La perpetuidad del sábado

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Existen otros tres textos del Nuevo Testamento relacionados con el sábado que merecen ser considerados. Uno de ellos es Hebreos 4:4 al 11, que dice:

Pues en algún lugar se ha dicho así del séptimo día: «Yen el séptimo día reposó Dios de todas sus obras». Y en el pasaje citado también dice: «Jamás entrarán en mi reposo». Sin embargo, todavía falta que algunos entren en ese reposo, y los primeros a quienes se les anunció la buena noticia no entraron por causa de su desobediencia. Por eso, Dios volvió a fijar un día, que es «hoy», cuando mucho después declaró por medio de David lo que ya se ha mencionado: «Si

ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón».

Si Josué les hubiera dado el reposo, Dios no habría hablado posteriormente de otro día. Por consiguiente, queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios; porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas. Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.

Hebreos 3 Y 4 mencionan tres conceptos diferentes de descanso: (1) el descanso del propio Dios en el séptimo día de la semana de la Creación (4:4, 10); (2) el descanso en el cual debería haber entrado Israel (3:11, 18; 4:1, 3, 5, 8); Y(3) el descanso en el cual los cristianos deben entrar (4:3, 9, 11). El descanso de Dios no fue un acto realizado para su propio bien, sino para beneficio de los seres humanos (ver Mar. 2:27), como un símbolo del «pacto entre Dios y el hombre». Y Por esta razón, el sábado de la Creación puede ser puesto como un verdadero modelo para el descanso humano (ver Éxo. 20:11; Heb. 4:4, 10).

La experiencia de Israel revela que, aunque el descanso prometido a los israelitas incluyera la posesión geográfica de la Tierra Prometida (Jos. 1:13), este descanso solo era la expresión física de la experiencia más profunda del descanso espiritual de pertenecer a Dios (Deut. 14:2). Siendo que el descanso divino para Israel ya era un genuino «estado de salvación’ Y en el cual solamente se podría

entrar por fe (Heb. 4:2), la mayor parte de los israelitas terminó no entrando en él, debido a su continua incredulidad (Heb. 3:19). Aun así, Hebreos 11 reconoce la existencia de verdaderos israelitas en el antiguo Israel.

Después de mencionar que Josué no podría llevar a los israelitas al verdadero «reposo», Hebreos 4:6 a18 hace alusión a «cierto día» y «otro día», es decir, un nuevo día de oportunidad, ya ofrecido en los días de David (Sal. 95:7-11), y repetido insistentemente como «Hoy» (Heb. 3:7, 13, 15; 4:7).43 Los lectores de la Epístola a los Hebreos son instados a no dejar pasar la presente oportunidad de entrar «en el reposo de Dios» (Heb. 4:1). Ningún análisis contextual o lingüístico honesto permite que las expresiones «cierto día» y «otro día» sean interpretadas como una supuesta referencia al domingo en

reemplazo del sábado. Tal interpretación sería completamente ajena al sentido natural del texto bíblico.

A su vez, el término griego para «reposo», en Hebreos 4:9 es sabbatismós, vertido correctamente en la Traducción Ecuménica de la Biblia (TEB) como «reposo sabático» y en la Biblia de Jerusalén

como «reposo del sábado». Este texto expresa la convergencia culminante entre (1) el descanso del propio Dios en el séptimo día de la semana de la Creación (vers. 4) y (2) el descanso en el cual Israel

debería haber entrado (vers. 5-8), reflejando ambas ideas en su significado.

De acuerdo con G. C. Berkouwer: «Las Escrituras revelan la inquebrantable unidad de la obra de Dios en la Creación y en la Redención.

Esa unidad ya es clara en el cuarto mandamiento del Decálogo, y no menos en Hebreos 4, donde el escritor exhorta a entrar en el descanso de los creyentes, en el mismo contexto en que habla del sábado de la Creación.

