40 Preguntas sobre la ley de Dios

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3ra Parte

21. En los capítulos 2 y 3 del Apocalipsis se encuentran siete cartas de la gran Cabeza de las iglesias, dirigidas a siete iglesias locales. Son los últimos mensajes directos a las iglesias sobre la tierra. Si fuese verdad lo que enseña el adventismo, ¿no les habría recordado su deber de guardar el sábado?
En Apocalipsis se dan indicaciones a las siete iglesias de Asia. Se nombran varios pecados y se les advierte no cometerlos. No se menciona la violación del sábado. Tampoco se mencionan el hurto, el asesinato, las codicia, ni el falso testimonio. Esto es porque las iglesias habían caído en otros pecados y no en estos, y por eso no se hacía necesaria una corrección en ese sentido. Pero el silencio de Apocalipsis en relación con estos pecados no nos autoriza a cometerlos. Antes bien, lo que hace el libro es recordarnos que debemos guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús (Apoc. 14:12). Si alguien pretende violar el sábado porque nada al respecto se les indica a las siete congregaciones en Asia, también deberá sentirse libre de mentir, robar y matar.
Estamos de acuerdo con que el Apocalipsis contiene "los últimos mensajes directos a las iglesias sobre la tierra". Pero notemos lo que dice uno de esos mensajes: "¡Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas!" (Apoc. 14:7). Si nos fijamos en el cuarto mandamiento, observaremos de inmediato que se nos ordena guardar el sábado "porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó" (Apoc. 14:7). Así que el cuarto mandamiento se hizo para adorar a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Si es así, ¿se sentirá Dios honrado cuando no observamos el sábado, es decir, cuando no lo reconocemos como el Autor de la creación?

22. Ustedes dicen que el domingo entró con Constantino en el siglo IV. ¿Cómo explican entonces que los "padres" de la Iglesia, que escribieron durante los primeros tres siglos después de Cristo, hablan del primer día de la semana para las reuniones de los creyentes?
Como ahora se toca un tema extrabíblico, será bueno revisar los datos históricos disponibles para determinar hasta qué punto los "padres" de la iglesia católica acertaron en la verdad. Pablo dice que ya en sus tiempos estaba en marcha el plan de la apostasía (2 Tes. 2:7-9), lo que permite entender que, si en algo los cristianos de los tres primeros siglos procedieron de manera diferente al evangelio eterno, es porque estaban apostatando.
Citar a los autores católicos del periodo postbíblico, ¿es una prueba fidedigna de la verdad? De ser así, ¿por qué los protestantes no hacen votos por los muertos, tal como lo enseñaron Tertuliano, Juan Crisóstomo, Lactancio, y Gregorio Magno? ¿Por qué no creen en el Purgatorio, tal como lo enseñaron Tertuliano y Agustín de Hipona? ¿Por qué no veneran a María, como lo enseñaron Justino Mártir e Ireneo de Lión? ¿Por qué no creen en la preexistencia del alma, tal como lo enseñó Orígenes? ¿Por qué además los protestantes no usan imágenes en sus iglesias, tal como lo hicieron Agustín, Jerónimo, Paulino de Nola, Basilo, Barlaam, Cirilo de Aljandría y tantos otros? Pues si el hecho de que ellos no guardaran el sábado demuestra la legitimidad de esta actitud, entonces todo lo demás que practicaron contra los mandatos divinos también será legítimo a los ojos de Dios.
Tal como lo entendió el protestante James Buchanan en el siglo XVI, hay una gran diferencia entre la teología histórica de la Escritura y la teología histórica de la iglesia, y esta diferencia está dada en razón de que los escritos bíblicos fueron inspirados, pero no los escritos "patrísticos". Buchanan explica:
Estos escritos [de la iglesia católica], sean antiguos o modernos, no poseen autoridad divina en asuntos de Fe, y su enseñanza en estos temas no deben afectar nuestras creencias, a menos que pueda probarse que están en conformidad con las normas infalibles de la palabra de Dios… La levadura anticristiana, que existía en la iglesia primitiva, gradualmente se expandió y fermentó en tiempos posteriores, y se ha vuelto casi universal, cuando el poder de Roma, que tenía obstruido su temprano desarrollo, tomó su camino, y la "Apostasía" predicha tuvo libre curso, hasta culminar en el "Hombre de Pecado", que se sienta "en el templo de Dios" como "Aquel Inicuo" (ho ánomos), el cuerpo visible del "misterio de la iniquidad" (2 Tes. 2:3-8), u "hombre de pecado" (amartías). No podemos esperar que durante el progreso de esta Apostasía predicha, la verdad del Evangelio continuara en su pureza original, y hallamos que, consecuentemente, mientras continuó con su simplicidad durante los tiempos de la persecución y martirio, al final del segundo siglo comenzó a corromperse con muchas doctrinas erróneas y prácticas supersticiosas, que crecieron bajo el fomento de los padres más eminentes, tanto de la Iglesia Oriental como de la Iglesia de Occidente.
Esto lo escribe un protestante, no un adventista. Si es verdad que en el periodo postbíblico el Evangelio no continuó con su pureza original, ¿cómo podremos esperar una demostración doctrinal a partir de lo que aquellos hombres enseñaron? ¿No debe ser la Biblia, y la Biblia sola, la fuente de la doctrina? Por eso, recurrir a los "padres" católicos para demostrar una doctrina bíblica, sólo puede traernos más tinieblas que luz.

