¿Cómo Debo Guardar El Sábado?

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1.-        ¿Qué dijo Jesús sobre el sábado?                                                          Exo. 20:8
2.-        ¿Cuánto tiempo duraba cada día de la semana?                                     Gén. 1:23,31
3.-        ¿Cuándo comienza y termina el sábado?                                                Lev. 23:32
4.-        ¿Cuál es el día de preparación?                                                             Mar. 15:42
5.-        ¿Por qué los judíos fueron condenados en los días de Nehemías?          Neh. 13:15-22
6.-        ¿Qué debemos hacer los sábados?                                                        Isa. 58:13-14
7.-        ¿Cómo guardó Jesús el sábado?                                                            Luc. 4:16
8.-        ¿Debemos ayudar a los demás el sábado?                                             Mat. 12:10-13
9.-        ¿Cuál fue la señal especial que Dios le dio a su pueblo?                         Eze. 20:12,20
10.-       ¿Qué institución es especialmente destinada a ayudar al
              hombre a acordarse de la creación?                                                    Exo. 20:8-11; 31:16-17
11.-       ¿Para beneficio de quién fue hecho el sábado?                                     Mar. 2:27-28
12.-       ¿Jesús quería que sus seguidores guardasen el sábado?                        Mat. 24:20
13.-       ¿Cómo guardó Pablo el sábado?                                                         Hechos 13:14, 42, 44
                                                                                                                        Hechos 16:12-13
                                                                                                                        Hechos 17:2
                                                                                                                        Hechos 18:3-4, 11
14.-       ¿Qué evidencia bíblica tenemos de que Dios desea que haya
            una reunión de culto los sábados?                                                         Lev. 23:3; Heb. 10:25

 

            “El sábado no es presentado como una nueva institución, sino como habiendo sido establecido en la creación. Debe ser recordado y observado como la memoria de la obra del Creador. Apuntando para Dios como aquel que hizo los cielos y la tierra, distingue el verdadero Dios de todos los falsos dioses. Todos los que guardan el séptimo día, dan a entender a través de este acto que son adoradores de Jehová…
            Dios dio a los hombres seis días en los cuales trabajar, y exige que sus trabajos sean hechos en los seis días destinados para eso. Actos necesarios y misericordiosos son permitidos en el sábado; los enfermos y sufridores en todos los tiempos deben ser tratados; pero el trabajo desnecesario debe ser estrictamente evitado… Aquellos que en el sábado discuten asuntos de negocios o hacen planos, son considerados por Dios como si estuviesen empeñados en la propia transacción de negocio. Para santificar el sábado no debemos ni siquiera permitir que nuestros espíritus se ocupen con cosas de carácter mundano”.
Patriarcas y Profetas: 313-315

            “Hubiese sido el sábado guardado universalmente, los pensamientos y afecciones de los hombres habrían sido dirigidos al Creador como objeto de reverencia y culto, y jamás habría habido un idólatra, ateo o incrédulo”.
El Conflicto de los Siglos: 473

            “Dios reservó el séptimo día como un periodo de reposo para el hombre, para el bien de éste así como para Su propia gloria. El vio que las necesidades del hombre requerían un día de reposo de los trabajos y cuidados, que su salud y vida serían perjudicados sin un periodo de abandono del trabajo y la ansiedad de los seis días”.
1 Testimonies: 532

            “El sábado fue ordenado en el Edén, y a partir de entonces ha estado en vigor. Este mandamiento comienza con la palabra “Acuérdate”, mostrando que el sábado ya existía cuando Dios escribió esta ley en tablas de piedra en el Sinaí. ¿Cómo pueden los hombres declarar que el cuarto mandamiento pasó, cuando están dispuestos a admitir que los otros nueve están en vigor?”.
Dwight L. Moody, Weighed and Wanting: 49

            “Yo preferiría comer pan y agua apenas, a correr el riesgo de quebrantar el cuarto mandamiento. Toda preparación necesaria para el sábado debe ser hecha el viernes. El sábado en la mañana, si la temperatura está fría, sea providencia una sopa caliente. Fuera de esto, toda cocción sea evitada, como violación del sábado”.
Review and Herald, 8 de Mayo de 1883

            “Por sobre todo, cuidad de vuestros hijos en el sábado. No permitáis que ellos lo violen, pues vosotros mismos lo estaréis violando si consienten que vuestros hijos lo hagan. Cuando permitís que vuestros hijos jueguen en el sábado, Dios os considera transgresores de los mandamientos. Transgredís Su sábado”.
3 Mensajes Selectos: 257

            “Ruido alto y contienda no deben ser permitidos en ningún día de la semana; pero en el sábado todos deben mantener silencio. No deben ser oídas órdenes en voz alta en ninguna ocasión; pero en el sábado eso es completamente impropio. Este es el santo día de Dios, el día que El reservó para conmemorar Sus actividades creadoras, un día que El bendijo y santificó”.
3 Mensajes Selectos: 257

            “Les pregunto a los que afirman ser adventistas del séptimo día: ¿Podéis reivindicar el sello del Dios vivo? ¿Podéis afirmar que estáis santificados por la verdad? No tenemos, como un pueblo, dado a la ley de Dios la preeminencia que debíamos darle. Estamos en peligro de hacer nuestra propia voluntad en el día de sábado”.
3 Mensajes Selectos: 258

            “Recomendamos a todos que no laven su loza en el sábado, se fuese posible evitarlo. Dios es deshonrado por todo trabajo desnecesario efectuado en Su santo día. No es incoherente, y, sí, apropiado, que la loza quede por lavar hasta el fin del sábado, si esto pudiese ser hecho así”.
3 Mensajes Selectos: 258

            “Los sacerdotes en el templo realizaban mayor trabajo en el sábado que en otros días. El mismo trabajo, hecho en negocios seculares, sería pecado, pero la obra de los sacerdotes era realizada en el servicio de Dios”.
3 Mensajes Selectos: 259