Aquí también leemos que la obra de Dios fue preparada desde la fundación del mundo (Heb. 4:3)».44

Establecido para todos los seres humanos (Mar. 2:27), el sábado jamás es presentado, en las Escrituras, como un fin en sí mismo, sino como «una señal exterior de una experiencia interior» de descanso en Dios (Heb. 4:10), que resulta de haber sido salvo por gracia (Heb. 4:16), por medio de la fe (Heb. 4:3). Al considerar el descanso de Dios en el séptimo día de la Creación como el modelo inalterable para los cristianos, el autor de Hebreos (4:10, 11, RV60) dice: «Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia».

Otro texto del Nuevo Testamento relacionado con el sábado es Apocalipsis 1:10 (RV60), donde aparece la siguiente declaración del apóstol Juan: «Estando yo en el Espíritu en el día del Señor oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta». La expresión «día del Señor» (griego, kuríake heméra) ha sido interpretada como refiriéndose (1) a un supuesto día del emperador romano, (2) al domingo de Pascua (un evento anual), (3) al día del Señor escatológico, (4) al domingo o (5) al sabado.» La primera es, sin lugar a dudas, la más inconsistente de las alternativas, pues no existe ninguna evidencia de que el término kuríake estuviera siendo usado, en la época, en alusión al emperador. Además de eso, el hecho de que Juan fue exiliado a la isla de Patmos por reconocer a Cristo (y no al emperador romano) como su soberano absoluto (Apoc. 1:9) descarta la posibilidad de

que el apóstol considerara al emperador como su Señor. A su vez, el intento de identificar el «día del Señor» como siendo el domingo de Pascua no deriva de las Escrituras sino de fuentes extrabíblicas del segundo siglo d.C., siendo por lo tanto inaceptable.

Los defensores de la teoría del «día del Señor» escatológico argumentan que esta expresión no se refiere al tiempo en que el apóstol Juan recibió la visión, sino al tiempo al que fue llevado en visión, es decir, para contemplar las escenas del Día del Juicio divino, considerado también un «día del Señor» (ver Isa. 13:6, 9; Jer. 46:10; Eze. 13:5; 30:3; Joel1:15; 2:1,11,31).48 Pero esa teoría no es

corroborada por el libro del Apocalipsis, cuyo contenido básico está compuesto por ocho visiones diferentes ([1] 1:10-3:22; [2] 4:1-8:1; [3] 8:2-11:18; [4] 11:19-14:20; [5] 15:1-16:17; [6] 16:18-18:24; [7] 19:1-21:4; y [8] 21:5-22:5).49 Si el apóstol Juan hubiera sido arrebatado para el «día del Señor» escatológico, entonces el contenido de la visión recibida en dicha ocasión debería ser esencialmente escatológico; pero solamente presenta una descripción histórica de las siete iglesias de Asia Menor (1:10-3:22), interpretadas como correspondiendo a diferentes períodos de la historia del cristianismo.

Por lo tanto, es evidente que la referida expresión se refiere al día en que Juan recibió la visión.

Muchos comentaristas bíblicos prefieren identificar ese «día del Señor» con el domingo. Algunas traducciones católicas de la Biblia llegan incluso a usar, en Apocalipsis 1:10, el término «domingo» en lugar de «día del Señor». Pero existen por lo menos tres grandes dificultades con esta posición. Primero, esta es construida sobre la premisa de que el cambio del sábado al domingo sucedió en el período apostólico, lo que carece de base bíblica y de comprobación histórica.50 Segundo, en ningún lugar de la Biblia el domingo es llamado «día del Señor», y el propio apóstol Juan, quien escribió el

Apocalipsis, se refiere al domingo sencillamente como el «primer día de la semana» (Juan 20:1, 19), sin ninguna referencia a él. En tercer lugar, como la expresión «día del Señor» empezó a ser asociada

al domingo recién «casi a fines del segundo siglo» d.C.,5! Cualquier intento de interpretarla en Apocalipsis 1:10 como «domingo» es artificial y antibíblico.