 23. ¿Por qué porfían en que uno de los papas cambió el día de descanso del séptimo día al primero? Hay plena prueba histórica que los cristianos observaban el primer día durante los siglos antes de que hubiese papa alguno.
Para empezar, hace falta que se citen las fuentes que demuestran que todos los cristianos de los primeros siglos guardaban el domingo en lugar del sábado. Por el contrario, consta en la historia que la observancia del domingo fue introduciéndose de manera gradual en el mundo cristiano.
La historia enseña (no los adventistas) que fue Constantino el Grande quien el 3 de marzo de 321 decretó la santidad del venerabilis dies solis, para legitimar una práctica pagana que se había infiltrado en la iglesia desde los primeros siglos.
Tal como lo confiesa el sacerdote jesuita Félix Moracho, "El emperador Constantino, el año 321 decretó que el domingo tienen que descansar los jueces y las demás actividades ciudadanas. Este descanso, en los siglos V y VI se generalizó y se fue interpretando rigurosamente". Después de Constantino, Graciano y Teodosio ratificarán esta medida. El papa Inocencio I, en el 416 (su último año de pontificado), decretó que el domingo fuese día de ayuno. En el 538 el Concilio de Orleáns prohibió que se hiciera en domingo el trabajo con arado, o en viña, siega, cosecha, descasque, cultivo, seca, a fin de que las personas pudiesen frecuentar la iglesia. Y en el 590 el papa Gregorio I condenó como "anticristo" a quien enseñara que debiese guardarse el sábado como día de reposo. Esto revela que, al contrario de lo que se asegura en la pregunta 23, sí había cristianos que guardaban el sábado contrariando así los decretos imperiales y pontificales. De no ser así, ¿qué sentido tenía la amenaza de Gregorio?
El historiador católico Sócrates Escolástico registra hacia el año 440 que "aunque casi todas las iglesias del mundo celebran los sagrados misterios cada semana en sábado, los cristianos de Alejandría y de Roma, por una antigua tradición, han dejado de hacer esto". Por su parte Sozómeno, otro historiador católico, registra más o menos hacia la misma fecha: "la gente de Constantinopla, y de casi todas partes, se reúne en sábado, tanto como en el primer día de la semana, costumbre que nunca se observa en Roma ni en Alejandría". Así que la propia iglesia católica reconoce que la mayoría de los cristianos del mundo guardaba el sábado a mediados del siglo V.
Será con el paso del tiempo que la iglesia romana presionará por la implementación de la observancia del domingo, lo que finalmente conseguirá. El Catecismo del Concilio de Trento confiesa: "La Iglesia [católica] de Dios en su sabiduría ha ordenado que la celebración del día sábado fuese transferida al «día del Señor» [domingo]". Este catecismo fue escrito por orden del Concilio de Trento y publicado bajo la autoridad del papa Pío V.
Las investigaciones históricas confirman además el origen pagano de la celebración del domingo como día de reposo por parte del catolicismo. Franz Cumont declara: "La preeminencia asignada al dies solis ["día del sol"] ciertamente contribuyó al reconocimiento general del Domingo como día de fiesta", lo cual es ratificado por P. Cotton: "No puede negarse que el uso pagano del Domingo ha tenido un apreciable efecto en la Cristiandad al traer el Domingo Cristiano en preeminencia en la Iglesia como el único día de adoración".
Por su parte A. P. Stanley explica:
La retención del antiguo nombre pagano de Dies Solis, o Día del Sol ["Sunday", en inglés] para la observancia semanal cristiana se debe en gran medida a la unión del sentimiento pagano y el cristiano con que Constantino recomendó a sus súbditos, tanto paganos como cristianos, que el primer día de la semana fuera «el día venerable del Sol»… Era su modo de armonizar bajo una institución común las religiones discordantes del Imperio.
Pero si fue Constantino quien lo hizo, ¿por qué los adventistas denuncian al catolicismo de haberlo hecho? Porque, tal como lo explica el católico C. S. Mosna en su trabajo doctoral, fue la iglesia católica la que "influyó en la decisión de Constantino de hacer del domingo un día de reposo para todo el imperio, y esto indudablemente fue para darle al día del Señor un lugar preeminente sobre los otros días". Es por esto que la iglesia católica "puede reclamar el honor de haber garantizado al hombre una pausa en su trabajo cada siete días".
De manera que está más que probado que fue la iglesia católica, y no los apóstoles, la responsable de haber sustituido al sábado bíblico por el domingo pagano como día de reposo.
En cuanto a los cristianos que guardaban el domingo desde el segundo siglo, eso no demuestra que el domingo sea el verdadero día de reposo. Al contrario, lo que hace es ratificar que la apostasía predicha se estaba cumpliendo. Pablo demuestra que los cristianos de Galacia estaban enseñando herejías como la autojustificación por obras. Él los llama "insensatos" (Gál. 3:1). Aunque eran cristianos verdaderos, se habían alejado de la doctrina cristiana original apenas unos diez años después de haberla recibido. Las cartas dirigidas a las siete congregaciones del Asia Menor remitidas por medio del apóstol Juan demuestra además que diferentes herejías estaban abrumando a la comunidad cristiana primitiva. Si eso ocurría con la doctrina en presencia de los apóstoles, ¿qué no podía ocurrir después de la muerte de ellos?
En las catacumbas, donde se refugiaron los cristianos del imperio Romano durante los siglos II y III, se aprecia una iconografía que habla de un verdadero culto a la imagen de María, lo cual revela que "estaba difundida esta devoción a la Virgen".
