LA IRA DE DIOS.

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Compilado y Traducido por el Prof. Ramón Romero y Ramón Romero hijo.

 

¿Recuerda usted la última vez que predicó sobre la ira de Dios? Probablemente no. Pero lo más probable es que no tendrá dificultad en recordar su último sermón sobre el amor de Dios. ¿Cómo viene? ¿Es la ira de Dios algo incompatible con la doctrina cristiana de Dios? ¿No es la idea usual en la teología moderna, como Elmer Ringgren ha puesto? ¿Es la noción del afecto de la ira de acerca de Dios sin ningún valor religioso? ¿No es la idea de un colérico e iracundo Dios, o más bien pre-cristiano o a un concepto pagano que no se adapta con la vista de Dios, que Jesucristo no ha dado de sí mismo? ¿Es la ira divina representativa de la línea de pensamiento del Antiguo Testamento? ¿No tiene relevancia para un cristiano, y por lo tanto debe ser evitado en nuestras predicaciones, enseñanzas y evangelismo? Debiéramos abandonar el concepto de la ira a favor de la gracia y el amor de Dios? ¿Es el amor de Dios y su ira una contradicción que no puede reconciliarse? Sin duda, ¿qué enseña la Biblia sobre la ira de Dios? El Antiguo Testamento a menudo habla de la ira de Dios. De acuerdo a J. Fichtner, de las 455 referencias sobre la ira en el Antiguo Testamento en forma de sustantivo, 375 habla de la ira de Dios, y el resto habla de la ira de los seres humanos.
El Antiguo Testamento, ni descontinúa ni abandona el concepto de la ira divina. La ira de Dios queda un elemento fundamental en la proclamación de las buenas nuevas de Dios en el Nuevo Testamento, ya sea por:
Juan el Bautista: (Mt. 3: 7: "7Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea…")…
o por el mismo Señor,
o por Pablo (Rom. 1: 18: "18Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad."

Rom. 5: 8-11: "8Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.")

o como parte de las escenas triunfales de Apocalipsis (Apoc. 6: 16-17: "6y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; 17porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?").

¿ANTROPOMORFISMO?

¿Por qué entonces este rechazo de la doctrina de la ira de Dios? Debe considerarse dos posibles razones:


1. La sugerencia de que la frase refleja antropomorfismo, que es una figura del lenguaje que atribuye a Dios características humanas. Tal atribución que se reclama reduce a Dios a nuestra finita y formas pecaminosas de entendimiento y por lo cual le deshonra por adaptarlo a nuestro concepto humano. Aunque esta línea de objeción llegó a ser prominente, particularmente en el curso y consecuencia del Renacimiento, es un viejo argumento. Desde el mismo principio se sintió que Dios no puede experimentar sentimientos. La Dignidad de Dios requería la ausencia de emociones. La ira no era solo una emoción, sino una señal de debilidad. Considere por ejemplo el Dios de la filosofía griega. Él es Nous, la mente, la esencia de su ser es pensar. Él está por encima del gozo y la tristeza. Aristóteles identifica tal Deidad como la causa primera, el que tiene la capacidad para mover todas las cosas, pero quién Él mismo queda inmóvil. Su única actividad es pensar. No tiene compasión. Estas ideas griegas influyeron en los primeros padres de la Iglesia y tuvo un impacto duradero en la teología cristiana. En contraste a este punto de vista, el Dios de la Biblia está llena de sentimientos. Él cuida de su pueblo. Está involucrado en la historia humana y está afectado por los actos humanos. Por Althaus ha señalado que la ira de Dios no es más antropomórfica que su amor. Si uno rechaza la ira de Dios, también debe rechazar su amor, porque el negar uno, en efecto, destruye el carácter personal de Dios. El antiguo Testamento, el cual habla tanto sobre lo impenetrable, la distancia y la inaccesibilidad de Dios, habla también en términos tangibles acerca de la actuación de Dios y su ser. La ontología bíblica no separa el ser del hacer. Lo que es, actúa. El Dios de la Biblia es un Dios poderoso, activo en su amor para salvar los pecadores, y activo en su ira para oponerse a todo lo que amenace su dominio y propósito de salvación. Despojar a Dios de su voluntad activa, y su forma de ser, como la Biblia testifica en cada página, es destruir su carácter personal, justamente como el amor de Dios es más grande que nuestro amor imperfecto, su ira es libre de cualquier imperfección pecaminosa que acompaña tan a menudo la ira humana. Además la idea de la ira divina muestra que la humanidad es relevante a Dios. Dios está interesado en la humanidad, puesto que manda y prohíbe. Amonesta y encomienda. Busca y rechaza. Es un Dios fuerte y celoso, que visita la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y cuarta generación de los que le odian, pero muestra su bondad a millares que le aman y guardan sus mandamientos (Ex. 20: 5, 6). Desde que la humanidad fue creada a la imagen de Dios hay una cierta antropología teomórfica. De este modo, es quizá más apropiado describir la ira de Dios como teomórfica en vez de antropomórfica.