            “Existen los que están observando este pueblo para ver cual es la influencia de la verdad sobre ellos. Los hijos de este mundo son más prudentes en su generación que los hijos de la luz; cuando les son presentados los reclamos del cuarto mandamiento, ellos miran para ver cómo el es observado por los que profesan obedecerle. Examinan la vida y el carácter de sus defensores, para verificar si están en armonía con su profesión de fe; y, con base en las opiniones así formadas, muchos son grandemente influenciados en la aceptación o rechazo de la verdad. Si este pueblo pusiese su vida en armonía con la norma bíblica, ellos serán realmente una luz en el mundo, una ciudad edificada sobre un monte”.
3 Mensajes Selectos: 260

            “Vi que sentíamos y comprendíamos bien poco de la importancia del sábado, en comparación con lo que aun debemos comprender y saber de su importancia y gloria. Vi que no sabíamos aun lo que era cabalgar sobre los altos de la Tierra y ser sustentado con la herencia de Jacob. Cuando, sin embargo, venga el refrigerio y la lluvia tardía por la presencia del Señor y la gloria de Su poder, sabremos lo que es ser sustentado con la herencia de Jacob y cabalgar sobre los altos de la Tierra. Entonces veremos más de la importancia y gloria del sábado”.
3 Mensajes Selectos: 260

            “A las dos de la tarde subimos a bordo del navío a vapor para hacer el viaje que temíamos hace tanto tiempo. Todo nuestro equipaje había sido guardado el viernes. Tenemos mucha aversión a viajar en el sábado, pero necesita ser efectuada la obra de transmitir el mensaje al mundo, y podemos mantener la mente y el corazón elevados a Dios y ocultarnos en Jesús. Cuando no podemos controlar esas cosas, debemos dejar todo a los cuidados de nuestro Padre celestial. Si nuestra confianza está en Dios, El nos ayudará”.
3 Mensajes Selectos: 265

            “Cristo es nuestro ejemplo. La determinación del anticristo de llevar a cabo la rebelión que él comenzó en el Cielo, continuará a operar en los hijos de la desobediencia. Su envidia y odio contra los que obedecen al cuarto mandamiento se harán cada vez más intensos. Pero el pueblo de Dios no debe ocultar su estandarte. Ellos no deben despreciar los mandamientos de Dios y, por amor a la comodidad, acompañar la multitud para hacer el mal. Deben tener el cuidado de no condenar sus hermanos en la fe que son firmes, inabalables, y siempre abundantes en la obra del Señor …
            Los que abandonan a Dios para salvar su vida serán abandonados por El. Al procurar salvar la vida renunciando a la verdad, ellos perderán la vida eterna.
            El afecto natural por parientes y amigos no debe llevar a alguna alma que ve la luz, a rechazarla, a deshonrar a Dios, el Padre, y a Jesús Cristo, Su Hijo unigénito. Será concebido todo pretexto posible para desobediencia por los hombres que prefieren, como muchos en el tiempo de Cristo, la aprobación de los hombres a la aprobación de Dios. Si alguien escoge a la esposa ó a los hijos, o al padre ó a la madre, antes que a Cristo, esa elección permanecerá por los siglos eternos, con todo su peso de responsabilidad…
            El alma que tuvo luz a respecto del sábado del Señor, Su recordación de la creación, y, para librarse de incómodos y vituperios, resolvió continuar siendo desleal, vendió a su Señor. Deshonró el nombre de Cristo. Tomó posición con los ejércitos del anticristo; junto con ellos, en el último gran día, se encontrará fuera de la ciudad de Dios, y no con los leales, sinceros y justos en el reino celestial.
            Todos los que tienen fe genuina serán experimentados y probados. Talvez tengan que abandonar casas y tierras, y aun sus propios parientes, debido a la cruel oposición. “Cuando, sin embargo, os persigan en una ciudad, huid para otra – dijo Cristo – porque … no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel, hasta que venga el Hijo del hombre” Mat. 10:23.
            Mientras mayor sea la influencia del hombre para el bien, bajo el dominio del Espíritu de Dios, tanto más resuelto será el enemigo a manifestar su envidia y celo contra el por medio de persecución religiosa. Todo el Cielo está, sin embargo, al lado de Cristo, no del anticristo. Los que aman a Dios y están dispuestos a ser participantes con Cristo en Sus sufrimientos, serán honrados por Dios. El anticristo, representando todos los que se exaltan contra la voluntad y la obra de Dios, en el tiempo designado sentirá la ira de Aquel que a Si mismo se dio para que perezcan, sino que tengan la vida eterna. Todos los que perseveran en la obediencia, todos los que no vendan a alma por dinero o por la aprobación de los hombres, serán inscritos por Dios en el libro de la vida”.
3 Mensajes Selectos: 401-402

 