Al aceptar la Biblia como su propio intérprete, consideramos el «día del Señor» de Apocalipsis 1:10 como el «sábado» del séptimo día. En el Antiguo Testamento, existe una distinción entre «mis sábados» (Éxo. 31:13; Isa, 56:4; Eze. 20:12-21; etc.), refiriéndose al sábado semanal, y «sus sábados» (Lev. 26:34, 43; Ose. 2:11; etc.), en alusión a las fiestas judías anuales. Refiriéndose al sábado sema-

nal como «mis sábados», Dios lo califica como su santo día. En el libro del profeta Isaías (58:13), se dirige una bendición especial a aquellos que llaman «al sábado ‘delicia’, y al día santo del SEÑOR,

‘honorable»‘. En los evangelios, el propio Cristo se autodenomina «señor del sábado» (Mat. 12:8; Luc. 6:5). Basados en el consenso de las Escrituras, reconocemos que el sábado es el «día del Señor» en Apocalipsis 1:10, así como en varios otros pasajes bíblicos.

Además de Hebreos 4:4 al 11 y Apocalipsis 1:10, también Apocalipsis 14:6 al 12 merece ser considerado en el presente estudio.

Aunque el término «sábado» no aparezca en el libro de Apocalipsis, el asunto del sábado está presente en el libro, en paralelismos verbales, temáticos y aun estructurales. Por ejemplo, en Apocalipsis 14, el primer mensaje angélico (vers. 6, 7) enaltece a Dios como Creador («aquel que hizo…») y Redentor («evangelio eterno»). La expresión «el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (vers. 7) es extraída del cuarto mandamiento del Decálogo, donde se menciona que «hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos» (Éxo. 20:11; ver Sal. 146:6).53

A su vez, el tercer mensaje angélico de Apocalipsis 14:9 al 12 presenta una clara polarización entre los que adoran «a la bestia y a su imagen» y reciben «la marca en su frente o en su mano» (vers. 9,11), de un lado, y «los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (vers. 12), del otro. Por otra parte, los pioneros adventistas creían que esta polarización era producida por la controversia entre el sábado bíblico (como parte de los «mandamientos de Dios») y el domingo extrabíblico (como la «marca» de la bestia).54 En realidad, los tres mensajes angélicos de Apocalipsis 14:6 al 12 son el último mensaje de advertencia al mundo, para invitar a todos «los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo» (vers, 6) a adorar a Dios (vers. 7) y a guardar sus «mandamientos» (vers. 12), incluyendo el cuarto Mandamiento, que ordena la observancia del sábado como memorial de la Creación (Éxo. 20:8-11).

Resumen

El sábado fue instituido en la creación del mundo (Gén. 2:2, 3), cuando todas las cosas eran perfectas (Gén. 1:31); perpetuado en el Decálogo (Éxo. 20:8-11), que enuncia los principios eternos de la Ley de Dios (Sal. 119:142); y preservado a lo largo del Antiguo Testamento. Pero, bajo la influencia de los maestros del judaísmo, el sábado fue revestido con un ropaje legalista y antibíblico, que debía ser descartado, a fin de que ese día pudiera recuperar su significado como símbolo de la gracia divina. Cristo, como «señor del sábado» (Mat. 12:8; Luc. 6:5), asistía los sábados a la sinagoga (Luc. 4:16); enseñó que «el sábado fue hecho por causa del hombre» (Mar. 2:27; ver Isa.»56: 1-7), y no solo para los judíos; y demostró, por medio de varios milagros de sanidad realizados en sábado, que «es lícito hacer el bien en sábado» (Mat. 12:12). Aun después de la muerte de Cristo en la cruz, los discípulos de Cristo todavía observaron el sábado «conforme al mandamiento» {Luc, 23:56).

En el libro de Hechos encontramos varias alusiones a los apóstoles participando en sábado de las reuniones litúrgicas, tanto en las sinagogas (Hech. 13:14, 42, 44; 17:2; 18:4, 11) como fuera de ellas

(Hech. 16:13). Si la observancia del sábado hubiera sido interrumpida por los conversos gentiles, habrían aparecido alusiones a esto en las discusiones del Concilio de Jerusalén (c. 49 d.C.); pero no aparece ningún vestigio al respecto en los anales de esta importante reunión apostólica (ver Hech. 15). Si el apóstol Pablo hubiera abandonado la observancia del sábado, como lo quieren algunos, jamás podría haber dicho, al fin de su vida, que no había cometido ningún pecado «contra la ley de los judíos, ni contra el templo» (Hech. 25:8; ver 25:10; 26:4, 5), y que estos lo estaban acusando solamente porque aceptaba a Jesús de Nazaret como cumplimiento de «la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres (Hech. 26:6; ver 28:20).