¿SOLO EL CONCEPTO DEL ANTIGUO TESTAMENTO?

2. La segunda razón para la negligencia de la ira de Dios del predicar cristiano es la idea de que es solo un concepto del Antiguo Testamento Sin embargo, evidencias textuales en el Nuevo Testamento discute fuertemente contra tal punto de vista.

Jesús (Mr. 3: 5: "7Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea";

1: 41, 43: "41Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. 43Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego";

Mt. 9: 30: "30Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.";

Jn. 11:33, 38: "33Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió"),

Juan el Bautista (Mt. 3: 7: "7Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?"),

Pablo (Rom. 1: 18: 18Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad";

2: 5, 8, 9: "5Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios. 8pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego.";

12: 19: 19No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.";

13: 4-5: 4porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.";

Efe. 2: 3: 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.";

5: 6: "6Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.";

Col. 3: 6: "6cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia";

1 Tes. 1: 10: "10y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.";

2: 16: "16impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo.;

5: 9: "9Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo";

Heb. 2: 2-3: "2Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron";

10: 26-31: "26Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 28El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 29¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!")

y Juan el Teólogo en su evangelio (Jn. 3: 36: "36El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.")

y el Apocalipsis (Apoc. 6: 16-17: "16y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; 17porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?";

11: 18: "18Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.";

14: 10, 19: "10él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero. 19Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.";

15: 1: "1Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios.";

16: 1: "1Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.";

19: 15: "15De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.")


…predican un evangelio que incluye la proclamación de la ira de Dios. En ningún lugar en el Nuevo Testamento reemplaza la ira de Dios con su amor; al contrario, ve la ira como un esencial e indispensable trato de juicio de su ira. Las buenas nuevas de la Biblia no es que no existe la ira de Dios, sino que la humanidad esta a salvo de la ira a través de la fe en Jesucristo. "8Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira." (Romanos 5: 8, 9). "10y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera." (1 Tes. 1: 10).

En el Nuevo Testamento, entonces, la ira de Dios es nunca vista como una reliquia inconsistente de la religión del Antiguo Testamento. El hecho bíblico no permite clasificar la ira de Dios perteneciendo al Antiguo Testamento y el amor de Dios perteneciendo al Nuevo Testamento. Ambos Testamentos hablan abrumadoramente acerca del amor y la ira de Dios. De hecho, Tasker concluye la idea de la ira de Dios como uno de los muchos factores que señala a la unidad interior de la teología tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Otro punto significativo en la compresión bíblica de la ira de Dios se encuentra en las palabras que se usan. El Nuevo Testamento y la Septuaginta nunca usan los términos de la poesía griega para la ira implacable de los dioses (Menis y Solos), pero usa la palabra Orge (ira) y Thumos (enojo). Esto parece indicar que los autores bíblicos no asociaban la ira de Dios con una eterna hostilidad entre Dios y la humanidad ya que conocían sobre el amor de Dios, el cual quiere salvar a toda la humanidad. La misma comprensión de la ira de Dios puede ser vista en el Antiguo Testamento.

LA IRA NO ES COLÉRICA.

Sin embargo, las malas interpretaciones de la ira de Dios han guiado a falsas representaciones de Dios. Uno lee en la frase "Ira de Dios" la idea de un iracundo y furioso Dios. El cuadro cambia dramáticamente: aquí Dios es visto como austero y cruel, un Juez malo que ama la venganza y castiga a la humanidad siempre que hay una oportunidad para hacerlo, a veces de forma arbitraria. No obstante, tal representación de Dios, es una grave distorsión de Su carácter y a menudo conduce al miedo o a la obediencia de la recompensa – motivada, desconectada del amor.

La Biblia, por supuesto, esclarece que la ira de Dios no es el último horizonte.

1. Dios es amor (1 Jn. 4: 16).
2. Él no se agrada de la muerte del impío, sino que se vuelva de su mal camino y viva (Ez. 18: 23).
3. Dios quiere que todos sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (1 Tim. 2: 4-6).
4. La reconciliación tiene su puente de inicio en Dios. Quiere reconciliar al mundo en Él en Cristo (2 Cor. 5: 18-21; Rom. 5: 8-11).
5. Él no desea un castigo vengativo. De hecho, el juicio es la obra extraña de Dios (Is. 28: 21).