Preparación para el Sábado.-

            “Durante toda la semana nos cumple tener en mente el sábado y hacer la preparación indispensable, a fin de observarlo conforme al mandamiento. No debemos observarlo simplemente como objeto de ley. Debemos comprender sus relaciones espirituales con todos los negocios de la vida. Todos los que consideran el sábado una señal entre ellos y Dios, revelando que El es el Dios que los santifica, han de representar condignamente los principios de Su gobierno. Practicarán día a día los estatutos de Su reino, orando continuamente a Dios para que la santificación del sábado repose sobre ellos. Cada día tendrán la compañía de Cristo, ejemplificándole la perfección de carácter. Día a día su luz refulgirá para otros en buenas obras.
            En todo cuanto se relaciona con la obra de Dios, las primeras victorias deben ser alcanzadas en la vida doméstica. Ahí es que debe comenzar la preparación para el sábado. Durante toda la semana compite a los padres acordarse que su hogar precisa ser una escuela en que los hijos sean preparados para el Cielo. Sean justas sus palabras. Expresión alguna que a los hijos no conviene oír, deberá proceder de sus labios. Sea el espíritu mantenido libre de toda irritación. Durante la semana deben los padres proceder como en presencia de
Dios, que les dio los hijos para que sean educados para El. Educad en el hogar la pequeña iglesia de modo a, que en el sábado, esté preparada para rendir culto a Dios en Su santuario. Todas las mañanas y tardes presentad a Dios vuestros hijos como Su herencia redimida con sangre. Enseñadles que su principal deber y privilegio es amar y servir a Dios.
            Deberán los padres tener particular cuidado con hacer el culto de Dios una lección objetiva para los hijos. Sus labios deben proferir más a menudo pasajes de las Escrituras, principalmente las que disponen el corazón para la práctica de la religión. Las siguientes palabras del salmista deben ser frecuentemente repetidas: “Oh alma mía, espera solamente en Dios, porque de El viene mi esperanza”. Sal. 62:5.
            Cuando el sábado es recordado de esta forma, las cosas temporales no influirán sobre el ejercicio de modo a perjudicarlo. Ningún servicio atinente a los seis días de trabajo será dejado para el sábado. Durante la semana, tendremos el cuidado de no agotar las energías con trabajo físico a punto de, en el día en que el Señor reposó y se restauró, estemos demasiado fatigados como para tomar parte en su culto.
            Aun cuando la preparación para el sábado deba proseguir durante toda la semana, el viernes es el día por excelencia de la preparación. Por intermedio de Moisés, dijo el Señor a Israel: “Mañana es el reposo, el santo sábado del Señor; lo que queráis cocer al horno, cocedlo, y lo que quisieres cocer en agua, cocedlo en agua; y todo lo que sobre, guardadlo para vosotros hasta mañana”. “El pueblo se esparcía y lo recogía, lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas”. Exo. 16:23; Num. 11:8. Tenían, pues, alguna cosa que hacer a fin de preparar el pan que les era enviado del Cielo, y el Señor les ordenó que lo hiciesen el viernes, el día de la preparación. Iba en esto une prueba para Israel. Quería Dios probarlos si guardarían o no Su santo sábado.
            Estas instrucciones provenientes de los propios labios de Dios, son para nuestra enseñanza. La Biblia es un guía perfecto, y si sus páginas fuesen estudiadas con oración y con espíritu dispuesto a comprender, nadie necesitaría estar en el error a ese respecto.
            Muchos necesitan ser instruidos cuanto al modo de presentarse en las reuniones para el culto del sábado. No deben comparecer a la presencia divina con ropa usada en el servicio durante la semana. Todos deben tener un traje especial para asistir a los cultos del sábado. Aun cuando no sea lícito adaptarnos a las modas del mundo, nuestra apariencia exterior no nos debe ser indiferente. Debemos vestirnos con aseo y elegancia, aun cuando sin lujo y sin adornos. Los hijos de Dios deben estar limpios interior y exteriormente.
            El viernes deberá quedar terminada la preparación para el sábado. Tened el cuidado de dejar toda la ropa en orden y dejar cocido lo que tenga que ser cocido. Limpiad los zapatos y tomad vuestro baño. Es posible dejar todo preparado, si se toma esto como regla. El sábado no debe ser empleado en arreglar ropa, cocer los alimentos, ni en diversiones o cualquier otra ocupación mundanas. Antes de la puesta del sol, dejad a un lado todo trabajo secular, y haced desaparecer las revistas profanas. Explicad a los hijos ese procedimiento vuestro e indúzcanlos a ayudar en la preparación, a fin de observar el sábado según el mandamiento.
            Debemos observar cuidadosamente los límites del sábado. Acuérdense que cada minuto es tiempo sagrado. Siempre que sea posible, los patrones deberán conceder a los empleados las horas que van entre el medio día del viernes y el comienzo del sábado. Dadles tiempo para la preparación, a fin de que puedan saludar el día del Señor con sosiego de espíritu. Procediendo así no sufrirán ningún prejuicio, ni aun en relación a las cosas temporales.
            Hay aun otro punto al que debemos dar nuestra atención en el día de la preparación. En ese día todas las divergencias existentes entre hermanos, tanto en la familia como en la iglesia, deben ser removidas. Apártese del alma toda amargura, ira o resentimiento. Con espíritu humilde “confesad vuestras culpas unos a los otros, y orad unos por los otros, para que sanéis” San. 5:16.
            Antes de comenzar el sábado, tanto la mente como el físico deben desentenderse de todos los negocios seculares. Dios colocó el sábado al final de los seis días de trabajo, para que el hombre ahí se detenga y considere lo que lucró, durante la semana terminada, en preparativos para aquel reino de pureza a que ningún transgresor será admitido. Debemos cada sábado ajustar cuentas con nuestra alma, a fin de averiguar si la semana recién terminada nos trajo lucro o perjuicio espiritual.
            Santificar el sábado al Señor implica en salvación eterna. Dijo Dios: “A los que Me honran, honraré”. 1 Sam. 2:30.