A pesar de que la sola idea de dar "devoción" a María pueda causar hoy horror a los protestantes, es un hecho incuestionable que los cristianos de los primeros siglos se estaban apartando del segundo mandamiento, que prohíbe el culto a las imágenes, así como del cuarto, que ordena el reposo del sábado. Por eso, si se quiere vindicar la celebración del domingo en razón de que los cristianos de los primeros siglos así lo hicieron, habría que validar también el culto a las imágenes, así como otras doctrinas no menos paganas que fueron infiltrándose en la iglesia desde los tiempos de los apóstoles.

 24. Si debemos guardar el séptimo día, ¿cómo es que los apóstoles y cristianos primitivos celebraban sus reuniones de mayor importancia, como la cena del Señor, el primer día en vez del séptimo?
Es falso que los apóstoles celebraran sus reuniones de mayor importancia, incluyendo la cena del Señor, en domingo. Extrañamente, nuestros interpeladores no aportan ningún versículo para probar lo que dicen. Eso nos obliga a comprobarlo por nosotros mismos. A continuación, las "evidencias" sobre la santidad del domingo en el Nuevo Testamento: 
Juan 20:19: Este pasaje es presentado para probar que los discípulos estaban reunidos en domingo. Cierto que lo estaban. Pero no estaban celebrando nada ni estaban guardando ningún reposo. El versículo dice que "los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos", es decir, que estaban escondiéndose. Ninguna celebración estaba llevándose a cabo. Contrariados por la muerte de Cristo y temiendo la arremetida de los judíos, los discípulos se sentían en completo abandono y procuraban evitar que los hallaran. Además, no podían estar reunidos en honor de la resurrección de Cristo porque, en primer lugar, aún no creían que él hubiera resucitado.
Por otro lado, el encuentro con Jesús ocurrió, no en domingo, sino en lunes. En la Biblia un día no se contaba de medianoche a medianoche, sino desde el atardecer de un día, hasta el atardecer del día siguiente (comp. Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Es por esto que la observancia del sábado debía hacerse desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado (Lev. 23:32; Neh. 13:9). Y es por esto también que cuando Cristo fue crucificado, los judíos pidieron que se le quebraran las piernas, ya que era viernes de tarde y el sábado estaba por comenzar (Juan 19:31).
El día de la resurrección, nuestro Señor se apareció a Cleofas y a Lucas en el camino a Emaús, una aldea que distaba unos once kilómetros de Jerusalén (Luc. 24:13, NVI). Al llegar a Emaús, los dos discípulos le pidieron a Jesús que se quedara con ellos, alegando: "Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos" (Luc. 24:29). Esto quiere decir que el primer día ya estaba pasando, y estaba comenzando el segundo día de la semana, es decir, el lunes. Jesús, complaciendo su petición, se quedó y comió con ellos. Al terminar la cena, los dejó, y entonces ellos decidieron volver a Jerusalén (Luc. 24:33). Considerando el tiempo que pasaron en la mesa, más el tiempo que tomaron en recorrer los once kilómetros de regreso a Jerusalén, puede concluirse que cuando se encontraron con los apóstoles ya estaba muy avanzada la noche. Así, cuando Cristo se puso en medio de ellos, hacía ya varias horas que el domingo había pasado. Por eso, si aquel encuentro con el Resucitado santificó aquel día y lo convirtió en día de reposo, los cristianos católicos y protestantes deberían estar guardando hoy el día lunes y no el domingo. 
Hechos 20:7: Aunque este es uno de los textos favoritos de los enemigos del sábado de Jehová, en realidad poca ayuda ofrece en favor de la santidad del domingo. Que los discípulos se hayan reunido un primer día de la semana para partir el pan, nada tiene de particular. En Hechos 2:46 se dice que los discípulos "todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón" (Biblia Latinoamericana, 1995), pero eso no hace santos todos los días. Por demás, la cena del Señor puede celebrarse cualquier día de la semana y todas las veces que se desee celebrarla, sin que ello vaya a quitarle al sábado la santidad que Dios le confirió (1 Cor. 11:26).
En este pasaje no hay ninguna indicación de que Dios hubiera transferido la santidad del sábado al domingo. Tampoco se dicta ninguna orden a los cristianos observar el primer día de la semana en lugar del séptimo. Si Dios hubiera pensado en cambiar su ley, ¿por qué no dio la orden tan expresamente y tan enfáticamente como lo hizo con el sábado? 
1 Cor. 16:1, 2: Este es otro versículo muy citado sin que se le preste la atención debida. Lo que allí recomienda Pablo es recoger una ofrenda especial para los hermanos pobres de Jerusalén. Con esto Pablo ni está santificando el domingo, ni está aboliendo el sábado. No se dice allí que el domingo sea día de reposo ni que hubiera sido santificado. Todo se trata de una medida de emergencia, y nada tiene que ver con el reposo semanal. Nótese que la recomendación era que "cada uno de vosotros reserve en su casa" (Biblia de Jerusalén); "cada uno ponga aparte en su casa" (Nácar-Colunga); "cada uno de vosotros aparte en su casa" (RV, 1909). No era una colecta en la iglesia, sino una donación particular que Pablo enviaría a buscar de casa en casa para llevarla a Jerusalén (vers. 3). Ahora bien, si todos los hermanos habían de reunirse en la iglesia ese día, ¿por qué Pablo tenía que molestarse en ir de casa en casa, en vez de que todos llevaran sus donativos a la reunión? Sin embargo, allí no se menciona ninguna reunión religiosa, ninguna lectura de las Escrituras, ninguna oración, ni ninguna discusión doctrinal.