Dentro del contexto del juicio bíblico, la ira divina no es una expresión de una deidad despótica, sino una justa y legítima reacción contra la pecaminosidad del pecado. La ira de Dios ni es caprichosa ni arbitraria. Se ha levantado contra el pecado, ya que el pecado es una rebelión contra la naturaleza y el carácter de Dios. Pero aún en su ira,
1. Dios recuerda su misericordia (Is. 54: 7-8).
2. Su enojo dura solo un momento (Sal. 30: 5),
3. y por amor a su nombre, no la ejecuta en su plenitud (Is. 48: 9).
4. A través de una manifestación de su ira, Dios quiere que los hombres y las mujeres mediten y se vuelvan de su mala conducta (Jer. 36: 7; Is. 42: 25; Is. 12: 1).
Por tanto, es erróneo e irresponsable tomar la ira de Dios y pintar un cuadro de temor es las mentes de la gente.
Tome por ejemplo el juicio venidero. Es un asunto serio y no debemos pasarlo por alto, sin embargo, si la predicación del juicio produce solamente un sentido de temor, estamos señalando, no al que viene, sino las cosas que vienen. El énfasis es diferente. Me parece que nuestra tarea debería ser, no tanto la descripción del terrible juicio de Dios, sino más bien la necesidad de que la gente se vuelva a Jesús, quien es nuestro juez, así como nuestro Salvador.

IMPLICACIONES.

Una comprensión bíblica de la ira de Dios guía a varias importantes consecuencias e implicaciones. Primero, como ya se ha notado, todas las enseñanzas de las buenas nuevas, desde los profetas del Antiguo Testamento, hasta Jesús y los apóstoles en el Nuevo Testamento, comienza con la proclamación de la ira de Dios. Esta cercanía destruye toda justicia propia, y toda ideología religiosa de fabricación humana, y el pecador permanece enfrentando la realidad de un Dios vivo y santo.
Segundo, la ira de Dios notifica que Dios toma en cuenta el pecado seriamente. La ira de Dios revela la detestable naturaleza del pecado por un lado, y la aversión de Dios a Él por el otro lado. El pecado es incompatible con la santidad de Dios. Santidad (en hebreo es qadosh, significa "separar") distingue a Dios de toda otra forma de existencia, y es un factor en el plan de Salvación. La ira de Dios nos enseña que Él está profundamente y personalmente involucrada en la lucha contra el mal y que Él es capaz de reaccionar de la manera más fuerte posible.

Tercero, un conocimiento de la ira de Dios crea una nueva apreciación del amor de Dios. El pecado nos ha colocado en oposición a Dios. Por naturaleza somos objetos de su ira (Efe. 2: 3: "3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.").
La justicia demanda que recibamos nuestro castigo, muerte. Y así Dios nos ha amado mientras nos manteníamos como sus enemigos (Rom. 5: 8-10: "8Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.").
Nos ha amado tanto que hizo nuestra redención posible en la muerte de su Hijo. Su amor y gracia gana más profundidad y significación cuando es colocado en el trasfondo de lo que merecemos.
Cuarto, negar la ira de Dios es paralizar la soberanía de Dios, una rendición de Dios a los poderes del mal quienes apuntan a la destrucción de la creación de Dios. ¿Sería Dios moralmente justo si no reaccionara contra la maldad en este mundo? ¿Sería Dios Santo y amoroso si no odiara el pecado como una advertencia de reacción contra Él? ¿Sería Dios un redentor si Él estuviese forzado a comprometerse con el mal?
Quinto, la ira de Dios muestra que Dios ve mi decisión individual seriamente. Si escojo vivir sin Dios, Él no gobierna mi decisión, pero permite que me encuentre con las consecuencias de mi elección. (Rom. 1: 18).
Finalmente, la ira de Dios muestra que la culpa es más que meramente un sentimiento subjetivo. El pecado requiere expiación. Entre la ira de Dios y la muerte substituta de Cristo en la cruz existe una íntima relación. El Nuevo Testamento destaca esto muy claramente en su uso de diferentes palabras para reconciliación, como Heppenstall señala:
"Ellos (las palabras para reconciliación) dan una clara expresión de la oposición inevitable de Dios al pecado, en el hecho de que ahí existe un problema real para Dios que debe ser resuelto, que hay en la divina administración del mundo y del universo una necesidad, que cuando el pecado es perdonado, es perdonado en tal forma como para hacer clara la necesidad para Dios ejecutar juicio sobre el pecado."
La ira de Dios, entonces no es una turbación que se evita en nuestra predicación. Es una forma bíblica de proclamar la total oposición de Dios al pecado. Me dice que Dios toma el pecado muy seriamente y quiere llevarlo hasta el fin. Crea en mi, una nueva apreciación para la cruz. Me ayuda a entender mejor la naturaleza del ministerio intercesor de Cristo en el cielo, y la naturaleza de su juicio final. Fundamenta mi confianza en Dios, y me da gracia y seguridad, para esperar el resultado final de sus propósitos en su Segunda Venida.

Frank Hasel ministry / 1991. Biblical Research Institute (Instituto Biblico de Investigacion).


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