El Sábado en la Familia.-

            Antes de la puesta del sol, todos los miembros de la familia deben reunirse para estudiar la Palabra de Dios, cantar y orar. A este respecto estamos necesitados de una reforma, porque muchos hay que se están volviendo remisos. Tenemos que confesar las faltas a Dios y unos a los otros. Debemos tomar disposiciones especiales para que cada miembro de la familia pueda estar preparado para honrar el día que Dios bendijo y santificó.
            No debéis perder las preciosa horas del sábado, levantándoos tarde. En el sábado la familia debe levantarse temprano. Despertando tarde, es fácil complicarse con la comida matinal y con la preparación para la Escuela Sabática. Eso trae como consecuencia prisa, impaciencia y precipitación, dando lugar a que la familia se vea poseía de sentimientos impropios en ese día. Profanado de esta manera el sábado, se hace un fardo, y su aproximación será para ella antes un motivo de desagrado en vez de regocijo.
            No debemos, en el sábado, aumentar la cantidad de alimento o preparar mayor variedad que en los otros días. Al contrario, la comida del sábado debe ser más simple, siendo conveniente comer menos que lo de costumbre, a fin de tener el espíritu claro y en condiciones de comprender los temas espirituales. La alimentación en exceso entorpece la mente. Las más preciosas verdades pueden ser oídas sin ser apreciadas, por estar la mente oscurecida por un régimen alimenticio impropio. Por comer demasiado a los sábados, muchos han contribuido más de lo que imaginan para deshonrar a Dios.
            Aun cuando deba la gente abstenerse de cocinar los sábados, no es necesario ingerir la comida fría. En días fríos, conviene calentar el alimento preparado en el día anterior. Las comidas, ya que son simples, deben ser apetitosas y atrayentes. Trátese de hacer cualquier plato especial, que la familia no acostumbra comer todos los días.
            En el culto familiar, tomen parte también los niños, cada cual con su Biblia, leyendo de ella uno o dos versículos. Cántese entonces un himno preferido, seguido de oración. De esta, Cristo nos dejó un modelo. La oración del Señor no fue destinada para ser simplemente repetida como una fórmula, sino que es una ilustración de como deben ser nuestras oraciones, simples, fervorosas y abarcantes. En sincera petición, contadle al Señor vuestras necesidades y exprimida gratitud por Sus favores. De este modo saludaréis a Jesús como huésped bienvenido en vuestro hogar y corazón. En familia conviene evitar oraciones largas y sobre asuntos remotos. Esas oraciones enfadan, en vez de constituir un privilegio y una bendición. Haced de la hora de la oración un momento deleitable e interesante.
            La Escuela Sabática y el culto de predicación ocupan apenas una parte del sábado. El tiempo restante podrá ser pasado en casa y ser el más precioso y sagrado que el sábado proporciona. Buena parte de ese tiempo deberán los padres pasar con los hijos. En muchas familias, los hijos menores son abandonados a sí mismos, a fin de que se entretengan como mejor puedan. Abandonados a sí mismos, los niños en breve se ponen inquietos y comienzan a jugar o a ocuparse de cosas ilícitas. De este modo el sábado pierde para ellos su importancia sagrada.
            Cuando hace buen tiempo, deberán los padres salir con los hijos a paseo por los campos y bosques. En medio a las bellas cosas de la Naturaleza, explíquenles la razón de la institución del sábado. Descríbanles la gran obra de la creación de Dios. Cuéntenles que la Tierra, cuando El la hizo, era bella y sin pecado. Cada flor, arbusto y árbol correspondían al propósito divino. Todo sobre lo que el hombre posaba su mirada, lo deleitaba, sugiriéndole pensamientos del amor divino. Todos los sonidos eran armoniosos, y en consonancia con la voz de Dios. Mostradle que fue el pecado que marcó esa obra perfecta; que las espinas, cardos, aflicción, dolor y muerte son el resultado de la desobediencia a Dios. Hacedles notar, también, que, a pesar de la maldición del pecado, la Tierra aun revela la bondad divina. Los verdes campos, los árboles altaneros, el alegre sol, las nubes, el rocío, el silencio solemne de la noche, la magnificencia del cielo estrellado, la belleza de la luna, dan testimonio del Creador. No cae del Cielo ninguna gota de lluvia, ningún rayo de luz incide sobre este mundo ingrato, sin testificar de la longanimidad y del amor de Dios.
            Habladles del plano de la salvación; que “Dios amó al mundo de tal manera que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree no perezca, mas tenga la vida eterna” Juan 3:16. Repetidles la dulce historia de Belén. Presentadles como Jesús fue un hijo obediente a los padres, como fue joven fiel y diligente, ayudando a proveer el sustento de la familia. De ese modo les podéis dar a entender también que el Salvador conoce las probaciones, dificultades y tentaciones, esperanzas y alegrías de la juventud, estando por eso en condición de darles simpatía y apoyo. De vez en cuando, leedles las interesantes historias contenidas en la Biblia. Preguntadles acerca de lo que aprendieron en la Escuela Sabática, y estudiad con ellos la lección del sábado siguiente.
            A la puesta del sol, elevad la voz en oración y cánticos de loor a Dios, celebrando el término del sábado y pidiendo la asistencia del Señor para los cuidados de la nueva semana.
            De este modo los padres podrán hacer del sábado lo que en realidad debe ser, esto es, el más alegre de los días de la semana, induciendo así a los hijos a considerarlo un día deleitoso, el día por excelencia, santo al Señor y digno de honra.
            Os exhorto, queridos hermanos y hermanas: Acordáos “del día de sábado, para santificarlo”. Si deseáis ver vuestros hijos observando el sábado conforme el mandamiento, debéis enseñarles esto, tanto por precepto como por el ejemplo. La verdad, profundamente impresa en el corazón, jamás habrá de ser totalmente olvidada. Podrá ser oscurecida, pero nunca destruida. Las impresiones hechas en la tierna infancia, han de manifestarse también en los años futuros. Las circunstancias pueden separar los hijos de los padres, y apartarlos del convivo familiar, pero por toda la vida las instrucciones recibidas en la infancia y mocedad les han de ser una bendición.

 

Viajar los Sábados.-

            Si deseamos la bendición prometida a los obedientes, debemos observar más estrictamente el sábado. Temo que muchas veces emprendamos en ese día viajes que bien podrían ser evitados. En conformidad con la luz que el Señor nos ha concedido en relación con la observancia del sábado, debemos ser más escrupulosos en relación a los viajes en ese día, por tierra o mar (o aire). A ese respecto debemos dar a los niños y jóvenes un buen ejemplo. Para ir a la iglesia, que requiere nuestra cooperación o a la cual debemos transmitir el mensaje que Dios le destina, puede hacerse necesario viajar el sábado; pero siempre que sea posible debemos, en el día anterior, comprar los pasajes y tomar todas las medidas necesarias. Cuando emprendamos un viaje, debemos esforzarnos lo máximo posible por evitar que el día de llegada al destino coincida con el sábado.
            Cuando obligados a viajar el sábado, tenemos que evitar la compañía de los que buscan atraernos la atención para las cosas seculares. Debemos tener la mente concentrada en Dios y con El mantener comunión. Siempre que se nos ofrezca la oportunidad, hablemos con otros acerca de la verdad. Tenemos en todo tiempo estar dispuestos a aliviar sufrimientos y ayudar a los que sufren necesidades. En esos casos Dios requiere que nosotros hagamos uso legítimo del conocimiento y sabiduría que nos dio. No debemos, sin embargo, hablar acerca de negocios ni entablar cualquier conversación mundana. En todo tiempo y en cualquier lugar Dios quiere que le testimoniemos nuestra fidelidad, honrando Su sábado.