Por contraste, los textos del Nuevo Testamento (especialmente Juan 20:19; Hech. 20:7; Rom. 14:5; 1 Coro 16:2; Gál. 4:10,11; Col. 2:16, 17; Apoc. 1:10) usados para establecer una supuesta observancia

apostólica del domingo simplemente no corroboran tal alegato.

Un análisis más profundo de la forma en que esos textos han sido interpretados por defensores del domingo revela serias dificultades hermenéuticas. En primer lugar, la tradición postapostólica de la

observancia del domingo es impuesta retroactivamente al texto bíblico, distorsionando el sentido original. Las dificultades aumentan aún más cuando los textos bíblicos sobre el sábado son usados para endosar el domingo como, por ejemplo, en la Carta Apostólica Dies Domini/» En resumen, el intento de justificar la observancia del domingo como algo presente en el Nuevo Testamento solo es posible a través del método texto-prueba, que desconoce tanto el sentido natural de los textos bíblicos como el propio consenso de las Escrituras sobre el asunto en discusión. Tal abordaje es inaceptable para aquellos que aceptan la Biblia como su propio intérprete.

Apocalipsis 14:6 al 12 menciona que, antes de la segunda venida de Cristo (vers. 14-20), ocurrirá la polarización final de la humanidad entre los que adoran «a la bestia y a su imagen» y reciben «la marca en su frente o en su mano» (vers. 9, ll), de un lado, y «los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (vers. 12), del otro. Siendo que la expresión «hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (vers. 7) fue extraída del cuarto mandamiento del Decálogo (Éxo. 20:11; ver Sal. 146:6), es evidente que esta polarización es una cuestión de lealtad o deslealtad a los «mandamientos de Dios», con énfasis en el cuarto, que ordena la observancia del sábado bíblico, como «señal» de lealtad a Dios (Éxo. 31:13; Eze. 20:12, 20). En un mundo que transgrede y menosprecia el sábado bíblico, el pueblo de Dios debe atender a la invitación divina de retraer «el pie de profanar el sábado» y de andar en sus «propios caminos» en este día (Isa. 58:13).

1 Ver Capítulo 1, arriba.

2 Samuele Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday: A Historical Investigation of

the Rise of Sunday Observance in Early Christianity (Rome: Pontifical Gregorian

University Press, 1977), p. 49.

3 Ralph W Klein, «1 Samuel», en Word Biblical Commentary (Waco,TX: Word, 1983),

1.10, p. 213.

4 Ver Capítulo 3, arriba.

5 Keil y Delitzsch, Commentary on the Old Testament [Pentateuch I1I], t. 1, p. 217.

6 Robert A. Guelich, «Mark 1-8:26», en Word Biblical Commentary (Waco,TX: Word,

1989), 1.34A, p. 124.

7 Ibíd., p. 125.

8 Samuele Baochiocchi, Divine Rest for Human Restlessness: A Theological Study

of the Good News ofthe Sabbathfor Today (Roma: Pontifical Gregorian University

Press, 1980), p. 150.

9 E. J. Young, «Sábado», en J. D. Douglas, ed., O Novo Dicionário da Bíblia (Sao Paulo:

Vida Nova:1979), t. 3, p. 1.422.

10 Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes (Buenos Aires: ACES, 1987), pp.

206,207.

1l Russell N. Champlin, O Novo Testamento Interpretado Versículo Por versículo

(Guaratinguetá, SP: A Voz da Bíblia, s.f.), t. 1, p. 561.

12 Ulrich Luz, Matthew 21-28. A Commentary, trad. James E. Crouch, Hermeneia:

A Critical and Historical Commentary on the Bible (Minneapolis, MN: Fortress,

2005), p. 197. Una posición semejante también es asumida, por ejemplo, en Champlin,

O Novo Testamento Interpretado Versículo por Versículo, t. 1, p. 561; John Nolland,

The Gospel of Matthew: A Commentary on the Greek Text (Grand Rapids, MI:

Eerdmans, 2005), p. 974.