Muy al contrario de lo que afirman nuestros examinadores, la Biblia demuestra que los cristianos primitivos se reunían en sábado, bien fuera con judíos o con gentiles (Hechos 13:14, 42, 43, 44; 16:13). En una oportunidad los griegos, quienes no tenían por qué obedecer la ley judía, les rogaron a los discípulos que el siguiente sábado les hablaran de la salvación en Cristo. Esto demuestra el profundo interés que la predicación de los apóstoles estaba despertando en sus corazones. Pero si estaban tan ansiosos de oír la Palabra de Dios, ¿por qué simplemente no pidieron reunirse con ellos al día siguiente?
Pablo, también, trabajaba haciendo tiendas, y los sábados predicaba el evangelio a judíos y griegos (Hechos 18:3, 4). Es llamativo el hecho de que, nuevamente, los griegos recibieran el evangelio no en domingo, sino en sábado, lo cual habla claramente de que era el sábado y no el domingo el día que los cristianos guardaban.
En definitiva, no es cierto que los apóstoles celebraran reuniones de importancia exclusivamente el primer día de la semana, pues a veces lo hacían todos los días, y generalmente lo hacían en sábado. Tampoco es cierto que en la Biblia haya la menor sugerencia de que la santidad del sábado, tan claramente expuesta en las páginas sagradas, se haya transferido al domingo. Nada de eso se registra, ni hay forma de probar con la Biblia que Dios haya autorizado un cambio semejante en un mandamiento en el que él desde el principio ha hecho tanto énfasis. Es por eso que el erudito protestante M. G. Easton, defensor de la observancia del domingo, confiesa: "Cierto, no podemos dar ningún texto que autorice con tantas palabras ese cambio. No tenemos una ley expresa que declare el cambio". Easton fundamenta su defensa del domingo en pasajes como Juan 20:19, Hechos 20:7 y 1 Cor. 16:1, 2. Ya esto es una prueba elocuente de la precariedad argumentativa del reposo dominical.

25. Y, ¿cómo saben que de veras guardan el séptimo día? ¿Pueden estar seguros de que no han [sic] habido errores en los cálculos desde el día en que descansó Dios? Hay que tener en cuenta los cambios efectuados en el calendario en el año 46 a.C., cuando se convino en que el año tuviera solamente 345 días, para corregir los errores que se habían acumulado. Se debe pensar también en la ley del año 1751, hecha "para corregir el calendario", y que ordenó quitar once días del mes de septiembre. Con estas y otras modificaciones, ¿están ustedes  seguros de que saben contar los días desde la creación?
Sí estamos seguros, como también estamos seguros de que este es uno de los peores argumentos que los enemigos de la ley de Dios han fabricado hasta ahora en contra del sábado de Jehová. ¿Qué? ¿Se les acabaron los argumentos bíblicos y ahora se ven obligados a buscar excusas fuera de la Biblia? Sea como fuere, analicemos este otro argumento para evaluar su validez.
En el año –46, efectivamente, se promulgó el Calendario Juliano, pero eso no obstó para que setenta años después de entrar en vigencia este calendario, Jesús observara, como era su costumbre, el verdadero sábado de Jehová (Luc. 4:16). En otras palabras, si los días de la semana fueron alterados en el año –46, tal como se nos asegura, Jesús debió haber observado el día equivocado, pues él vivió después de entrar en vigencia el calendario Juliano. Así que, con este "argumento", los antinomianistas de hecho están acusando a Cristo de haber violado la ley divina. A esas consecuencias los llevan sus muy elaboradas excusas para oponerse a la ley de Dios.
En cuanto al cambio del calendario en Inglaterra ocurrido en el año 1751, esto tampoco significó una alteración en los días de la semana, sino sólo en el cómputo de las fechas. La primera actualización del Calendario Juliano la hizo el papa Gregorio XIII en el año 1582, pero lo que cambió fue la fecha del mes, no los días de la semana. "Decretó, pues, Gregorio XIII que el día siguiente al jueves 4 de octubre de 1582 pasase a ser el viernes día 15 de ese mes y año, con lo que dejaron de vivirse los días intermedios; para paliar en lo sucesivo los efectos del desfase en el calendario juliano".
Como puede notarse, del jueves 4 se pasó al viernes 15 de octubre. Esto quiere decir que el sábado 29 de septiembre de 1582, fue sucedido por el sábado 16 de octubre: "…cuando el Imperio Británico actualiza su calendario en 1751, el 11 de febrero «nombre antiguo» se convirtió en el 22 de febrero". De modo que los ajustes que se han hecho al calendario mundial nunca han afectado la sucesión de los días de la semana, pues el problema no eran los días de la semana sino el cómputo de las fechas, para que coincidieran con las estaciones del año. Por eso es que John Wesley, al comentar Génesis 2:1-3, asegura confiado: "el sábado que observamos, es el séptimo día desde la creación".
El argumento artificial e infundando de los cambios en el calendario revela un pésimo conocimiento de la historia, que compite sólo con un deplorable desconocimiento de la doctrina bíblica, y demuestra además la imperiosa necesidad que tienen los abrogacionistas por hallar diferentes excusas para justificar su desobediencia, sin importar que cada excusa propuesta resulte más absurda que la anterior.

  26. ¿Han leído Colosenses 2:14-17 acerca del acta de los decretos o cédula de los ritos (el mandamiento de guardar el sábado es uno de ellos) que ha sido raída, quitada de en medio y clavada en la cruz?