Reuniones en Sábado.-

            Cristo dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Mat. 18:20. Siempre que hayan dos o tres creyentes en la misma localidad, deberán ellos reunirse en el sábado para reclamar las promesas del Señor.
            El pequeño grupo reunido para adorar a Dios en su santo día, tiene derecho a reclamar las bendiciones de Jehová y puede estar cierto de que el Señor Jesús será honroso visitante en sus reuniones. Todo verdadero adorador de Dios, que santifica el sábado del Señor, deberá reclamar para sí la promesa: “Para que sepáis que Yo soy el Señor que os santifica”. Exo. 31:13.
            Los que ocupan en la iglesia cargos de dirección no deben agotar durante la semana la fuerza física y mental, de modo a que no les sea posible, en el sábado, llevar para la iglesia la influencia vivificante del evangelio de Cristo. Limitad el trabajo físico de cada día, pero no defraudéis a Dios, rindiéndole, en el sábado, un culto que no puede aceptar. No debéis ser como hombres destituidos de vida espiritual. Los creyentes necesitan de vuestro auxilio en el sábado. Dadles el alimento de la Palabra de Dios. Ofreced a Dios, en ese día, vuestras mejores dádivas. Ofrendadle, en Su santo día, la vida preciosa del alma en servicio consagrado.
            Nadie vaya a dormir a la iglesia. El sueño es cosa que no debe manifestarse en la casa de Dios. No es vuestro costumbre entregáros al sueño cuando estáis empeñados en algún servicio temporal, porque os lo impide el interés que en ello tomáis. ¿Sería lícito, pues, colocar en un nivel inferior a los negocios seculares el culto que implica con vuestros intereses eternos?
            Cuando procedemos así, nos privamos de la bendición que el Señor nos destina. El sábado no debe ser pasado en ociosidad, pero tanto en casa como en la iglesia, debemos manifestar espíritu de adoración. Aquel que nos dio seis días para nuestras ocupaciones materiales, bendijo y santificó el séptimo día y lo separó para Sí. En este día, Dios se propone bendecir de manera especial todos los que se consagran a Su culto.
            Todo el Cielo celebra el sábado, pero no de manera ociosa y negligente. En ese día todas las energías del alma deben estar despiertas; ¿pues no tenemos que encontrarnos con Dios y con Cristo, nuestro Salvador? Podemos contemplarlo por la fe. El está deseoso de refrigerar y bendecir cada alma.
            Cada cual debe sentir que tiene una parte a desempeñar, a fin de hacer interesante las reuniones del sábado. No debéis reuniros simplemente para llenar una formalidad, y sí para intercambiar ideas, relatar vuestra experiencia diaria, ofrecer acciones de gracia y exprimir vuestro sincero deseo de ser iluminados para conocer a Dios y a Jesús Cristo, a quien El envió. Las charlas mutuas acerca de Cristo fortalecerán el alma para los combates y probaciones de la vida. No imaginéis que podréis ser cristianos y vivir concentrados en vosotros mismos. Todos representamos una parte de la gran trama de la humanidad, y la experiencia de cada uno será hasta cierto punto determinada, y la experiencia de cada uno será hasta cierto punto determinada por la de sus compañeros.
            No conseguimos la centésima parte de las bendiciones que debemos obtener de nuestras reuniones de culto a Dios. Nuestras facultades perceptivas precisan ser agudizadas. La comunión mutua debe llenarnos de regocijo. Con la esperanza que tenemos, ¿por qué no hay de nuestro corazón el abrazarse del amor de Dios?
            A cada reunión religiosa debemos llevar la viva consciencia espiritual de que Dios y los ángeles allí están presentes, a fin de cooperar con todos los verdaderos creyentes. Al transponer las puertas de la casa de Dios, pedida al Señor que os aleje del corazón todo lo que es malo. Introducid en Su casa solamente lo que El pueda bendecir. Arrodillaos delante de Dios, en Su templo, y consagradle aquello que Le pertenece y que El adquirió con la sangre de Cristo. Orad a favor de la persona que dirigirá la reunión. Orad para que venga una gran bendición sobre la congregación, por medio de aquel que debe ministrar la palabra de vida. Esforzáos fervorosamente para alcanzar vosotros mismos una bendición.
            Dios bendecirá todos cuantos de esa manera se preparen para Su culto, y ellos comprenderán lo que significa tener la garantía del Espíritu, porque por la fe aceptaron a Cristo.
            La casa de culto podrá ser muy humilde, pero no será por eso menos reconocida por Dios. Para los que adoran a Dios en espíritu, en verdad y en la belleza de la santidad, será como la puerta del Cielo. El número de creyentes talvez sea relativamente pequeño, pero será muy precioso a los ojos de Dios. Con el martillo de la verdad, fueron cortados de la cantera del mundo, y llevados para el taller de Dios, para ahí ser cincelados y pulidos. Aun cuando estado tosco, El los considera preciosos. El machete, el martillo y el cincel de la probación son manejados por un Ser perito y usados, no para destruir, sino para conseguir la perfección de cada alma.
Como piedras preciosas, pulidas a fin de servir en un palacio, Dios pretende colocarnos en Su templo celestial.
           
