosa

Cuerno pequeño

Roma pagana

Diez cuernos -Cuerno pequeño

Cuerno pequeño

Roma papal

Juicio en el cielo

Purificación del Santuario

Juicio previo al advenimiento: inicia en   1844 de acuerdo lo estudiado

Los santos reciben el reino

Cuerno destruido sin mano

La segunda venida de Cristo

5. ¿Qué debemos de hacer ante el inminente evento? ¿Cómo debemos de predicar este mensaje?
6. ¿Estamos viviendo en tiempos solemnes? ¿Debemos de tener miedo? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué?
7. ¿Quién es nuestro abogado? «Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo» (1 Juan 2:1). 
Reflexiona conmigo el siguiente texto:Los servicios religiosos, las oraciones, la alabanza, la confesión arrepentida del pecado ascienden desde los verdaderos creyentes como un incienso hasta el santuario celestial; pero al pasar por los corruptos canales de la humanidad, quedan tan contaminados que a menos que sean purificados con sangre, nunca pueden ser de valor ante Dios.  No ascienden con pureza impecable, y no son aceptables a Dios a menos que el Intercesor que está a la diestra de Dios los presente y purifique con su justicia.  Todo el incienso de los tabernáculos terrenales debe estar humedecido con las purificadoras gotas de la sangre de Cristo.  El sostiene delante del Padre el incensario de sus propios méritos en el cual no hay mancha de corrupción terrenal.  Reúne en este incensario las oraciones, las alabanzas y las confesiones de su pueblo y añade su propia justicia inmaculada.  Entonces, perfumado con los méritos de la propiciación de Cristo, asciende el incienso delante de Dios plena y enteramente aceptable”(A fin de conocerle, p. 78).

Ore conmigo, por favor«Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo»Feliz sábado.

RESUMEN
El ministerio sumo-sacerdotal de Cristo no tiene la barrera del tiempo. Era relevante en los días de la iglesia primitiva del Nuevo Testamento y todavía se aplica a nuestro tiempo. Por medio de su ministerio, todos los que van a Jesús pueden tener acceso a Dios el Padre.
Delfino Jarquín López
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