Sí, lo hemos leído. Sólo que el pasaje aludido no habla de "el sábado" sino de sábados, lo que marca una diferencia importantísima, tal como veremos en la respuesta a la siguiente pregunta. Además, la frase "cédula de los ritos" (RV, 1909) se refiere precisamente a la ley ceremonial o ley ritual, que constaba de sacrificios, comidas, libaciones, etc. La frase "acta de los decretos" (gr. quirógrafon) no se refiere a las dos tablas escritas por Dios, sino precisamente al documento manuscrito, al rollo escrito por la mano de Moisés (Deut. 31:24), o como lo traducen otras versiones: "registro manuscrito" (Gary F. Zeolla, 2001), "manuscrito de ordenanzas" (Bishops, 1568; Webster, 1834), "manuscrito del decreto" (Douay-Rheims, 1609), "pliego de cargos" (Universidad de Navarra), "manuscrito en las ordenanzas" (Young).
Esa acta manuscrita "nos era contraria" porque fue creada "como testimonio contra ustedes" (Deut. 31:26, Dios Habla Hoy). En cambio, los Diez Mandamientos no fueron escritos contra nosotros, sino en nuestro favor. "Les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos. Les ordenaste guardar tu santo sábado" (Neh. 9:13, 14). David canta: "he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro" (Sal. 119:27). ¿Cómo puede aquello que es bueno y justo ser a la vez malo y contrario a nosotros? Jesús también dice que la ley no perecerá (Mat 5:17-19), por lo tanto, lo que Pablo dice en Colosenses 2 no puede referirse a los Diez Mandamientos.

27. En los versículos 16 y 17 del mismo capítulo, vemos que ciertas cosas exigidas bajo la ley de Moisés, entre ellas la observancia del sábado, no son más de una sombra de lo por venir: El cuerpo espiritual de Cristo. Guardar el sábado es asir una sombra.
Es un error creer que Pablo está eliminando la santidad del sábado que Dios santificó. Los "sábados" que menciona Pablo aquí no se refieren al sábado semanal, sino a otras fiestas rituales que se introdujeron en tiempos de Moisés, las cuales eran llamados "sábados" aun cuando no coincidían con el séptimo día de la semana, pues debían dedicarse por completo a la adoración, tal como se describe en Levítico 23. Estos "sábados" rituales tenían como objeto ofrecer sacrificios de expiación por el pecado (Lev. 23:5, 8, 12, 13, 16, 18, 27, 36). Obsérvese que estos días se instituyeron "además de los sábados de Jehová" (Lev. 23:38). Es decir, que fueron añadidos al sábado semanal. La Versión Internacional vierte Lev. 23:38 así: "Todas estas fiestas son adicionales a los sábados del Señor", lo que demuestra que había otros sábados adicionales, introducidos después de la entrada del pecado y a causa de él. Son estos los que Pablo menciona en Colosenses 2.
Estos sábados rituales, pues, eran "sombras" de Cristo, porque en ellos debán ofrecerse sacrificios por el pecado, en representación del futuro sacrificio expiatorio de Nuestro Señor. En cambio, el sábado semanal nada tiene de sombra de Cristo, porque fue instituido antes de la entrada del pecado en la tierra. Adán no tuvo que hacer ningún sacrificio el primer sábado que guardó. Los sábados anuales instituidos en Sinaí estaban signados por la transitoriedad mientras el Mesías llegase. En cambio, el sábado semanal fue instituido en el Edén y es permanente. Este es exactamente el sentido que varios de los grandes comentaristas protestantes han dado a Colosenses 2:16, 17. Por ejemplo, Adam Clarke se opone categóricamente a que se deduzca de este pasaje la abolición del reposo del sábado:
No hay ninguna intimación aquí de que el Sábado fuera eliminado, o que su uso moral haya sido suprimido, por la introducción del Cristianismo. Ya he mostrado en otra parte que, "Acuérdate del Sábado para santificarlo" es una orden de obligación perpetua, y nunca puede ser suprimida sino por la terminación final del tiempo. Como tipo de aquel descanso que queda para el pueblo de Dios, de una eterna beatitud, debe continuar en toda su fuerza hasta que llegue dicha eternidad; porque ningún tipo puede cesar antes de que llegue el antitipo… es más probable que Pablo se refiera a las fiestas de semanas, de las cuales se ha dicho mucho en el Pentateuco.
Nótese cómo para Clarke el reposo sabático no es un acto ceremonial, sino moral, lo que viene a contradecir la afirmación de la pregunta 26. Tan convencido está Clarke del carácter moral de los Diez Mandamientos, que recalca:
Es útil señalar que no hay ninguno de estos mandamientos, ni siquiera una parte de uno de ellos, que con justicia pueda ser considerado como meramente ceremonial. Todos son morales, y consecuentemente de obligación eterna… Aunque por la encarnación y muerte de Cristo toda la ley ceremonial que se refería a él y su sacrificio está abrogado necesariamente, aun así, puesto que ninguno de estos diez mandamientos se refiere a nada propiamente ceremonial, ellos no están abrogados.