13 Walter F. Specht, «The Sabbath in the New Testament», en Strand, ed., The Sabbath

in Scripture, p. 103.

14 Wilfrid Stott, «Sabbath», en Colin Brawn, ed., The New International Dictionary of

New Testament Theology (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1986), t. 3, p. 410.

15 Andrews, History ofthe Sabbath and First Day ofthe Week (3″ ed., rev.), pp. 170,

171.

16 Frank Thielman, Paul & the Law: A Contextual Approach (Downers Grove, IL:

InterVarsity, 1994), p. 213.

17 Roberto Badenas, «Christ the End of the Law: Romans 10:4 in Pauline Perspective»,

en Journal for the Study of the New Testament, Supplement Series 10 (Sheffield,

Inglaterra: JSOT Press, 1985), pp. 149, 151.

18 Mario Veloso, «The Law of God», en Raoul Dederen, ed., Handbook of Seventhday

Adventist Theology, Commentary Reference Series (Hagerstown, MD:Review and

Herald, 2000), t. 12, p. 471.

19 Walter E. Straw, Origin of Sunday Observance in the Christian Church

(Washington, DC: Review and Herald, 1939), p. 17.

20 Philip Schaff, History of the Christian Church (Grand Rapids, MI: Eerdmans,

1994),1. 1, p. 337.

21 Justo 1. González, Uma História Ilustrada do Cristianismo, 2″ ed. (Sao Paulo: Vida

Nova, 1984), t. 1, p. 34.

22 Ver Brempong Owusu-Antwi, «The Chronology of Dan 9:24-27», en Adventist

Theological Society Dissertation Series (Berrien Springs, MI: Adventist Theological

Society Publieations, 1995), 1. 2, p. 310-323; Iuarez Rodrigues de Oliveira,

Chronological Studies Related to Daniel 8:14 and 9:24-27 (Engenheiro Coelho, SP:

Imprensa Universitaria Adventista, 2004), pp. 31-86.

23 Merrill C. Tenney, O Novo Testamento: Sua Origem e Análise, 2″ ed. (Sao Paulo:

Vida Nova, 1972), pp. 153, 167, 184, 197.

24 Champlin, O Novo Testamento Interpretado Versículo por Versículo, 1. 2, p. 638.

25 F. F. Bruce, «The Book ofthe Acts», ed. rev., The New lnternational Commentary

on the New Testament (Grand Rapíds, MI: Eerdmans, 1988), p. 384.

26 Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, p. 107.

27 WilIy Rordorf, Sunday: The History of the Day of Rest and Worship in the

Earliest Centuries of the Christian Church, trad. A. A. K. Graham (Londres: SCM

Press, 1968), p. 201.

28 Gerhard F. Hasel, «Sabbath», en David N. Freedman, ed., The Anchor Bible

Dictionary (Nova York: Doubleday, 1992), t. 5, p. 855.

29 Bruce, The Book ofthe Acts (ed. rev.), p. 384.

30 Champlin, O Novo Testamento Interpretado Versículo por Versículo, 1. 3, p. 436.

31 León Morris, 1Coríntios: Introduciio e Comentário (Sao Paulo: Vida Nova / Mundo

Cristao, 1981), p. 191.

32 F. W. Farrar, «1 Corinthians», en Spence y Exell, eds., The Pulpit Commentary (1

Corinthians), t. 19, p. 549.

33 Baochiocchi, From Sabbath to Sunday, p. 100.

34 Ernst Kasemann, Commentary on Romans, trad. Geoffrey W. Bromiley (Grand

Rapids, MI: Eerdmans, 1980), p. 370.

35 Barclay M. Newman y Eugene A. Nida, A Translator’s Handbook on Paul’s Letter

to the Romans, Helps for Translators (Londres: United Bible Societies, 1973), p.

258.