 
Unidos a la Iglesia del Cielo.-

            La iglesia de Dios en la Tierra es solidaria con la del Cielo. Los creyentes en la Tierra se reúnen para adorar a Dios. Los testimonios de los creyentes son por ellos oídos en la corte celestial, y el loor y acciones de gracias de los adoradores en la Tierra repetidos en sus cánticos divinos, repercuten en el Cielo su loor y alegría porque Cristo no murió en balde por los caídos hijos de Adán. Y, mientras los ángeles participan directamente del manantial divino, los santos de la Tierra bebieron de las corrientes de aguas puras que fluyen del trono, de las corrientes de aguas que alegran la ciudad de Dios.
            ¡Ojalá todos pudiesen comprender la proximidad en que la Tierra está del Cielo! Sin que de eso se perciban los hijos de Dios en la Tierra, ángeles de luz se constituyen en sus compañeros. Un testigo silencioso, atento para cada alma viviente, tratando atraerlo para Cristo. Y a menos que el hombre, para su ruina eterna, resista al Espíritu Santo, mientras haya esperanza, será guardado por seres celestiales. Debemos tener siempre presente que en cada asamblea de creyentes en la Tierra, ángeles de Dios les están escuchando los testimonios, himnos y oraciones. Debemos acordarnos que nuestros loores son completados por los coros de la hueste angélica celestial.
            Por lo tanto, al reuníros sábado tras sábado, cantad loores a Aquel que os llamó de las tinieblas para Su maravillosa luz. Al que nos amó y en Su preciosa sangre nos lavó de los pecados, dedicad la adoración de vuestra alma. ¡Sea el amor de Cristo la preocupación de los que predican la Palabra! ¡Sea el expresado en lenguaje simple en cada himno de loor! ¡Sean vuestras oraciones dictadas por el Espíritu de Dios! Al ser predicada la palabra de la vida, testimoniad de corazón que la aceptáis como un mensaje venido de Dios. Esta es una vieja costumbre, lo se; pero será una ofrenda de acción de gracias por el pan de la vida proporcionado al alma hambrienta. Esa respuesta a la inspiración del Espíritu Santo será una fuerza para vuestra propia alma y animación para otros. Será de algún modo la evidencia de que existen en la casa de Dios piedras vivas que emiten luz.
            Pasando en revista, no los capítulos oscuros de nuestra existencia y sí las pruebas de gran misericordia y amor indecible de Dios, habremos de encontrar más motivos para expandirnos en loores que en quejas. Habremos de discurrir sobre la eterna fidelidad de Dios como el Pastor legítimo, benigno y compasivo de Su rebaño, de quien El mismo dijo que nadie podría arrebatar de Sus manos. El lenguaje del alma no se manifestará entonces, en murmuraciones egoístas y descontentamientos, sino en expresiones de loor que brotarán de los labios de los verdaderos creyentes de Dios como corrientes de aguas cristalinas. “La bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por largos días”. “Me guiarás con Tu consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quien tengo yo en el Cielo sino a Ti? Y en la Tierra no hay quién yo desee fuera de Ti”. Sal. 23:6; 73:24-25.
            ¿Por qué no hacer resonar nuestra voz en cánticos espirituales mientras proseguimos en nuestra peregrinación? ¿Por qué no volvemos a la simplicidad de fe y de vida? El motivo de que nosotros no nos regocijemos más, está en que dejamos el primer amor. Seamos, pues, celosos y arrepintámonos para que no venga a ser sacado de su lugar nuestro castizal.
            El templo de Dios en el Cielo está abierto y sus umbrales inundados de la gloria que se derrama sobre toda la iglesia que ama a Dios y guarda Sus mandamientos. Debemos investigar, meditar y orar. Entonces nuestros ojos alcanzarán hasta el interior del templo celestial y comprenderemos los motivos de los cánticos de loor del coro divino que cerca el trono de Dios. Cuando Sión se levante y se haga luz, esa luz ha de ser deslumbrante en alto grado, y preciosos cánticos de loor y acción de gracias han de ser oídos en las asambleas de los santos. Las murmuraciones y quejas en relación a mezquindades han de cesar. Cuando hagamos aplicación del precioso colirio ofrecido a nosotros, habremos de divisar la gloria del más allá. La fe romperá a través de las sombras de Satanás, y contemplaremos nuestro Abogado, ofreciendo en nuestro auxilio el incienso de Sus propios méritos. Cuando veamos las cosas como son, como el Señor desea que las veamos, seremos llenos del conocimiento de la inmensidad y variedad del amor divino.
            Dios enseña que debemos congregarnos en Su casa, a fin de cultivar las cualidades del amor perfecto. Con esto los habitantes de la Tierra serán habilitados para las moradas celestiales que Cristo fue a preparar para los que Lo aman. Allá en el santuario de Dios, se reunirán, entonces, sábado tras sábado y mes tras mes, para participar de los más sublimes cánticos de loor y acción de gracias, entonados en honra de Aquel que está sentado en el trono, y al Cordero, eternamente”.
3 Joyas de los Testimonios: 20-34

            “Al comenzar el sábado, debemos ponernos en guardia nosotros mismos, a nuestros actos y palabras, para que no le robemos a Dios, aprovechándonos para nuestro propio uso de aquel tiempo que pertenece estrictamente al Señor. No debemos hacer nosotros mismos, ni debemos permitir que nuestros hijos hagan cualquier especie de trabajo personal que constituya nuestro medio de vida, o cualquier cosa que podría haber sido hecha durante los seis días de trabajo.
            El viernes es el día de la preparación. El tiempo puede ser entonces dedicado a hacer los preparativos necesarios para el sábado, a pensar y a hablar sobre eso. Ninguna cosa que pueda a los ojos del Cielo ser considerada transgresión del santo sábado, debe dejarse por decir o hacer, para ser dicha y hecha en el sábado. Dios requiere, no solamente que nos abstengamos del trabajo físico en el sábado, sino que la mente sea disciplinada de modo a pensar en temas santos. El cuarto mandamiento es virtualmente transgredido mediante el conversar sobre cosas mundanas, o leves y frívolas. Hablar sobre cualquier cosa o sobre todo lo que se nos venga a la mente, es hablar nuestras propias palabras. Todo desvío de lo que es correcto nos pone en servidumbre y condenación.