Fausset, Jamieson y Brown coinciden con Clarke al ofrecer la siguiente explicación sobre Colosenses 2:16, 17:
Los "SÁBADOS"… del día de la expiación y la fiesta de los tabernáculos han llegado a su fin con los servicios Judíos que les pertenecían (Lev. 23:32, 37-39). El sábado semanal reposa sobre un fundamento más permanente, habiendo sido instituido en el Paraíso para conmemorar la obra de la creación en seis días. Lev. 23:38 expresamente distinguió "el sábado de Jehová" de los otros sábados. Un precepto positivo es correcto porque se ordena, y deja de ser obligatorio cuando se abroga; un precepto moral se ordena eternamente, porque es correcto eternamente. Si pudiéramos guardar un sábado perpetuamente… el precepto positivo del sábado, uno cada semana, no sería necesario. Heb. 4:8, katépausen Griego, "un guardar el sábado" (Is. 66:23). Pero no podemos, porque incluso Adán, un inocente, necesitaba uno entre sus deberes terrenales; por lo tanto el sábado todavía se necesita con los otros nueve mandamientos, como obligatorio en el espíritu, aunque la letra ha sido suprimida por aquel espíritu de amor más elevado, que es la esencia de la ley y el Evangelio por igual (Rom. 13:8-10).
Otro autor protestante que nos ayuda en la comprensión de Colosenses 2 es Albert Barnes, teólogo presbiteriano quien hace la siguiente exposición:
La palabra Sábado en el Antiguo Testamento se aplica no sólo al séptimo día, sino a todos los días de santo reposo que fueron observados por los Hebreos, especialmente en el inicio y en la clausura de sus grandes festividades. Sin duda, este pasaje se refiere a esos días, porque la palabra se usa en número plural, y el apóstol no se refiere particularmente al Sábado propiamente dicho. No hay evidencia, de este pasaje, que él hubiera enseñado que ya no había obligación de observar un tiempo santo, porque no hay la más mínima razón para creer que él quisiera enseñar que uno de los diez mandamientos había dejado de ser obligatorio para la humanidad. Si él hubiera usado la palabra en número singular –EL Sábado– entonces sí, por supuesto, hubiera sido claro que él quería enseñar que ese mandamiento había dejado de ser obligatorio, y que ya no debía observarse el sábado. Pero el uso del término en número plural, y la conexión, muestran que él tenía sus ojos en el gran número de días que los Hebreos observaban como festividades, como parte de su ley ceremonial y típica, y no en la ley moral, o los diez mandamientos. De ninguna parte de la ley moral puede decirse que era "una sombra de los bienes venideros". Estos mandamientos son, por su naturaleza de ley moral, de obligación perpetua y universal.
Difícilmente podrá agregarse algo a estos comentarios provenientes de la pluma de algunos de los más conspicuos y reputados autores protestantes. En consecuencia, la única "sombra" aquí es la que los hijos de la desobediencia quieren arrojar contra la luz de la verdad bíblica.

28. ¿Han leído en Romanos 14:5,6 que unos hacen diferencia entre día y día pero otros juzgan iguales todos los días? Se agrega: "Cada uno esté asegurado en su propio ánimo." ¿Por qué no insiste el apóstol en que los que juzgaban iguales todos los días debían estimar el séptimo como superior a los demás días para santificarlo?
Ahora, después de habernos insistido en que el domingo es el verdadero día de reposo, nuestros interrogadores salen con que todos los días son iguales. ¿No es esto una contradicción? Esto demuestra que no existen pruebas contundentes contra la santidad del sábado. Lo que sucede en Romanos 14 es lo mismo que en Colosenses 2. Los cristianos estaban siendo inducidos a celebrar las fiestas judías que prefiguraban el sacrifico de Jesús. Pablo, de nuevo, no menciona el sábado semanal. Sólo se refiere a las fiestas rituales, las cuales al haber hallado su antitipo en Cristo, ya ningún valor tienen para la salvación.
Pero obsérvese que Pablo recomienda: "cada uno esté plenamente convencido en su propia mente" (vers. 5) y además: "El que hace caso del día, lo hace para el Señor" (vers. 6). Pablo no reprocha a quienes observan "el día", sino que les dice que se aseguren de lo que hacen y que lo hagan para Cristo.
Por otra parte, si es cierto que todos los días son iguales, ¿eso no haría al sábado igual al domingo? ¿Cómo entonces se reprocha a quien guarda el sábado en vez del domingo, si a fin de cuantas da lo mismo?
Juan Calvino, contrariando la idea de que en Romanos 14 se enseña que para Dios todos los días de la semana sean iguales, argumenta:
¿Por qué, debe preguntarse, no mantenemos reuniones diarias, y así evitamos la distinción de los días? ¡Seríamos tan privilegiados si así lo hiciéramos! La sabiduría espiritual indudablemente merece alguna porción de cada día dedicada para ella. Pero si, debido a la debilidad de muchos, no pueden mantenerse las reuniones diarias, y la caridad no nos permitiría exigir más de ellos, ¿por qué no adoptamos la regla que la voluntad de Dios obviamente nos ha impuesto?
En efecto, ¿por qué no hemos de guardar el día de reposo que Dios mismo ha señalado expresamente? ¿Qué es lo que nos impediría el obedecer la voz de Dios, sino la misma causa de siempre durante toda la historia de la humanidad, esto es, la abierta rebelión a la ley divina? (Ez. 20:13, 16, 21, 24).
CLAMA a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese obrado justicia, y que no hubiese dejado el derecho de su Dios… Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras: Entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre: porque la boca de Jehová lo ha hablado (Is. 58:1, 2, 13, 14, RV 1909).
Los adventistas del séptimo día guardan el sábado porque Dios así lo ordena. Nuestros interrogadores guardan el domingo, aunque Dios no se los ordena, pero buscan diferentes excusas para justificar su rebelión. Hasta ahora, no han podido ofrecer ninguna razón de peso para oponerse a un indiscutible mandamiento de Dios.