36 Franz J. Leenhardt, Epístola aos Romanos: Comentário Exegético, trad. Waldyr

Carvalho Luz (Sao Paulo, Aste, 1969), p. 356.

» Robert Iamieson, A. R. Fausset y David Brown, Commentary Practical and

Explanatory on the Whole Bible, ed. rev. (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1961), p.

1.270.

38 Ver Ron du Preez, Judging the Sabbath: Discovering What Can’t Be Found in

Colossians 2:16 (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2008).

39 Ibid., pp. 47-94.

40 Ibid., p. 89.

41 Barth, Church Dogmatics, t. 3, pt. 1, p. 218.

42 Gerhard von Rad, The Problem of the Hexateuch and Other Essays, trad. E. W.

Trueman Dicken (Nueva York: McGraw-Hill, 1966), p. 94.

43 Harold W. Attridge, The Epistle to the Hebrews: A Commentary on the Epistle

to the Hebreuis, Hermeneia A Critical and Historical Commentary on the Bible

(Philadelphia, PA: Fortress, 1989), p. 130.

44 G. C. Berkouwer, The Providence ofGod, trad. Lewis B. Smedes (Grand Rapids, MI:

Eerdmans, 1952), p. 64.

45 M. L. Andreasen, The Book of Hebrews (Washington, D.C.: Review and Herald,

1948), p. 173.

46 VerMathilde Frey, «The Theological Concept ofthe Sabbath in the Bookof Revelation»,

en Martin Probstle, ed., «For You Have Strengthened Me»: Biblical and Theological

Studies in Honor ofGerhard Pfandl in Celebration ofHis Sixty:fifth Birthday (St.

. Peter am Hart, Áustria: Seminar Schloss Bogenhofen, 2007), pp. 229-231.

47 R. J. Bauckham, «The Lord’s Day», en D. A. Carson, ed., From Sabbath to Lord’s

Day: A Biblical, Historical, and Theological Investigation (Grand Rapids, MI:

Zondervan, 1982), pp. 230, 231.

48 Es importante que tengamos en consideración que el original griego para el «día del

Señor», en Apocalipsis 1:10, es kuriake heméra, mientras el «día del Señor» escatológico

es designado, en la Septuaginta, como he heméra toii kuríou.

49 Kenneth A. Strand, «The Eight Basic Visions in the Book of Revelation», en Andrews

University Seminary Studies 2S (primavera de 1987), pp. 107-121.

50 Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday.

51 Kenneth A. Strand, «The ‘Lord’s Day’ in the Second Century», en ídem, ed., The

Sabbath in Scripture and History, p. 346; ver Rordorf, Sabbat und Sonntag in der

Alten Kirche, p. 148.

52 Ver Jon P~ulien, «Is the Sabbath Really in Revelation?», en Perspective Digest 3,

n° 3 (1998), pp. 37-4S. Frey, «The Theological Concept of the Sabbath in the Book of

Revelation», en Probstle, ed., For You Have Strengthened Me, pp. 223-239. Una

versión revisada y resumida del artículo de Mathilde Frey fue publicada bajo el título

«Sabbath Theology in the Book of Revelation», en Ángel Manuel Rodríguez, ed.,

Toward a Theology of the Remnant: An Adventist Ecclesiological Perspective,

Biblical Research Institute Studies in Adventist Ecclesiology (Silver Spring, MD:

Biblical Research Institute, 2009), t. 1, pp. 127-137.

53 Kurt Aland et, al., The Greek New Testament, 3″ ed., corregida (Stuttgart: United

Bible Societies, 1985), p. 871.

54 Alberto R. Timm, O Santuário e as Tres Mensagens Angélicas: Fatores

Integrativos noDesenvolvimento das Doutrinas Adventistas, S» ed., trad. Ariete

Inés Vicente (Engenheiro Coelho, SP: Unaspress, 2009), pp. 193-198.

55 Ver Carta Apostólica Dies Domini del Sumo Pontífice Juan Pablo 11 al Episcopado, al

Clero y a los Fieles de la Iglesia Católica Sobre la Santificación del Domingo (Sao Paulo:

Paulinas,1998).

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