            Hermano P., usted debe disciplinarse para discernir la santidad dl reposo del cuarto mandamiento, y trabajar por elevar la norma en su familia, o donde quiera que tenga, por su ejemplo, disminuido la misma entre el pueblo de Dios. Debe neutralizar la influencia que ha ejercido a ese respecto, cambiando sus palabras y acciones. Usted con frecuencia ha dejado de acordarse del “día de sábado, para santificarlo”; se ha olvidado muchas veces de el, y ha hablado sus propias palabras en el día santificado por Dios. No se ha acautelado, uniéndose, en el sábado, a la conversación profana sobre asuntos comunes del día, como ganancias y pérdidas, depósitos, cosechas y provisiones. En esto su ejemplo perjudica su influencia. Usted necesita reformarse.
            Los que no se encuentran completamente convertidos a la verdad, dejan con frecuencia que la mente les corra suelta sobre negocios mundanos y si bien que reposan de las labores físicas en el sábado, la lengua habla de lo que está en el espíritu; de ahí vienen esas conversaciones sobre ganado, cosechas, perjuicios y lucros. Todo esto es violación del sábado. Si la mente gira en asuntos mundanos, la lengua lo revelará; pues de la abundancia del corazón habla la boca.
            Nadie debe sentirse en la libertad de gastar tiempo santo inútilmente. Desagrada a Dios que los observadores del sábado duerman mucho tiempo en el sábado. Ellos deshonran a su Creador al actuar así y por su ejemplo, dicen que los seis días son demasiado preciosos para que los empleen en descansar. Necesitan ganar dinero, aunque sea robándose el sueño necesario, el cual recuperan durmiendo durante las horas santas. Después, se disculpan diciendo: “El sábado fue dado para día de descanso. No me privaré del reposo para ir a la reunión; porque necesito descansar”. Esas personas hacen un empleo errado del día santificado. Especialmente en ese día, deben ellas interesar su familia en la observancia del mismo, y congregarse en la casa de oración con los pocos o muchos que allí hayan. Deben dedicar el tiempo y las energías a cultos religiosos, para que la divina influencia los pueda asistir durante la semana. De todos los días semanales, ninguno es tan favorable a los pensamientos y sentimientos devocionales como el sábado.
            Me fue presentado todo el Cielo como contemplando y observando en el transcurso del sábado aquellos que reconocen las reivindicaciones del cuarto mandamiento, y están guardando el sábado. Los ángeles estaban anotando el interés de ellos en esa divina institución, el elevado respeto que por ella nutren. Aquellos que santificaban en el propio corazón al Señor Dios mediante una estructura estrictamente devocional del espíritu, y que buscaban aprovechar las horas santas en observar el sábado de la mejor manera que les era posible, y honraban a Dios en considerar el sábado deleitoso, a esos los ángeles beneficiaban especialmente con luz y salud, y les era comunicada especial resistencia. Por otro lado, sin embargo, los ángeles se desviaban de los que dejaban de apreciar la santidad del día santificado por Dios, y retiraban de ellos su luz y su fuerza. Los vi ensombrecidos por una nube, abatidos, y frecuentemente tristes. Sentían la falta del Espíritu de Dios.
1 Joyas de los Testimonios: 290-292
Sociedad con los Incrédulos

            Algunos de nuestros hermanos empeñados en negocios, no han guardado el sábado según el mandamiento. Algunos han mantenido sociedad con incrédulos, y la influencia de esos socios violadores del sábado ha tenido su influencia sobre ellos. Algunos han sido tan cegados, que no disciernen el peligro de tales ligaciones, pero ese peligro es simplemente mayor por el hecho de no ser percibido. Al paso que un socio profesa observar el sábado, el otro, con los empleados en el servicio, continua con el negocio de la firma. El observador del sábado, aun cuando no esté exteriormente empeñado en el trabajo, no puede desviar el pensamiento de los asuntos comerciales. Si bien que talvez se esfuerze por guardar el sábado, no lo guarda. El Señor lo considera transgresor.
            Aun en relaciones de negocios, no podemos, sin envolver principios, unirnos con los que no son leales a Dios. Lo que un socio piensa ser prohibido por la conciencia, el otro lo permite. Y esto, no solamente en cuestiones religiosas, sino en las transacciones de negocios. Uno actúa por motivos egoístas, sin consideración para con la ley de Dios o la salvación del alma; y si el otro ama sinceramente a Dios y la verdad, o debe haber sacrificio de principios, o frecuentes y penosos desentendimientos.
            Exigirá continua lucha el resistir a la influencia mundana y al ejemplo de su asociado profano. El tiene grandes dificultades a enfrentar; pues se colocó en el terreno del enemigo. La única orientación segura, es dar oídos a la inspirada recomendación: “No os prendáis a un yugo desigual con los infieles; porque, ¿qué sociedad tiene la justicia con la injusticia? Y qué comunión tiene la luz con las tinieblas?”. “Salid de en medio de ellos, y apartáos, dice el Señor; y no toquéis nada inmundo, y Yo os recibiré”. 2 Cor. 6:14 y 17.

Ir a la Escuela los Sábados

            Algunos de entre nuestro pueblo han enviado los hijos a la escuela el sábado. No eran obligados a hacer eso, pero las autoridades escolares objetaron al recibimiento de los niños a menos que frecuentasen durante los seis días. En algunas de esas escuelas, los alumnos son instruidos, no solamente en las materias regulares de estudio, sino en hacer varias especies de trabajo; y los hijos de profesos observadores de los mandamientos han sido mandados allí en el sábado. Algunos padres han procurado justificar su conducta citando las palabras de Cristo, que es lícito hacer el bien en el día sábado. Pero el mismo raciocinio podría demostrar que los hombres podían trabajar los sábados, porque necesitan ganar el pan de sus hijos; y no hay límite, ninguna línea divisoria para mostrar lo que debe o no debe ser hecho.
            Hubiesen esos queridos hermanos poseído más espiritualidad, hubiesen ellos evaluado el carácter obligatorio de la ley de Dios, como cada uno de nosotros debe hacerlo, habrían conocido su deber, y no estarían andando en tinieblas. Bien duro les fue ver que debían tomar otra dirección. Pero Dios no consulta nuestras conveniencias en lo que respecta a Sus mandamientos. Espera que los obedezcamos y enseñemos a nuestros hijos. Tenemos delante de nosotros el ejemplo de Abrahán, el padre de los fieles. Dice el Dios del Cielo:

“Porque Yo lo he conocido, que el ha de ordenar a sus hijos y a su casa después de él, para que guarden el camino del Señor”. Gen. 18:19. Y fue por esto que fueron proferidas tan grandes bendiciones sobre el y su posteridad.
            Nuestros hermanos no pueden esperar la aprobación de Dios mientras ponen sus hijos donde les es imposible obedecer al cuarto mandamiento. Deben esforzarse para hacer arreglos con las autoridades a través de los cuales los niños sean dispensados de las clases en el séptimo día. Una vez que esto falle, entonces es patente su deber, obedecer los mandamientos de Dios, cueste lo que cueste. En algunos lugares de Europa central, hay personas que han sido multadas y colocadas en prisión por no enviar sus hijos a la escuela los sábados. En cierto lugar, después que un hermano declaró positivamente la fe que profesaba, llegó a su puerta un oficial de justicia, y obligó a los niños a ir a la escuela. Los padres les dieron una Biblia en lugar de los habituales libros escolares, y pasaron el tiempo estudiándola. Pero donde quiera que sea posible, nuestro pueblo debe establecer escuelas propias. Donde no puedan hacerlo, deben cambiarse cuanto antes para un lugar donde puedan guardar libremente los mandamientos de Dios.

La Prueba de Lealtad

            Algunos argumentarán que el Señor no es tan exigente en Sus preceptos; que no es su deber guardar el sábado estrictamente con tan gran perjuicio, o que se coloquen en conflicto con las leyes de la Tierra. Es sin embargo, justamente ahí el punto en que sobrevendrá la prueba, para ver si honraremos la ley de Dios por sobre las exigencias de los hombres. Esto es lo que hará distinción entre los que honran a Dios y los que lo deshonran. Es en esto que debemos probar nuestra lealtad. La historia del trato de Dios con Su pueblo en todos los siglos, muestra que El exige exacta obediencia.
            Cuando el ángel destruidor estaba para pasar por la tierra de Egipto, y herir el primogénito, tanto del hombre como de los animales, los israelitas fueron instruidos a colocar a sus hijos consigo dentro de casa, y colocar sangre en los dinteles de la puerta, y nadie debía salir de casa; pues todos cuantos fuesen encontrados entre los egipcios serían destruidos con ellos. Imaginemos que un israelita hubiese negligenciado poner la señal de sangre en la puerta, diciendo que el ángel de Dios podría distinguir entre los hebreos y los egipcios; ¿habrían los centinelas celestes parado para guardar aquella morada? Debemos tomar para nosotros esa lección.
            Otra vez debe el ángel destruidor pasar por la Tierra. Debe haber una señal sobre el pueblo de Dios, y esa señal es la observancia de Su santo sábado. No podemos seguir la propia voluntad y juicio, y lisonjearnos de que Dios satisfará las condiciones que imponemos. El prueba nuestra fe dándonos alguna parte a desempeñar en relación con Su interposición a nuestro favor. A los satisfacen las condiciones, serán cumplidas las promesas; pero todos cuantos se arriesgan a alejarse de Sus instrucciones para seguir el camino de su preferencia, perecerán juntamente con los impíos cuando la Tierra sea visitada por Sus juicios.
            Caso los padres permitan que sus hijos se eduquen con el mundo, y hagan del sábado un día común, entonces el sello de Dios no puede ser colocado sobre ellos. Serán destruidos con el mundo; ¿y no caerá su sangre sobre los padres? Pero si le enseñamos fielmente los mandamientos de Dios a nuestros hijos, si los traemos a la sujeción de la autoridad paterna, y después, con fe y oración los confiamos a Dios, El cooperará con nuestros esfuerzos; pues así lo prometió. Y al pasar el diluvio del azote por la Tierra, juntamente con nosotros ellos se podrán ocultar en el secreto del pabellón del Señor.

Escrupulosa Observancia del Sábado

            Dios sacó Su pueblo de Israel de Egipto a fin de que puedan observar Su sábado, y les dio instrucciones especiales cuanto a la manera de guardarlo. Los Diez Mandamientos proferidos por Su propia voz en el Sinaí, y las instrucciones dadas a Moisés, fueron registradas para beneficio de todos cuantos viviesen en la Tierra hasta el fin del tiempo. Dios le dio al hombre seis días de trabajo, pero se reservó el séptimo para Si mismo, y profirió una bendición sobre los que lo guardan y santifican.
            La misericordia divina dio instrucciones para que los enfermos y sufridores fuesen cuidados; el trabajo exigido para proveerles conforto, es un trabajo de necesidad, y no violación del sábado. Pero todo servicio desnecesario debe ser evitado. Muchos postergan negligentemente hasta el comienzo del sábado cosas pequeñitas que debían haber sido hechas en el día de preparación. Esto no debe hacerse. Todo trabajo negligenciado hasta el comienzo del sábado debe quedar por hacer hasta que el haya pasado.
            Debemos guardar las palabras y los pensamientos. Los que discuten asuntos de negocios y hacen planos el sábado, son considerados por Dios como si se empeñasen en reales transacciones de negocios. Para santificar el sábado, no debemos ni siquiera permitir que nuestra mente se detenga en cosas de carácter secular.
            El domingo es generalmente un día de fiesta y de búsqueda de placer; pero el Señor quiere que Su pueblo de al mundo un ejemplo más elevado y santo. En el sábado debe haber una solemne consagración de la familia de Dios. El mandamiento incluye todos los que se encuentran dentro de nuestras puertas; todos los moradores de la casa deben dejar sus ocupaciones seculares a un lado, y emplear las horas sagradas en devoción. Únanse todos para honrar a Dios en un culto deleitoso en Su santo día”.
2 Joyas de los Testimonios: 180-185

Categorías: El Sábado

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