29. El tema principal del adventismo es el de guardar la ley, especialmente la ley del sábado. Ahora, en el Nuevo Testamento encontramos que cincuenta veces se hace mención de predicar el Evangelio, diecisiete veces de predicar la Palabra, veintitrés veces de predicar a Cristo y ocho veces de predicar el reino. Ni una vez se habla de predicar la ley o el sábado. ¿Cómo lo explican?
Pablo se propuso saber de Jesucristo crucificado (1 Cor. 2:2). Sin embargo, cualquiera puede ver que él no sólo habla de Cristo en sus cartas. Él trata diversos temas de sumo interés, como la administración de la iglesia, las profecías, el avance de la obra misionera, la persecución, las obras de asistencia social, la salud, y otros. En rigor, en todos los temas que tocaron los apóstoles, reluce el nombre de Cristo como "la esperanza de gloria" (Col. 1:27). Como puede leerse en cualquiera carta del NT, ningún tema que Dios ha revelado fue menospreciado como tema secundario. Precisamente el pecado, o transgresión de la ley, representó una constante preocupación entre los cristianos del primer siglo. La razón de esto es obvia: no puede alcanzarse la salvación si hay pecado.
En cada caso, Pablo se esmeró por enderezar lo que él veía torcido en relación con la verdad. Corrigió falsas doctrinas, amonestó contra el pecado y elevó los corazones hacia la patria celestial, mostrando que es Cristo el medio para alcanzar la vida eterna (Fil. 3:14).
Puesto que el sábado semanal no representó un problema doctrinal en la comunidad cristiana, no hay correcciones que hacer en ese sentido. Al contrario, vemos en los evangelios y en el libro de los Hechos que los cristianos observaban el séptimo día conforme al mandamiento. Hoy en día, en cambio, la ley divina es objeto de ataques al igual que en el pasado, pero esta vez se hace hincapié en violar el cuarto mandamiento. Puesto que no puede haber salvación en desobediencia, el tema del sábado se ha convertido en un punto álgido. Unos citan los mandamientos como regla a seguir; otros cuestionan la observancia de los mandamientos. ¿A quién debemos creer? La Biblia establece: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29).
¿Acaso es ajeno a la palabra de Dios, o al evangelio eterno, o al reino de Dios enseñar a obedecer su ley? Al contrario, el evangelio eterno predica: "Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora del juicio ha llegado, y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (Apoc. 14:7). Y el mandamiento del sábado explica: "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó".
Sí, el evangelio eterno está íntimamente ligado a la obediencia a Dios. De hecho, Pablo asegura que la ley es buena y sirve como testimonio contra los transgresores y desobedientes (1 Tim. 1:9-11). Obsérvese cómo Pablo presenta la ley como parte fundamental del "glorioso evangelio del Dios bienaventurado, que a mí me ha sido encomendado" (vers. 11). Y aunque en este pasaje no se mencionan ni la idolatría ni la observancia del sábado, está claro que Pablo no los excluye del concepto de obediencia.
Efesios 5:1-11 enseña claramente que los cristianos no pueden ser hijos de luz en desobediencia. Pretender que el evangelio eterno implica no acatar la obediencia a Dios, es blasfemia. Para Santiago, pretender tener fe y no respaldar esa fe con obras, es no tener fe. "Está muerta", pues quien tiene fe, debe actuar en consecuencia (Sant. 2:20-26). No basta creer (Sant. 2:19).
La pregunta Nº 29 sugiere que basta con predicar a Cristo y nada más. Pero Cristo dice: "No todo el que me dice: «¡Señor, Señor!», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mat. 7:21). Y David nos dice: "Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí" (Sal. 40:8, NVI).
Pablo establece una gran diferencia entre los hombres pecadores y los cristianos convertidos:
 Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, andando en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Ef. 2:1-7).
 A los filipenses les indica: "Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no solamente cuando estoy presente, sino mucho más ahora que estoy ausente, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:12, 13). Y a Tito le resume en qué consiste el evangelio: "Él se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie" (Tito 2:14, 15).
Juan también enseña que "todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado" (1 Juan 3:7-10). Sí, el evangelio permitió sacar a los hombres de la desobediencia, habiendo hecho Dios provisión para rescatar al hombre perdido. Que alguien diga que el evangelio no implica la obediencia a la ley de Dios no es extraño, si se toma en cuenta que la Biblia profetizó que tal clase de cristianos existirían en los últimos tiempos:
También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A esos, evítalos (2 Tim. 3:1-5).
De manera que el argumento de que la obediencia es un tema secundario, luce como una nueva treta para disminuir la necesidad de observar la ley de Dios. Pero se engañan ellos, y engañan a los que enseñan, al pensar que podrán entrar en el reino de Dios con sólo llamar a Cristo su "Salvador", omitiendo la responsabilidad que él les pone como hombres redimidos. En realidad, pretender que el cristiano está libre de pecar porque Cristo lo perdonó es blasfemia, y es tomar la sangre de Cristo por inmunda.
 Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la Ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: "Mía es la venganza, yo daré el pago" –dice el Señor–. Y otra vez: "El Señor juzgará a su pueblo". ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Heb. 10:26-31).
 Como se ve, el tema de la obediencia es de trascendental importancia para el cristiano, a pesar de que los enemigos de la ley de Dios intenten disminuirlo.  

30. En el Nuevo Testamento se encuentra la palabra sábado unas sesenta veces. [El escrito se basa en la traducción Reina-Valera de 1909, la que se emplea corrientemente en las congregaciones adventistas]. Ustedes admiten que en todos los casos menos uno se hace referencia al día sábado. Sin embargo, en este solo caso, Colosenses 2:16, donde la palabra es la misma en los textos en griego, quieren hacernos entender que tiene otro sentido. ¿Por qué? ¿No será que los versículos 2:16,17 echan por tierra sus argumentos en cuanto a que los cristianos deben guardar la ley?
Nuevamente se contradicen nuestros interpeladores al decir ahora que hay un solo significado para "sábado", cuando en la primera pregunta de este cuestionario de hecho declaran que hay varios sábados, incluyendo los años sabáticos mencionados en Levítico 25:1-22, y por eso quieren que los adventistas guarden esos otros "sábados". Puesto que, tal como ellos mismos confiesan, no sólo era "sábado" el séptimo día de la semana, sino también otros días del año, según Levítico 23, y hasta años completos, el significado de la palabra "sábado" en un texto habrá de entenderse según el contexto.
Nótese que Pablo recomienda que "nadie os juzgue en comida o en bebida…", como queriendo decir que el cristiano puede comer y beber cualquier cosa, y ése es el sentido que generalmente les da la cristiandad a estas palabras. Sin embargo, en Hechos 15:19, 20 se prohíbe a los cristianos comer sangre y animales ahogados. ¿Debe o no debe un cristiano apartarse de sangre y de ahogado, a pesar de lo que dice Colosenses 2? Si debe, entonces lo que Pablo escribe a los colosenses ha de tener un significado diferente del de un consejo alimentario, o de lo contrario estaríamos ante una insalvable contradicción.
La clave para entender el asunto está en las palabras que siguen: "…o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados. Todo esto es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo" (Col. 2:16, 17). ¿Qué comidas y bebidas estaban relacionadas con el sacrifico de Cristo? En el AT se prescribe el consumo de ciertos alimentos durante las fiestas anuales, en tanto prohíben otros (Éx. 12:8, 9; Lev. 23:6, 13-15). Estas fiestas estaban ligadas a sacrificios que prefiguraban la muerte de Cristo y, por tanto, eran "sombra de los bienes venideros" (Heb. 10:1), y son esas comidas y bebidas las que refiere Pablo. Habiendo muerto Cristo –nuestro pan de vida (Juan 6:51) y nuestra Pascua (1 Cor. 5:7)–, todo rito de comidas relacionado con la salvación queda inutilizado. Por eso es que Pablo vuelve a describir aquel ceremonial como "símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste solo de comidas y bebidas, de diversas purificaciones y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas" (Heb. 9:9, 10).
En Colosenses 2:20, 21 queda aclarado que, además de las indicaciones rituales establecidas por la ley, los judaizantes de Colosas habían agregado otras restricciones a las fiestas. "No tomes en tus manos, no pruebes, no toques" (NVI).
Como hemos visto, sí hay cosas que los cristianos no deben comer (Hec. 15:20). Por esta razón, en Colosenses 2:16 Pablo no se está refriendo a lo que Dios ha indicado al respecto, sino a "mandamientos y doctrinas de hombres" (Col. 2:22) que los judíos habían inventado.
¿Cuáles son, entonces, los "sábados" referidos en Col 2:16? Al igual que ocurre con las "comidas" y las "bebidas", los "sábados" aquí mencionados son precisamente aquellos que se introdujeron como ritos que prefiguraban la inmolación de Cristo. Estos reposos coincidían con la Pascua, la fiesta de los panes sin levadura, la fiesta de las Semanas, la fiesta de las Trompetas, el Día de la Expiación y la fiesta de los Tabernáculos. Como puede apreciarse de la lectura de Levítico 23, estos sábados no coincidían con el séptimo día de la semana, sino con "el primer día" (vers. 7, 24, 35,39) u "octavo día" (vers. 36, 39), y hasta con el "décimo día" (vers. 27). De modo que son estos los "sábados" aludidos como sombras de Cristo, y no el séptimo día, que es memorial de la Creación (Éx. 20:8-11).
Como el sábado semanal fue instituido en el Edén, no es una sombra del sacrifico de Jesús. Por tanto, Colosenses 2:16 no desvirtúa el cuarto mandamiento, ni las restricciones en cuanto a alimentación.
Thomas Watson, teólogo y comentarista anglicano, publicó hacia 1692 una obra intitulada A Body of Practical Divinity, en la que incluye una esmerada apología del decálogo. En esta obra explica que "el mandamiento de guardar el Sábado no fue abrogado con la ley ceremonial, pues es puramente moral, y la observancia de éste debe continuar hasta el fin del mundo".
Matthew Henry nos aclara a qué ley se refiere Pablo en Colosenses 2:16:
Debe entenderse la ley ceremonial, el manuscrito de ordenanzas, las instituciones o la ley de mandamientos referida a ordenanzas (Ef. 2:15), que fue un yugo para los Judíos y un muro de división para los Gentiles. El Señor Jesús la quitó, clavándolo en la cruz; es decir, anuló su obligación, para que todos pudieran ver y estar satisfechos de que ya no era obligatoria. Cuando la sustancia vino, las sombras se fueron. Fue abolida (2 Co 3.13), y lo que decae y se envejece está listo para desaparecer, Heb 8:13).

Charles Hodge, tras analizar pasajes como Rom. 14:5 y Col. 2:16, responde a los que se oponen a la vigencia del sábado: "Estos [pasajes] no se refieren al Sábado semanal, que fue observado desde la creación, y que los Apóstoles mismos introdujeron y perpetuaron en la Iglesia Cristiana". Así que fue la doctrina protestante la que enseñó que el sábado semanal no quedaba abrogado por las cartas de Pablo. 
Categorías: La Ley de Dios

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